OBSERVATORIO

Enriquecimiento ilícito

Ernesto Ekaizer
3 min
Luis Bárcenas durant el segon dia de declaració en el macrojudici a Gürtel. EFE

El delito de enriquecimiento ilícito no existe en nuestro Código Penal. La reforma del Partido Popular no lo ha incluido. Pero en el juicio del caso Gürtel asistimos a su persecución de facto.

La fiscal Concha Sabadell ha terminado anoche su interrogatorio al ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, precisamente sobre su fortuna suiza, que llegó a 48,2 millones de euros (tras la crisis de las Bolsas en 2008 las cuentas, bloqueadas, lucen 20 millones).

En el caso de Bárcenas se está persiguiendo su presunto enriquecimiento ilícito a través de los fraudes fiscales (por los que se le piden 26 años de prisión), blanqueo de capitales, apropiación indebida, falsedad documental, cohecho y otros. Pero en el centro de esta historia se trata de probar no la evasión fiscal como tal sino la acumulación de una fortuna de origen ilícito.

El mapa del tesoro son las cuentas suizas. Ayer el tribunal incorporó a la causa la autorización del Ministerio de Asuntos Exteriores helvético para usar la información de las cuentas suizas de varios acusados en el enjuiciamiento del caso Gürtel.

Bárcenas dijo ayer que no tiene justificantes ni contratos sobre sus negocios empresariales. Ha realizado una suma del dinero por el cual se le cuestiona, la base inicial de su fortuna, que asciende a unos 8,4 millones de euros. La cuenta que ha hecho, con cifras desglosadas, asciende a esa cantidad. Pero no puede acreditarlo con pruebas. Según explicó, nunca pensó que las autoridades suizas darían permiso para el uso “indebido” de sus cuentas en España.

La descripción de sus negocios sigue siendo tan vaga casi tres años después de que las explicase por primera vez, el 15 de julio de 2013, ante el juez Pablo Ruz. Nunca viajaba con dinero desde España para ingresar en sus cuentas suizas –-unos 8 millones, 6 de los cuales en efectivo y 2 millones en transferencias- y sus clientes, inversores en sus actividades, le aportaban el dinero en el aeropuerto de Ginebra o en cafeterías. Se acercaban a él, confirmaban que se trataba de Bárcenas y le entregaban el dinero en efectivo, que luego él ingresaba en el el LGT Bank o en el Lombard Odier.

Sus cuentas bancarias en Suiza prácticamente no registran retiradas de dinero. Allí siempre ingresaba dinero. Y sus cuentas bancarias en España, según el informe que tiene la fiscal Sabadell, tampoco esas cuentas exhiben salidas de dinero.

Por tanto, debía tener una fuente de ingresos contante y sonante para vivir. Y esto nos conduciría a las comisiones: dinero en efectivo.

La sesión de ayer ha sido relevante. Porque Bárcenas ha dicho que no puede aportar documentos sobre sus negocios. Y los datos que aporta verbalmente no permiten comprender cómo ha llegado a reunir los primeros 10 millones de euros.

Durante su declaración de dos días ante la fiscal, Bárcenas ha intentado defender tenazmente a su esposa Rosalía Iglesias, acusada de siete delitos fiscales, apropiación indebida, estafa procesal, blanqueo y falsedad. Ha tratado de hacer un Urdangarín, en referencia a su esposa, la infanta Cristina de Borbón en el caso Nóos, cuya sentencia está en camino. Es decir: ella no conocía nada, solo se limitaba a firmar lo que él le ponía. Pero tenía cuenta en Suiza y participó en lo que las fiscales del caso estiman que es una estafa procesal: una compraventa presuntamente ficticia de cuadros.

Quizá Bárcenas de por perdida su situación, sobre todo, respecto de los delitos de fraude fiscal, pero no así la de su esposa. Por eso, ha optado por ser más cauteloso en sus referencias al PP, en la esperanza de que esa conducta pueda salvar la situación de Rosalía Iglesias. Al fin y al cabo se embarcó en el viaje de la Contabilidad B –que ahora llama “extraoficial”- cuando creía –en julio de 2013- que Rajoy podía caer. Ahora que avizora cuatro años más de Rajoy, se ha moderado.

El juicio clave en relación al PP no es Gürtel sino los Papeles de Bárcenas. Y todavía no tiene fecha, aunque no será antes de 2018 y después de la sentencia de Gürtel. Tiene, pues, tiempo para pensar qué conducta va a adoptar.

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