HIPERPATERNIDAD

Más miedosos y más inseguros: así son los hijos protegidos en exceso

Los universitarios con padres que han influido mucho en la elección de su carrera tienen menos capacidad de decisión y suelen ser los más insatisfechos con la vida

Thaïs Gutiérrez
5 min
La hiperprotecció pot impedir als nens adquirir eines emocionals per afrontar la seva futura vida adulta i saber-la gestionar.

"Si usted se identifica como padre o madre hiperprotectora, pare el carro, porque no está ayudando a su hijo". Lo dice Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y autor del libro El cerebro del niño (Plataforma), que conoce ampliamente los efectos que la educación sobreprotectora tiene sobre las criaturas. "La actual generación de padres es mucho más hiperprotectora que la generación anterior", explica, aunque destaca que los motivos por los que se ha llegado hasta aquí no son negativos, sino todo lo contrario, porque en el fondo los niños reciben más atención de los progenitores que nunca. "Lo quieren hacer todo perfecto, tienen muchísima información a su alcance y lo quieren controlar todo. Y además, hay más conciencia sobre la importancia de la educación", subraya.

Con esta mezcla de ingredientes muchos padres caen en la trampa de la hiperprotección, este modelo de crianza que convierte a los niños y niñas en el centro absoluto de la vida de la familia y que tiene serias repercusiones en las criaturas por culpa del exceso de control. "Este tipo de educación provoca sobre todo niños inseguros -explica Bilbao-, con menos capacidad para afrontar situaciones complicadas y más problemas en la toma de decisiones, ya que esta capacidad se basa en el aprendizaje por errores que sus padres no les han dejado cometer". Bilbao cita algunos estudios universitarios que demuestran que los adolescentes más sobreprotegidos tienen menos desarrollada la parte frontal del cerebro, que es precisamente la que sirve para resolver problemas y para tener autocontrol, por lo que son hombres y mujeres que toman malas decisiones. Otros estudios, añade, demuestran que los universitarios que han tenido padres que han influido mucho en la elección de su carrera son los más insatisfechos, no sólo con los estudios, porque se les ha anulado la capacidad de decidir y, por tanto, también de equivocarse. Bilbao recomienda a los padres de hoy "tener más confianza en sus hijos" porque "su cerebro está ideado para desarrollarse, crecer y aprender. Si nosotros hacemos todo esto por ellos, su cerebro dejará de hacerlo y no se desarrollará", concluye.

Niños sin límites

Otro aspecto que para Bilbao es importante es que muchos padres hiperprotectores se olvidan de algunas pautas educativas básicas, como es poner límites. "Por un lado, se pasan todo el día detrás de sus hijos, controlándolos, decidiendo por ellos, no dejándolos caminar solos, y por otro, dejan de hacer cosas tan básicas como limitar el tiempo que pasan delante la tele o las pantallas, decir a qué hora tienen que ir a dormir, enseñarles ciertas normas en la mesa o que tienen que esperar sentados hasta que se acabe la comida. Esto es contradictorio y crea déficits en los niños, que crecen siendo dependientes y con poca autonomía pero sin límites". Para Segundo Moyano, experto en pedagogía y director del grado de Educación Social de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC), la cuestión de la hiperprotección de los hijos no afecta sólo a los padres "sino que se trata de un síntoma de la desorientación de los adultos actuales". Para este experto "nos encontramos muy solos ante situaciones como la crianza de los hijos porque el núcleo familiar más amplio ha desaparecido".

Ahora hay un concepto de propiedad privada sobre los hijos: los padres quieren controlarlos totalmente y darles lo mejor. "Somos una sociedad hiperindividualista y se ha perdido el concepto de tribu que ayudaba a educar, que era muy positivo". Según Moyano, "esta desorientación nos lleva a multiplicar la protección para sentirnos más seguros". "La protección es la garantía de que al niño no le pasará nada, pero en realidad no es así", añade. Tal como explica este experto, los efectos de este modelo de crianza "pueden crear niños desorientados, con miedos e inseguridades, porque es el efecto que transmiten los padres" sin quererlo.

Además, es importante destacar que estas criaturas serán los adultos de mañana, y es por eso que hay que preguntarse hacia qué tipo de sociedad vamos. "Si normalizamos este tipo de educación se convertirá en algo habitual, así como las carencias que provoca", destaca Moyano, que recomienda analizar este problema en clave más social que individual, porque tampoco ve con buenos ojos "criminalizar" a los padres que han caído en el modelo de educación hiperprotectora.

Álvaro Bilbao también piensa que este tipo de crianza repercutirá en la vida de los niños cuando sean adultos. "Yo ya lo veo con mi trabajo", dice. "Veo que los niños que han sido sobreprotegidos cuando llegan a los 40 años no les gusta nada de lo que hacen y es porque no han elegido ellos. Por eso los padres debemos dejarlos volar, deben aprender a vivir solos y debemos ser conscientes, como padres, que nuestra responsabilidad es grande porque las consecuencias de todo ello llegarán a largo plazo", asegura.

Uno de los aspectos preocupantes y cada vez más recurrentes de este tipo de educación, según Moyano, es que los padres han dejado de tener confianza no sólo en sus hijos, sino también en los profesionales que se ocupan de ellos. Hay muchos padres que aplican esta máxima: ellos quieren lo mejor para su hijo y, por lo tanto, ellos son los más válidos para determinar qué es lo mejor para ellos. Así, "invaden el territorio de otros profesionales, como por ejemplo los maestros o los médicos, con quien históricamente siempre habíamos delegado y compartido los cuidados a los hijos -expone Moyano-. Ahora, en cambio, se cuestiona la palabra de estos profesionales. Y si los padres lo hacen, los hijos obviamente también lo harán".

Injerencias de los padres

Otro experto en el terreno educativo es Ferran Salmurri, con una larga trayectoria como psicólogo clínico. Su último libro es Razón y emoción. Recursos para aprender y enseñar a pensar (RBA). Salmurri cree que la gran diferencia de la educación actual con la de generaciones anteriores es que hoy en día "los niños tienen muchos más estímulos, más posibilidades y más recursos, pero la educación no se ha adecuado a estos cambios".

Este experto destaca que los niños sobreprotegidos y hiperestimulados de hoy "necesitarían una educación emocional mejor, porque si no no tendrán herramientas para enfrentarse a la vida y saberla gestionar. Es decir, no sabrán vivir y convivir". Salmurri también cree, además, que estas carencias no afectan sólo la infancia sino que "las pueden arrastrar hasta la edad adulta". Por ello, remarca que se deberían cambiar algunas cosas en el campo educativo. "Hemos evolucionado mucho económica, social y tecnológicamente, pero la mayoría de la gente no ha cambiado de vida, todo el mundo sigue trabajando mucho y dedicando pocas horas a las cosas importantes, como los hijos. Hay que mejorar esto como también hay que mejorar la calidad del tiempo que pasamos con las criaturas: no les enseñamos a pensar, les enseñamos a obedecer, a convertir la vida en un juicio, seguimos educando a los niños en esquemas antiguos cuando el entorno ha cambiado radicalmente", asegura.

Para este experto, la solución pasa por mejorar la educación de toda la población -padres e hijos-, porque sólo así se propiciará "un grado más de felicidad en las personas". "Si aprendemos a sentirnos bien, seremos más felices", dice, recordando que el objetivo de los seres humanos es precisamente este: "ser felices y sentirnos bien". Ahora bien, "para saber nos han de enseñar", concluye.

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