àlex Font

Los peligros de un mundo sin dinero en metálico

4 min
La retirada dels bitllets de 500 euros pot ajudar a acabar lentament amb el metàl·lic, una fita que a Suècia estan a prop d’aconseguir.

BarcelonaNo poder comprar el pan porque te faltan cincuenta céntimos que te has dejado en la mesilla de noche es un atraso impropio de la era en la que vivimos. ¿Quién quiere cargar monedas y billetes actualmente, con el riesgo de perderlos o de no llevar suficiente, cuando ya puedes comprar usando sólo la huella dactilar y un teléfono móvil? A parte de incómodos, los pagos en metálico posibilitan la economía sumergida y facilitan el fraude. A priori parece lógico que comprar, por ejemplo, una parte de una casa en negro sería imposible en un mundo de pagos electrónicos. En Suecia, uno de los países más avanzados en esta cuestión, el cash ya es prácticamente una cosa del pasado. Sólo un 20% de los pagos se hacen en metálico (frente al 75% del resto del mundo) e incluso hay iglesias que aceptan limosnas pagadas con Visa. "El único problema que me he encontrado es la moneda para el carro del supermercado", explicaba hace unos meses a Bloomberg Businessweek Björn Ulvaeus, ex integrante de Abba y abanderado del movimiento antimetálico en Suecia.

Esta semana el Banco Central Europeo ha anunciado que en 2018 dejará de imprimir billetes de 500 euros, símbolo de la economía sumergida, ya que considera que contribuirá a luchar contra el fraude fiscal. Fue una noticia excelente para los defensores de que el cash tiene que dejar de existir, entre los que hay respetables gurús como el ex economista jefe del FMI Kenneth Rogoff. ¿Cuáles serán los próximos billetes que el BCE dejará de producir? Quizá algún día ya no imprimirá ninguno.

Antes de continuar, el lector tiene que saber que quien escribe estas palabras simpatiza fácilmente con estas posiciones. Desde el punto de vista de la comodidad, el metálico me molesta y no tendría ningún inconveniente en hacer pagos electrónicos el resto de mi vida. Compro poniendo un dedo en el móvil y doy gracias de ni siquiera tener que buscar el número de mi tarjeta de crédito.

Pero la desaparición del metálico tiene una cara oscura. Para empezar, una obviedad: en un mundo sin cash, todo el mundo estaría obligado a ser cliente de un banco desde pequeño. Es una situación ilógica, pero que quizás se podría salvar con tarjetas especiales vinculadas a las cuentas corrientes de los padres y limitadas a pequeños pagos.

Hay otro problema, que es de privacidad. A la mayoría de gente no le importa compartir su vida en Facebook y demás redes sociales, pero al fin y al cabo muestra aquella parte de su vida que quiere mostrar, tanto a sus contactos como a las empresas que, utilizando el big data, hacen negocio analizando los gustos de los usuarios. Pero en un mundo de obligado pago electrónico no podríamos escoger qué queremos compartir: toda nuestra información estará disponible para el Gran Hermano. Los diarios que compramos, el alcohol que nos gusta, cualquier cosa.

Pagar por tener un depósito

Hay un tercer problema. Al igual que nos estamos adentrando en una era supertecnológica, en Occidente también nos encontramos dentro de una etapa en la que la economía crece poco y, según las estimaciones de los bancos centrales, el crecimiento seguirá débil al menos unos cuantos años más. Algunos dicen que es para siempre y explican que estamos en la era del "estancamiento secular". Con la intención de estimular la economía y alentar a los bancos para que presten dinero, el Banco Central Europeo ya cobra a las entidades financieras que le depositan el dinero en vez de dar créditos a las familias y las empresas. Traducido a una situación cotidiana, es como si a usted el banco le cobrara una comisión por el simple hecho de guardarle el dinero: ingresa 1.000 euros de nómina y cuando los quiere sacar le dan menos.

Hasta ahora las entidades financieras han dicho que no trasladarán a los clientes los tipos negativos que les cobra el BCE. Jaume Guardiola, número dos del Sabadell, decía en marzo que era de "sentido común" que el cliente no pague por tener sus ahorros en el banco. El presidente de La Caixa, Isidre Fainé, se ha expresado en términos similares. Pero ¿qué pasaría si un día decidieran cobrar? La tentación de muchos clientes de sacar el dinero del banco sería grande, ya que guardarlos en un cajón de casa almenos les seguiría saliendo gratis.

Pero si el cash no existe, el cliente no tendrá esta opción. Estaría atrapado. Lo máximo que podría hacer sería cambiar el dinero de entidad, pero no se escaparía de pagar.

Curiosamente, uno de los bancos centrales que ha liderado la imposición de tipos negativos ha sido el de Suecia, donde el metálico pronto podría ser historia. Los suecos podrían ser, por lo tanto, las primeras víctimas de la causa justa que han abanderado.

Para terminar, un apunte: es cierto que la economía sumergida se fundamenta hoy en los pagos en metálico. Pero nadie puede garantizar que en un mundo totalmente electrónico no habrá fraude. Igual que hay narcos que han sabido usar bitcoins para esquivar a las autoridades, es previsible que aparezcan nuevas formas para delinquir electrónicamente.

stats