ENTREVISTA

"Según como afrontas los problemas en la vida, encararás tu muerte"

Recién licenciada en enfermería, Meritxell Naudeillo, psicóloga de cuidados paliativos, vio que necesitaba ayudar a los pacientes a llegar al final de la vida

Georgina Ferri
4 min
Naudeillo fa més de 15 anys que acompanya pacients en el final  de la vida i assegura que “morim tal com vivim”.

Con sólo cinco años ya tuvo que afrontar la muerte de una abuela de un cáncer de hígado. Con nueve años, dos pérdidas más con pocos días de diferencia: los otros abuelos. A los diecisiete años perdió a un amigo por un accidente de moto. Meritxell ha tenido que acostumbrarse desde muy pequeña a despedirse de los más queridos. Por eso desde hace quince años ayuda a pacientes y sus familiares en el final de la vida. Ahora lo hace en el programa de atención integral a personas con enfermedades avanzadas que da servicio a diferentes hospitales de Barcelona, financiado por la Obra Social La Caixa.

¿Cómo decidió dedicarse a los cuidados paliativos?

Terminé la carrera de enfermería y empecé a trabajar en una clínica de Barcelona en oncología. Allí los pacientes tienen muchas dudas, la persona que tienen más cerca es la enfermera y le hacen muchas preguntas. Decidí estudiar psicología pensando que me daría herramientas para poder ayudarles. Con el tiempo ves que te dan técnicas, pero que no sirven de mucho. Es algo que tienes que llevar dentro, y realmente lo tienes que sentir para poder acompañar a la gente en un proceso de final de vida.

¿Es un programa integral en el que también se acompaña a los familiares?

Sí, una vez el paciente muere dejamos pasar un tiempo y les ofrecemos el apoyo de duelo.

¿La muerte es un tabú?

Sí, se nos pregunta a menudo como explicarla a personas vulnerables como ancianos, niños o personas con discapacidad. Es muy importante que todo el mundo lo sepa todo desde el diagnóstico hasta el final. Tendemos a proteger a los que nos rodean y no hablamos, o decimos: "Papá está enfermo". Esto todavía puede generar más miedo a los niños, que piensan: "Papá estaba enfermo y se murió, ¿yo cuando me ponga enfermo también me puedo morir?"

¿El hecho de ser creyente ayuda a afrontar la muerte?

He visto muchas monjas y curas que morían muy asustados por lo que pasaría después. Da mucho miedo lo que pasará después y no lo sabemos. Sus creencias les ayudan, pero no es una condición para morir en paz y tranquilos.

¿En qué consiste el acompañamiento?

El paciente se nos deriva porque desde el equipo asistencial se considera que hay un sufrimiento psicológico y emocional. Pero no todos los pacientes que mueren requieren nuestro apoyo, de hecho hay diferentes maneras de afrontarlo. En función de cómo afrontas los problemas en la vida, encararàs tu muerte. Si una persona cuando tiene un problema delante la evita, ante la muerte hará lo mismo. Los psicólogos decimos que hacen una negación. Tienen la información del diagnóstico, del pronóstico, pero es tan dolorosa que la evitan y hacen ver que no pasa nada. No todos los pacientes mueren tranquilos y en paz. Cada uno muere como vive.

¿Qué hacen en estos casos?

Le damos un espacio en el que el paciente pueda expresar todo lo que siente, lo que le preocupa y le angustia. Este espacio crea un vínculo terapéutico con el paciente, de confianza, de paz, tranquilidad y los vamos acompañando hasta los últimos días, junto con la familia.

De hecho ustedes ayudan a la gente a despedirse...

Evidentemente. Para nosotros es vital que el paciente se pueda despedir de su familia y la familia de él, pero no es fácil, porque es un adiós para siempre y eso es muy doloroso. Pero intentamos crear un clima tranquilo, sereno, donde se puedan decir las cosas que quedan pendientes de decir antes de que el paciente nos deje.

Muchas de las visitas las hacen a domicilio. ¿Es diferente poderse despedir en casa que en el hospital?

Un proceso de final de vida a domicilio, si se puede, es de los mejores, es el más gratificante para el paciente y para la familia. Si hay un paciente que está en un proceso de negación y sólo quiere curarse e ir al hospital y que el oncólogo le siga visitando, este paciente en casa no morirá tranquilo, necesitará pruebas y un hospital grande donde le hagan todo hasta el último momento. En cambio, si es un paciente que acepta la situación, está tranquilo, no sufre y puede hacer una buena despedida con la familia, el lugar idóneo es el domicilio.

¿Es gratificante su trabajo?

Te llena muchísimo. Con muy poco, ayudas mucho. Ves como ayudas a familias que no han hablado durante años a despedirse en el último momento. Ves como alguien que al inicio del diagnóstico tenía mucho miedo, termina muriendo tranquilo y en paz. Pero también es un trabajo muy duro, porque muchas veces nos hacen preguntas y no tenemos respuestas.

¿Como cuáles?

A menudo te preguntan: "¿Me voy a morir?" Tú sabes que se va a morir y él también lo sabe. Pero no le puedes decir que sí. Es una respuesta devastadora en ese momento. Siempre tienen la esperanza de algún milagro, de una salvación, de algún tratamiento...

¿Este trabajo enseña a apreciar más la vida?

Sí, trabajamos mucho el hecho de no aferrarnos a las cosas materiales, ni a las personas. Durante la vida, si aprendemos a dejar ir, cuando nos morimos es mucho más fácil dejarnos ir. Por ejemplo, un hijo que quiere irse fuera a estudiar, ¡dejémoslo ir!

stats