EL APUNTE

El arma atómica del proceso

El arma más poderosa de la mayoría que quiere un referéndum es la reivindicación masiva y tranquila de su aspiración política

Esther Vera
1 min
El Passeig de Sant Joan, a Barcelona

Cataluña tiene el arma atómica sin saberlo. El instrumento no es otro que el civismo con que ha defendido y defiende sus ideas y sus aspiraciones colectivas. Tranquilamente y libremente se votó un Estatuto, durante cinco años seguidos miles de personas salieron a la calle para poder decidir su futuro, festivamente votaron en una consulta el 9-N y los partidarios y los detractores de la independencia siempre han ido a las urnas respetuosamente.

El lunes 6 de febrero más de 40.000 personas están dispuestas a acompañar a Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau a las puertas del tribunal que los juzgará por haber puesto las urnas de cartón. Comenzará la verdadera cuenta atrás hacia la convocatoria del referéndum. Subirá la tensión y la política ganará una emocionalidad que no siempre es ni útil, ni recomendable para resolver conflictos. El arma más poderosa de la mayoría que quiere un referéndum es la reivindicación masiva y tranquila de su aspiración política.

De la misma manera que algunos han inventado un conflicto lingüístico en Cataluña y un relato falso de marginación de la lengua castellana, despreciando que también es nuestra y nos define como país, algunos se frotarían las manos si el civismo de la expresión pública tambaleara. Los encausados ya han pedido que no quieren que se evite su declaración. El civismo y la expresión masiva del sentimiento de injusticia son el arma más poderosa para explicar que el delito es pedir un referéndum.

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