EDUCACIÓN

El método 'antibullying' que triunfa en Finlandia

El programa ha eliminado el acoso escolar en el 80% de los centros y ya se ha exportado a otros países

Glòria Pivetal
3 min
Un nen assegut sol en un banc d’un parc en una imatge d’arxiu.

BarcelonaCuando se habla de bullying, enseguida se piensa en el acosador y en la víctima. Pero a menudo se olvida que, para que el verdugo tenga éxito, le hace falta un público, un grupo de alumnos que le rían las gracias o, cuando menos, observen la vejación sin decir nada. Conseguir que el mayor número posible de espectadores rompan el silencio y se posicionen a favor del acosado es uno de los objetivos del KIVA, el programa contra el acoso escolar que triunfa en Finlandia y que ya ha conseguido eliminar este flagelo casi en el 80 % de las escuelas.

Comenzó a desplegarse en 2007 y desde entonces el 98% de las víctimas que han participado en el programa aseguran que su situación ha mejorado. "Año tras año la proporción de estudiantes que sufren o realizan actos de bullying decrece. Entre el 2009 y el 2016, por ejemplo, los acosadores se han reducido a la mitad, y los acosados en un tercio", explica la fundadora del programa, Christina Salmivalli.

Finlandia es un país de referencia por la alta calidad de su sistema educativo. Pero los resultados académicos van de la mano del bienestar de los alumnos. Por ello, ante la alarma generada por el bullying, el gobierno decidió invertir en un plan especial para erradicarlo. Salmivalli recibió el encargo de ponerlo en marcha y, junto con su equipo de la Universidad de Turku, idearon el KIVA, acrónimo de Kiusaamista Vastaan ("contra el acoso escolar"), que se basa en años de investigación científica sobre este fenómeno.

El 90% de las escuelas finlandesas ya lo han puesto en práctica y recientemente se ha empezado a exportar a otros países como Suiza, Francia, Reino Unido, Bélgica, Italia, Nueva Zelanda, Chile, México y Argentina.

Cuatro experiencias catalanas

Hace un par de años también llegó a España a través del Instituto Escalae, que lo imparte en inglés en una veintena de escuelas, cuatro de las cuales catalanas. En el País Vasco y Navarra, la Federación de Ikastolas lo tradujo al euskera y lo comenzó a aplicar en 53 centros a principios de este año, y Macmillan Education acaba de llegar a un acuerdo con la Universidad de Turku para impartirlo en castellano a partir de septiembre. Esta misma organización está sondeando el interés que despierta el programa en Cataluña para aplicarlo también aquí.

Para que el KIVA funcione, "debe convertirse en una parte permanente de las tareas de la escuela y no sólo en un proyecto de un año", precisa Salmivalli. La primera fase del programa se dedica a la prevención. Por ello, el principio es empezar a desplegarlo aunque no haya casos concretos de acoso. "Hay que romper el tabú y hablar de estas cosas antes de que pasen, reforzando actitudes y valores positivos como el respeto y la inclusión", detalla la directora del KIVA en el Instituto Escalae, Tiina Mäkelä.

Los alumnos suelen tener dos sesiones KIVA de 45 minutos al mes. Aparte, vuelven a trabajar algunos conceptos de manera transversal en el transcurso de otras materias, como la educación física o el arte. "Se trata de aprender haciendo, con representaciones o simulaciones de situaciones imaginarias, como puede ser la llegada a clase de un alumno nuevo. Se trabaja tanto la inclusión por parte del grupo como los esfuerzos para integrarse del recién llegado", concreta. Esta parte preventiva también incluye videojuegos y una autoevaluación personalizada para que el alumno identifique donde puede mejorar la relación con los demás.

"Es muy importante detectar el acoso muy temprano, ya que lo más peligroso es cuando estas situaciones se alargan", resalta Mäkelä. El programa marca unas pautas de intervención concretas. Se habla con el acosador y con el acosado, pero sobre todo se intenta identificar a los alumnos que podrían apoyar a la víctima. Se habla con ellos y se les piden propuestas: "Es otra característica del KIVA, escuchar y tener en cuenta lo que dicen los alumnos, ya que cuando la solución sale de ellos mismos, suele ser más eficaz". Mäkelä insiste en que el bullying es un fenómeno grupal, con el que el acosador o acosadores buscan popularidad y poder y que, por tanto, requiere un público. "Si conseguimos reducir este público tenemos más posibilidades de tener éxito", concluye.

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