Iglesias contraataca: Espinar destituye al errejonista J.M. López en Madrid

Iglesias estima inseparable programa y dirigentes. Y exhorta a terminar con las corrientes, grupos y facciones dentro de Podemos

Ernesto Ekaizer
3 min
Pablo Iglesias, en roda de premsa / EFE

En un Consejo Ciudadano Extraordinario, Ramón Espinar, secretario general de Podemos en Madrid, consiguió ayer a las ocho menos cuarto de la noche la destitución de José Manuel López como portavoz de la organización en la Comunidad de Madrid. El consejo fue convocado el jueves por la tarde, con los resultados de la victoria insignificante (2.411 votos) de Pablo Iglesias sobre Iñigo Errejón en la mano.

Mira por dónde, se cumplía ayer lo que se dijo en la Asamblea de Madrid, entre parlamentarios de Podemos, sobre López. “Del 23 no pasa”, según confirmaron a ARA fuentes de Podemos.

Aunque Iglesias y Espinar ya habían bajado el pulgar para dictaminar la suerte de López para nombrar a la diputada Lorena Ruiz Huerta, de Anticapitalistas, la ejecución del plan veinticuatro horas después de los resultados de la votación apuntada es un contraataque en toda regla.

Dicen que cada uno habla de la feria según le va. Iglesias apuntó ayer por la mañana que Podemos “ha dado la peor imagen de nuestra historia”. Parecía un hombre a la defensiva. Pero ya sabía lo que iba a pasar por la tarde: la destitución de López.

Iñigo Errejón, en cambio, estimó que “los resultados de la votación han sido magníficos”. Aunque según fuentes consultadas conocía el plan para acabar con López como portavoz, todavía concebía la ilusión de que difícilmente se consumaría.

Iglesias se quedó sin discurso tras los resultados. Había presentado a Errejón y los suyos como una corriente, un grupo o una facción dentro de la organización, y, mira por dónde, el virtual empate (Iglesias ganó por 2.411 votos), pone en evidencia que los errejonistas, de ser un grupo, al menos valen casi lo mismo que los pablistas.

El fracaso de toda la operación se mide por la iniciativa de la misma. El pasado 6 de diciembre, Iglesias se presenta en la rueda de prensa que suele dar el secretario de Organización, Pablo Echenique, y anuncia, sin consultar con la dirección, que el congreso, la Asamblea Ciudadana, se celebrará del 10 al 12 de febrero, en fechas idénticas al convocado por el Partido Popular. Se van a enterar quién es la verdadera oposición en este país, es el mensaje, puro marketing, de Iglesias.

Al tiempo, anuncia que el Consejo Ciudadano se reunirá el 17 de diciembre –que deberá ratificar su iniciativa- y que inmediatamente después –entre el 18 y 20 de diciembre- los militantes será consultados para pronunciarse sobre e la metodología (votación de programas y dirigentes) y proporcionalidad del sistema en la Asamblea de febrero.

Echenique pone en marcha la maquinaria. Iglesias, Errejón y los dirigentes de Anticapitalistas, entre los que destacan Miguel Urban y Teresa Rodríguez, difunden sus manifiestos respectivos.

Mientras Iglesias es partidario de un sistema mayoritario los otros dirigentes son, con diferentes matices, favorables a un sistema más proporcional para elegir a la futura dirección.

Aunque Errejón se inclina por celebrar el congreso en marzo para dar más tiempo a las ponencias decide no dar batalla en el Consejo Ciudadano por la fecha. Propone votar primero el programa y después la dirección que llevará a la práctica las propuestas.

Iglesias estima inseparable programa y dirigentes. Y exhorta a terminar con las corrientes, grupos y facciones dentro de Podemos. En realidad, según se ha apuntado, la votación de la metodología de votación se inspira en una expectativa: demostrar que los errejonistas, a quien Iglesias presenta como favorecidos por determinados “grupos editoriales”, son un grupito, una corriente. La idea, también, es que si Errejón queda reducido a eso, tendrá que irse.

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