El eje de la prosperidad y otros disparates

El centralismo, y la estructura radial de las infraestructuras que conlleva, sólo beneficia al centro

Miquel Puig
3 min
El corredor mediterrani

En el año 2004, el primero de Maragall en la Generalitat y el último de Aznar en la Moncloa, se produce una escaramuza en torno a la articulación territorial de España que vale la pena rememorar.

En la campaña electoral, Maragall había lanzado la propuesta de crear un ente que coordinara un conjunto de territorios a ambos lados de la frontera: Aragón (que luego desertaría), Baleares, Cataluña, Languedoc-Rosellón y Mediodía-Pirineos. Esta Eurorregión Mediterránea se formalizaría en octubre de 2004. Dos meses antes, y como reacción al mapa de conexiones ferroviarias de mercancías presentado por el gobierno español a la Unión Europea, un grupo de profesionales habían constituido la asociación sin ánimo de lucro Ferrmed, que desde entonces ha impulsado la conexión de Andalucía oriental con Escandinavia pasando por los puertos mediterráneos españoles: el corredor mediterráneo.

Desde un punto de vista económico, las dos iniciativas tenían todo el sentido del mundo, pero ponían en cuestión la estructura radial tradicional en España. Sobre el tema, Aznar escribiría en sus memorias lo siguiente: "Valencia tenía para nosotros un significado especial. El vínculo entre Valencia y Madrid generaría [...] unas sinergias muy importantes [...] que contribuirían a fortalecer en esta una posición propia frente al acoso del expansionismo nacionalista radical desde Cataluña” i “La primera instrucción que recibió el ministro de Fomento del primer gobierno, Rafael Arias-Salgado, fue la de terminar la autovía Madrid-Valencia como fuera. Se diseñó una política específica para todo el Levante español".

Pero el PP, como hemos dicho, acababa de abandonar la Moncloa. En este contexto, tres brillantes presidentes autonómicos del PP -Esperanza Aguirre, de Madrid; Jaume Matas, de Baleares, y Francisco Camps, de Valencia- firmaron, en julio de 2004, una alianza que, pomposamente, denominaron "eje de la prosperidad".

Desde el punto de vista de modelo de crecimiento, el mensaje era que la política que había estado imponiendo el PP desde la Moncloa en los últimos ocho años, y que había puesto las bases de la euforia del momento, tendría una continuidad desde las autonomías virtuosas frente al aventurerismo de Zapatero y la traición de Maragall (aliado con ERC). Además, y desde el punto de vista territorial, contra un eje vertical que cuestionaba el esquema radial español, se reforzaba un eje perpendicular que, presumiblemente, infundiría fuerza desde el centro hacia la periferia.

Vale la pena aclarar, doce años después, qué ha sido de la "prosperidad" de los tres territorios. Pues bien, si ordenamos las comunidades autónomas españolas en función de cómo ha evolucionado el PIB per cápita respectivo (que es la medida estándar de la prosperidad), observaremos que una de las que han salido mejor paradas es la Comunidad de Madrid, que ha reforzado su primera posición dentro del conjunto español. En cambio, Valencia y Baleares son, junto con Canarias, las comunidades donde la prosperidad ha evolucionado peor: en 2004 Baleares estaba muy por encima de la media española, y ahora sólo lo está un poco; Valencia estaba un poco por debajo, y ahora lo está mucho (para contextualizar, la posición de Cataluña no se ha modificado respecto de la media).

Este resultado admite al menos dos lecturas. La primera, que el centralismo, y la estructura radial de las infraestructuras que conlleva, sólo beneficia al centro. Valencia y Alicante han obtenido la conexión con Madrid vía AVE y vía autovía gratuita a cambio de no cuestionar el menosprecio de la vía férrea Valencia-Cataluña, pero han salido perjudicadas.

La segunda lectura es sobre la fórmula de la prosperidad. El PP de Aznar proclamaba como dogma de fe que la desregulación es la base de la prosperidad, y Aguirre, Camps y Matas se postulaban como paladines del "liberalismo". En esta línea, hace un par de años el think tank Civismo, que reúne a conspicuos referentes de la derecha española (Pomés, Schwartz, Espinosa de los Monteros...), elaboró una medida del grado de "libertad" (ausencia de regulación) de las diferentes comunidades autónomas, y publicó un gráfico que ponía de manifiesto que estaba correlacionada con la prosperidad: cuanta más "libertad" más prosperidad (PIB per cápita del año 2013), con Madrid al frente de ambas medidas. El gráfico me pareció engañoso y ahora he calculado la relación entre aquel "índice de libertad" y la evolución de la prosperidad entre 2004 y 2015, que tiene mucho más sentido. La relación es estadísticamente inexistente.

Los países, como las personas, acaban teniendo lo que se esfuerzan por tener, y España, a pesar de los discursos, siempre ha supeditado la prosperidad a un modelo político que garantice que el control lo retengan los de siempre.

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