Francina Martí: "Los deberes son una tortura para el alumno y para la familia"

Martí es presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat

Núria Martínez
4 min
Francina Martí: “Els deures són una tortura per a
 L’alumne i per a la família”

BarcelonaEn un momento en el que el debate sobre cómo tiene que ser la educación del siglo XXI está a la orden del día, hay que recordar que la Asociación de Maestros Rosa Sensat ya hace muchos años que rema hacia adelante. Su presidenta, Francina Martí, reivindica un cambio "meditado" para conseguir hacer la revolución en la escuela. En pleno verano, cuando los estudiantes dedican horas y horas a los deberes, Martí abandera su supresión. Cree que los niños tienen que saber disfrutar del tiempo libre durante todo el año.

¿Qué tienen de negativo los deberes?

Son un tortura para el alumno y para la familia. En primaria no tendría que haber deberes de ningún tipo. Y en la ESO quizás tampoco. En la escuela tienen que tener tiempo para hacerlo todo. Tengo una amiga que me decía que la habían alertado de muchas cosas a la hora de tener hijos, pero no de lo que implicaban los deberes. Obligan a las familias a implicarse en ello y, si no lo hacen, parece que sean malos padres. Hay muchas familias que no pueden dedicar a ello todo este tiempo cada día.

¿Leer debería ser un deber?

La palabra obligación produce alergia. ¿Qué provecho sacas de las cosas que haces por obligación y no por placer? Ninguno. Desde la escuela se han hecho muchas propuestas para animar a la lectura. Si lo haces obligatorio no sirve para nada. Quien no quiera leer no lo hará, y el que quiera lo hará igualmente.

¿Y qué ganamos si el niño cuando llega a casa en lugar de hacer deberes se pone a mirar la televisión o jugar con el iPad?

Esto ya no es tema de la escuela, sino de la familia. A todos nos gusta tener tiempo libre. Los padres tienen que controlar el tiempo que los hijos tienen para mirar la tele, para jugar en el iPad, para leer o para quedar con un amigo. Es muy importante que los niños tengan tiempo de juego libre. Esto es mucho más importante que hacer deberes: es necesario que las horas libres del día sean ricas y variadas.

A menudo la alternativa es llenarles la agenda de extraescolares.

Está bien hacer extraescolares, pero con medida y racionalidad. A veces se hacen unos horarios de extraescolares que no son adecuados para un niño. Vuelven a casa a las 21 h y entonces todavía tienen que ponerse a hacer deberes. ¿Esto es la vida que tiene que tener un niño de 12 años? No nos tiene que dar miedo que los niños se aburran. A partir del aburrimiento aparece la creatividad.

Todos los padres quieren lo mejor para sus hijos. Muchos dudan de que si les quitan los deberes empeorará su nivel académico. ¿Qué les diría?

Si se hace bien, no tienen que perder nivel. No hay que correr. Nos tenemos que plantear el modelo de una forma lenta y reflexiva. Por ejemplo, ¿hay que separar los diptongos? ¿O quizá es más importante que sepan construir textos? Pues invertamos el tiempo en eso. Dediquemos tiempo a leer en el aula. Lo que has aprendido es lo que llevas incorporado. Yo, si tuviera que volver a hacer la selectividad, la suspendería toda. Dedicamos muchas horas a cosas que no producen frutos en la vida.

Este debate para cambiar el modelo, ¿cómo se tiene que hacer?

La institución escolar es muy reticente a los cambios. Todos estos cambios son lentos. Durante muchos años se han ido introduciendo paulatinamente. Los movimientos de renovación pedagógica hace tiempo que lo debatimos y hay escuelas que se han puesto a fondo. Pero ahora el cambio tiene que ser muy radical y hace falta un proceso de reflexión.

¿Cuántos años se necesitan para hacer esta revolución?

Tenemos que saber adónde queremos llegar. Los cambios no se tienen que hacer porque estén de moda. Tanto los deberes como el trabajo en grupo o individual o el trabajo por proyectos tienen que ser un proceso lento, porque los cambios tienen que ser madurados. Hay escuelas que los cambios los han hecho a toda prisa. No creo que nos tengamos que poner un horizonte, sino que lo que hay que hacer es poner en marcha el motor.

Pero ¿cuáles tienen que ser las líneas maestras del cambio?

Hay que cambiar la estructura. Cada niño tiene que ser el centro de su aprendizaje. Tenemos que superar el modelo transmisor, en el que el maestro es quien transmite los conocimientos y el alumno el que escucha. Los niños tienen que ser los protagonistas de su aprendizaje, y que poco a poco construyan su identidad. Queremos formar personas con la vida plena y rica.

¿Qué tenemos que hacer para conseguir este modelo?

Focalizarnos en la mirada del maestro. Un maestro tiene que transmitir capacidad para aprender. Y si él no es curioso, es difícil que lo transmita. Tiene que estar formado en esto y en las grandes preguntas que a menudo en las facultades no se hacen. ¿Por qué somos maestros? ¿Por qué educamos? Es una cuestión de todos. Nos deberíamos estar formando continuamente. En los equipos de las escuelas tiene que haber el espíritu para que todo el mundo se vaya formando siempre. Cuando más aprendes es cuando estás enseñando. Es un proceso mutuo de enseñanza y de aprendizaje.

Y, concretamente, ¿cómo se plasma este cambio?

Los cambios no se tienen que hacer por hacerlos. Hay que meditarlos y ver el contexto y la situación de cada proyecto educativo. Pero un ejemplo podría ser repensar cómo están clasificados los alumnos. Ahora mismo están clasificados por edad y compartimentados por asignaturas. No necesariamente tiene que ser así.

¿Mezclar a los niños por edades como en las escuelas rurales podría ser un buen modelo, entonces?

Las escuelas rurales son las que tienen una forma de trabajar más innovadora. Por las circunstancias que sean y porque han tenido claro adónde querían ir. Han demostrado que la integración y la mezcla de edades son positivas y enriquecedoras. Ahora bien, esto no quiere decir que todas las escuelas tengan que seguir este modelo obligatoriamente. Simplemente, que puede ser un buen camino a seguir.

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