VIOLENCIA MACHISTA

"Me pregunto muchas veces como sería si no hubiera sufrido abusos"

La vergüenza y el sentimiento de culpa de las víctimas es lo que dificulta más la superación del trauma

David Bigorra
4 min
La Mònica va ser víctima d’abusos en el seu cercle familiar. Després de molts anys de tractament infructuós, la Fundació Vicki Bernadet li ha permès veure la llum. “Se’n pot sortir”, diu ara convençuda.

BarcelonaMònica empieza a ver la luz al final del largo túnel que le ha acompañado toda la vida. Tiene 33 años y sufrió abusos sexuales hasta que tenía ocho por parte de su abuelo paterno. Sabe cuando terminaron, pero no cuando empezaron. El trauma que le supuso fue creciendo en su interior a medida que se iba haciendo mayor, y comportó todo tipo de efectos secundarios que van desde el insomnio o los trastornos digestivos hasta una grave depresión que la llevó a pensar, incluso, en el suicidio.

"Durante gran parte de mi vida he vivido engañándome a mí misma. Para sobrevivir, intentaba no pensar en lo que me había pasado. Durante mi infancia lo tuve en un rincón olvidado, pero a medida que pasaban los años iba saliendo todo", confiesa Mònica. Hace un par de años, cuando ya había perdido la esperanza de superar el trauma -después de pasar por numerosos terapeutas que no la supieron ayudar en un periplo que se prolongó durante más de una década-, encontró la Fundación Vicki Bernadet gracias a un documental que vio. "La terapia que he seguido aquí me ha cambiado la vida, antes de venir no tenía ninguna esperanza", asegura.

Situada en el barrio de Les Corts de Barcelona, la Fundación Vicki Bernadet trabaja desde hace casi dos décadas en la atención integral, prevención y sensibilización de los abusos sexuales a menores cometidos en el ámbito familiar y en el entorno de confianza de los niños. Tiene lista de espera y las llamadas de personas que han sufrido abusos son constantes. Diversos estudios estiman que en España y otros países occidentales entre un 23% y un 25% de niñas y entre un 10% y un 15% de niños sufren abusos antes de los 17 años. Un auténtico problema social que vive entre sombras.

"Me quedan un par de meses de terapia individual en la fundación, pero una de las cosas que más me ha ayudado es la terapia en grupo, ya que me ha hecho sentir acompañada y que dejara de sentirme un bicho raro", expresa Mònica. Y es que el silencio por la vergüenza y el sentimiento de culpa de las víctimas de abusos es uno de los rasgos que obstaculizan muchas veces el proceso de recuperación y superación del trauma. "He estado muchos años sola, pero con ellas hablamos el mismo lenguaje y son como las amigas que nunca he tenido. Digo algo y ya saben de qué estoy hablando, y eso no ocurre cuando lo cuentas a quien no lo ha sufrido", añade.

30 efectos secundarios

Pero el proceso de recuperación que ha seguido Mònica no ha sido nada fácil. En una lista tiene apuntados todos los efectos físicos y psicológicos que la han lastrado a lo largo de su vida. Hay hasta 30. Conductas compulsivas alimentarias, terrores nocturnos, ansiedad o una fuerte depresión a los 26 años, entre muchos otros. "He tenido mala suerte, porque se lo dije a mis padres bastante pronto, cuando aparecieron los primeros síntomas a los 17 años, pero me he encontrado que con estos temas faltan buenos profesionales", describe. "En muchas ocasiones hubiera preferido que los psicólogos que me trataban me hubieran reconocido que iban perdidos, que me hubieran dicho que no me podían ayudar con este tema", apunta.

Y es que tanto Mònica como los responsables de la fundación creen que uno de los grandes problemas para acabar con esta plaga es la falta de concienciación y de preparación a nivel global ante una situación que es más habitual de lo que se piensa. "Es algo escondido porque las víctimas lo llevamos en silencio porque nos sentimos culpables", sentencia Mònica, que actualmente trabaja de maestra: "Los profesores no estamos formados para ver y descubrir cuando pasan estas cosas y la escuela es un buen lugar para detectarlo. Es una lástima". Recuerda que la fundación organizó tiempo atrás una charla dirigida a las familias en el centro donde trabaja. "Sólo vinieron dos padres", lamenta.

"Sé que quizás necesitaré terapia toda mi vida, pero ahora no veo las cosas como antes y he podido resolver muchas de mis dificultades, porque llegó un momento en que no era capaz ni de quedarme sola en casa", comenta Mònica. En la fundación, además de apoyo psicológico a víctimas, también hacen formación. Uno de los ejercicios principales para ayudar a los asistentes a hacerse una idea de los peligros del abuso es simple pero ilustrativo: imaginar una persona del entorno más cercano que piensen que nunca lo haría. Esto es lo que ocurre en la gran mayoría de casos.

"Creo que es una lástima que haya tardado tanto en ver algo de esperanza y de superación del problema, porque lo verbalicé muy temprano teniendo en cuenta que la mayoría de personas que lo han sufrido lo dicen más tarde de lo que yo lo hice", asegura. Y reconoce: "Me he preguntado muchas veces qué persona hubiera sido si no me hubiera pasado". Aun así, se muestra positiva y con ganas de ayudar a personas que han sufrido el mismo problema que ella. A las compañeras de la fundación recién llegadas para iniciar la terapia les repite siempre lo mismo: "Se puede salir".

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