Puigdemont desvela sus cartas en una cena distendida

Los invitados se fueron de la cena con la impresión que el presidente de la Generalitat no estava fardando

Ernesto Ekaizer
3 min
Una urna electoral

BarcelonaLa cena en el Palau de la Generalitat, convocada hace ya algunas fechas para el lunes día 24 de julio, fue confirmada entre el miércoles y jueves pasados. Los comensales: el escritor Suso del Toro; el catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Sevilla, Javier Pérez Royo; el polítólogo Ramón Cotarelo; Óscar Pazos, autor del libro 'Madrid es una isla'; Albert Royo, secretario general de Diplocat y Ferrán Mascarell, delegado de la Generalitat en Madrid.

A las nueve en punto de la tarde, Carles Puigdemont recibió a sus invitados con cava rosado y enseguida pasaron a la mesa. Unos entremeses: jamón -”no de de jabugo pero muy rico”- y almendras. Mientras se degustaba el primer plato, tosta de verduras al horno, la impresión de que el president quería transmitir sus movimientos estratégicos era, según los testimonios recogidos por ARA, eran evidentes. No quería impartir doctrina sino política.

¿Hasta dónde está, president, dispuesto a llegar el 1-O? preguntó uno de sus interlocutores. Puigdemont explicó que iba a por todas hasta el final. Pero lo dijo de una manera que no despertaba dudas. No era fardar.

Explicó que ya poseían las urnas. “Es un asunto resuelto. Para nosotros ya no es un tema. Si para Madrid es comidilla, para nosotros ya es irrelevante, superado”, señaló. Ante la advertencia de otro de los comensales en el sentido de que el Gobiernod e Rajoy impediría la celebración tanto del referéndum como de un sucedáneo o reedición del 9-N de 2014, el president explicó que discrepaba.

Puigdemont sostiene que el Gobierno no se atreverá a reprimir fisícamente, materialmente hablando, a los que acudan a votar el 1-O. La convicción que desplegaba en sus comentarios era genuina, explicó a ARA una fuente consultada.

Otro de las cartas desveladas por el president fue la decisión de registrar a finales de esta semana, al cirre de las sesiones del Parlament, la ley del referéndum. Primero la aprobación de la reforma del reglamento; después registrar la ley del referéndum.

En el segundo plato -pescado y langostinos regado con vino blanco o tinto a elección- hubo momentos de repaso de historia. Ferrán Mascarell, por ejemplo, narró que en Madrid -donde es delegado de la Generalitat- le solían decir algunos constitucionalistas que los catalanes dan demasiado importancia a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut en 2010.

Según las fuentes consultadas, según Mascarell no es una exageración insistir en que el Parlament catalán aprobo ese Estatut, que los catalanes lo votaron en referéndum y que el Congreso de los Diputados lo aprobó, tras “peinarlo”, para que después el TC lo recortara.

Mascarell señaló que le llegan voces del propio Partido Popular según las cuales algunos dirigentes admiten que la estrategia de Rajoy llegó demasiado lejos en 2006-2010, pero ignora si eso refleja a la cúpula del partido.

En los postres, ya sobre la medianoche, Puigdemont y sus comensales seguian dando vueltas al choque de trenes y a la política del gobierno de Rajoy. Uno de los hechos que, según el president, limitaría la capacidad del gobierno de Rajoy para reprimir/impedir el referéndum del 1-O, es la celebración de elecciones generales en Alemania el próximo 24 de septiembre. Las fuentes consultadas dijeron que Puigdemont ororga peso al impacto europeo que tendría un enfrentamiento para desarticular las urnas y colegios con millones de personas disponiéndose a votar pacíficamente.

Los trenes avanzan hacia el choque pero lo hacen cada vez a mayor velocidad. ¿Infravalora Puigdemont a Rajoy para quien impedir el referéndum también es un asunto de supervivencia?

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