"El optimismo no cura el cáncer, pero ayuda"

El libro 'Viure' muestra cómo hablar de la enfermedad sin caer en el morbo o la cursilería

Ignasi Aragay
3 min
Carles Capdevila, Lara Bonilla, Joan Serra i Ferran Forné, ahir en la presentació del llibre ‘Viure. Jo també tinc càncer’.

Hay libros en los que los auténticos protagonistas no son los autores. E incluso hay libros con protagonistas secretos, ausentes, desaparecidos. Es el caso de Viure. Jo també tinc càncer, que ayer se presentó en la librería Laie. El inspirador de este gran reportaje para dar voz a los enfermos es Ignasi Pujol, el jefe de Economía del ARA que murió de cáncer hace dos años y medio. Es el libro que él quería hacer, y es el que finalmente han escrito dos de sus amigos y periodistas de este diario, Lara Bonilla y Joan Serra, con fotografías de Ferran Forné, también de la familia del ARA. Y con un prólogo del culpable de que todos ellos se conocieran, Carles Capdevila. "Monté el diario y tengo cáncer, me parece que no puedo hacer más méritos para estar aquí", bromeaba ayer.

Cuando a Carles le diagnosticaron el cáncer, hace un año, se lo propuso: "Intentaré hacerlo tan bien como Ignasi", que afrontó la enfermedad "con una gran dignidad y coraje, y con valentía". "Nos dio una lección a todos", recordaba Joan Serra.

Porque, sin duda, no es nada fácil ser enfermo de cáncer, y es de eso de lo que el libro, que ha reunido a unos enfermos fantásticos, ejemplares, sinceros, con unos periodistas que han sabido huir del morbo y la cursilería, del dramatismo fácil y también del optimismo cándido. Con naturalidad, sin esconder nada, los testigos hablan de su historia de superación del cáncer. Como lo volvieron a hacer ayer, en el acto de presentación, algunos de ellos.

Lluís Domingo, que con 29 años le diagnosticaron un cáncer de colon, y que cinco años después está curado, no se considera "ningún héroe, sino un superviviente que hizo lo que pudo para salir adelante". "Desde el primer día quise sacarle dramatismo. El optimismo no cura el cáncer, pero ayuda". Meritxell Rovira, científica del Hospital Clínic que de repente se convirtió en paciente del mismo hospital, añade que, a la vez, "te tienes que permitir poder tener un mal día, sobre todo porque después de la lluvia sale el sol".

El impacto emocional

El impacto emocional de un cáncer es inmenso en quien lo sufre, claro, pero también en los que lo rodean, que a menudo tampoco saben cómo afrontar el bache. Incluidos los médicos. "El cáncer es más que moléculas, quimioterapia y radioterapia... Tiene mucho que ver con los sentimientos", según Lara Bonilla, que ayer quiso recordar las palabras de un médico que sabe escuchar, Josep Tabernero, jefe de oncología médica del Hospital Vall d’Hebron, también entrevistado en el libro: "Hay relaciones médico-paciente que duran más que muchos matrimonios". Una manera divertida de hacer notar la importancia del diálogo y al mismo tiempo recordar que afortunadamente cada vez hay más supervivientes.

Carles Capdevila lo dijo con otras palabras: "Aunque no queramos, asociamos la palabra cáncer a la muerte. Por eso me parece tan bien que el libro se titule Viure [vivir en catalán]". Y que respire ganas de vivir por los cuatro costados, que ahuyente el miedo: "Es un libro que muestra que se puede vivir con el cáncer, que se puede convivir con la enfermedad, que se puede convivir con la sombra de la muerte". Y con el recuerdo de Ignasi y de todos los que ya no están.

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