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Laia Costa: "La intimidad y las relaciones de pareja que construimos hoy en día son capitalistas"

'Nieve negra', el thriller argentino que hoy llega a los cines después de triunfar en la taquilla de su país, es el primer gran estreno de Laia Costa después de saltar a la fama con 'Victoria'

Xavi Sierra
4 min
Laia Costa: “La intimitat i les relacions de parella que construïm avui dia són capitalistes”

BarcelonaNieve negra, el thriller argentino que hoy llega a los cines después de triunfar en la taquilla de su país, es el primera gran estreno de Laia Costa (Barcelona, 1985) después de saltar a la fama con Victoria. En los dos años que han pasado desde que los espectadores la vieron sumergirse en los infiernos de la noche berlinesa, Costa ya ha participado en cinco proyectos internacionales y ha convertido Miami en su base de operaciones, aunque no ha vivido allí más de tres meses. "Para un actor, es igual donde vivas -dice-. Te gravas los cástings en casa, los envías por e-mail y, si les gustas, coges el avión y vas donde sea, a Los Ángeles o a la India".

'Nieve negra' es una historia muy tenebrosa sobre los secretos que esconden dos hermanos que hace décadas que no se hablan. Tú interpretas a Laura, la mujer embarazada del hermano que vuelve a Argentina para enterrar al padre. Eres la figura más luminosa de un relato muy turbio.

Yo soy los ojos del espectador. Como en Victoria, mi personaje no sabe qué pasa, porque no tiene toda la información y ciertas cosas no se pueden preguntar. Me interesa el tema de las familias que no se eligen. Cuando te casas con alguien, la dinámica de tu nueva familia te transforma. Pero también es posible que tú transformes la dinámica de tu familia. Es lo que me pregunto sobre Laura, pero es imposible saber quién gana esta guerra de energías, si ella o los hermanos.

Trabajas con dos titanes del cine argentino, Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia, con muchos años de experiencia. ¿Cómo ha sido tu relación con ellos?

Como asistir a un espectáculo. Rodar con ellos es como presenciar una clase magistral de actuación y que te paguen. Y me he dado cuenta de que cada uno lo hace a su manera. Cuando me preguntan por mi método, no lo sé explicar nunca. Yo sólo confío en que el equipo, el proceso y el director me llevarán al lugar adecuado. Pero estar allí y verlos trabajar es un regalo. Pasamos muchas horas mirando el guión, charlando de las motivaciones, compartiendo recuerdos emocionales... Y yo no paraba de aprender.

Aunque 'Nieve negra' está ambientada en la Argentina rural, rodasteis en Andorra, en pleno invierno.

Hacía mucho frío. Rodábamos trece horas al día, pisando nieve todo el tiempo, y terminábamos muy cansados. Y, todo el tiempo, venga a hablar de esta historia tan deprimente. Acabábamos derrumbados. Esto es bueno para entrar en el personaje, pero, al mismo tiempo, cada día nos íbamos a cenar y alargábamos las noches haciendo el payaso para sacarnos el mal rollo de encima.

Eres bastante más joven que Sbaraglia. ¿Cómo afecta este aspecto a la relación que construís en la ficción?

Explica algunas cosas de la relación que a mí me costaba entender. Por ejemplo, ¿por qué Laura no coge a su marido y le pregunta claramente qué está pasando. Si yo fuera ella, le habría preguntado desde el primer minuto. Es lo que haría cualquier persona práctica. Pero como ocurre en algunas relaciones entre mujeres jóvenes y hombres mayores, puede haber un punto de admiración e incluso idolatría que a veces hace que no se hagan ciertas preguntas que no son bienvenidas. Laura y su pareja tienen una relación de hace pocos años, están esperando un hijo, todo ha ido bien hasta ahora. Y ella sabe que la familia es un tema que no se toca.

Pero el desequilibrio en la relación se va corrigiendo.

Sí, y por eso no hay ningún gesto de afecto entre ellos dos hasta el final de la película. Leo siempre hacía bromas: "Pero al menos un besito, no?" [Risas]. Pero no puede ser, porque están obsesionados en un juego: ella busca la verdad y él la está intentando ocultar.

'Victoria' era un proyecto arriesgado, nadie te conocía, no tenías nada que perder. 'Nieve negra', en cambio, es una película con dos actores populares, muy esperada en Argentina. ¿Empiezas a sentir el vértigo?

No. Además, para la película era perfecto que no fuera argentina y que no tuviera el oficio de Ricardo y Leo. Pero, vaya, ahora estoy rodando con Oscar Isaac, Samuel L. Jackson y Olivia Wilde y tampoco siento este vértigo. Creo que es porque he empezado muy tarde en la profesión. De pequeña no quería ser actriz, no era mi sueño. Si trabajas en una profesión como ésta durante una etapa de crecimiento como la adolescencia, eso te puede generar dilemas y miedos. Pero yo empecé de adulta y me planteo la carrera de otra manera. Y a veces tengo nervios y pierdo los papeles, pero siempre me digo que si estoy aquí, será por algo.

A principios de año presentaste en Sundance 'Newness', un drama indie aún inédito en nuestro país. La sinopsis puede recordar la serie 'Cites'.

Es mucho más oscura. Los protagonistas son un chico y una chica de Los Ángeles que están en la cultura de Tinder y el sexo fácil. En el fondo, lo que quieren es conectar con alguien. El problema es que en nuestra cultura importa más que algo sea nuevo que perdurable, no sólo en la ropa que compras sino en las relaciones que tenemos. Nuestra cultura nos transforma en productos. La intimidad y las relaciones de pareja que construimos hoy en día son capitalistas. Y es difícil huir de esta lógica.

No has parado de trabajar. ¿Qué otros films tienes pendientes de estreno?

Life itself, que todavía se está rodando, es la historia de dos familias unidas por una tragedia. Una familia, la mía, es de Sevilla, y la de Oscar Isaac es americana. Antes rodé Piercing, que no es exactamente de terror pero sí un thriller muy oscuro basado en un cómic japonés buenísimo. También he hecho Maine, donde soy una excursionista que recorre el camino de los Apalaches para hacer una especie de penitencia. Y de la última película no puedo decir el título, pero sí que se rodó en 24 horas reales. Y que teníamos previsto hacer más de un intento, pero al final salió bien a la primera.

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