¿Es posible una nueva vida sin ninguna @?

Con el cambio de año, muchos se proponen empezar desde cero

Quim Aranda
4 min
És possible una nova vida sense cap @?

LondresLa respuesta a la pregunta que plantea el titular podría ser "En apariencia, no". Al menos para los 3.000 millones de personas que en el planeta Tierra utilizamos habitualmente internet, según cifras aportadas por la UIT, la agencia de Naciones Unidas especializada en tecnologías de la información y de la comunicación que difunde este tipo de estadísticas.

Para estos miles de millones que ya la tenemos incorporada como una letra más del abecedario, ¿sería, sin embargo, deseable volver a una existencia pre @? ¿Se puede caminar por el mundo del siglo XXI dejando atrás el móvil, el correo electrónico, el chat de WhatsApp y cualquier otra @ de las que nos rodean? ¿Estamos enfermos de tantas @? Las respuestas a todas estas cuestiones dependen seguramente de la experiencia personal como usuarios de las redes, del background, la edad y otros factores.

Ocho redes sociales

El último informe trimestral de 2016 del Global Web Index (GWI, www.globalwebindex.net), que mide la actividad humana en la red en 34 mercados del mundo incluyendo China -a pesar de las restricciones a la navegación por internet que impone el gobierno de Pekín-, indica que cada uno de los 3.000 millones de usuarios de internet está afiliado, de media, a ocho redes sociales. En el año 2012, el promedio era sólo de tres. En el grupo de edad que va de los 16 a los 24 años, la cifra asciende a nueve.

Y, a diario, también según el GWI, estamos conectados casi dos horas. El rey de los servicios sigue siendo Facebook y sus ecosistemas asociados: Facebook Messenger, WhatsApp e Instagram. La vida ya no se concentra en un chip, ni siquiera en un click, sino en una aplicación, en una abstracción algorítmica que adquiere a veces una dimensión más real que la propia realidad.

Natasha Mauthner, profesora de sociología de la Universidad de Aberdeen (Escocia), esgrime algunos motivos por los que resulta virtualmente imposible desconectarse de las @: "La idea de vivir sin internet es hoy prácticamente inconcebible. ¿El motivo? Muchas de las actividades que solíamos hacer, como comprar alimentos, llamar a los padres o escribir cartas, las llevamos a cabo a través de internet".

A pesar de que nos rodee por todas partes, la socióloga considera alarmista hablar de adicción a las redes. "Es que hablar de adicción a internet parte de la premisa de que la tecnología es intrínsecamente mala y, por tanto, necesita ser racionada. En realidad -continúa-, la tecnología no es ni buena ni mala, sino, simplemente, un medio para obtener un fin".

Con un paisaje como el descrito por GWI y razones como las aportadas por Mauthner, todo apunta a que no hay escapatoria: desconectar no parece una opción viable para los 3.000 millones de conectados del mundo.

El rastro digital

Escaparse de la influencia de internet tampoco resulta sencillo por otra causa: hemos incorporado tantas @ a nuestro día a día que, al cabo de un tiempo, podemos haber olvidado la mayoría de cuentas abiertas, de suscripciones establecidas, de compromisos pasajeros adquiridos y que, en su momento, nos parecieron del todo imprescindibles.

Todo, sin embargo, deja rastro. Un rastro digital que no es nada fácil de borrar. Y, a veces, como suele ocurrir cuando se rescatan tweets de hace tiempo -o como cuando se miran fotografías antiguas-, estas huellas se nos pueden girar en contra e incluso avergonzarnos. Por no mencionar el mal uso y abuso que los grandes gigantes tecnológicos, o los servicios de seguridad y cuerpos policiales de los estados, pueden hacer con la incontable cantidad de información privada que vertemos en la red.

La paradoja es que, gracias a la tecnología, puede haber una solución. De momento, el remedio es sólo parcial. Pero pronto podría abarcar la totalidad de la red. Una pareja de jóvenes ingenieros informáticos suecos, Linus Unnebäck y Wille Dahlbo, ha creado la web Deseat.me, diseñada para eliminar la presencia de cualquier usuario en Internet. ¿Es una herramienta perfecta? No. Porque sólo garantiza la eliminación de la vida que haya tenido a través de Google, no de Yahoo, Hotmail u otros servicios.

El mecanismo resulta, en principio, simple. Se entra en la página habiendo firmado con el correo de Google y, automáticamente, aparece la lista de todas las cuentas digitales abiertas con la dirección mencionada. Este cronista ha hecho la prueba y, con sorpresa, encontró que tenía 67 -y seguro que son pocos-. La mayoría los ignoraba o había olvidado que se hubiera suscrito. Una opción de la web permite decidir si eliminas esa huella concreta o no.

"La web Deseat.me sólo borra lo que el usuario solicita. Utilizamos el protocolo de seguridad de Google, lo que supone que no se piden las claves de acceso que los usuarios tienen", dice Linus Unnebäck. Él y su compañero, Wille Dahlbo, desarrollan todo tipo de programas y aplicaciones, algunas sin ánimo de lucro, como esta, otras como forma profesional de ganarse la vida.

Soluciones intermedias

La solución de eliminar el pasado digital de una tacada quizás parece demasiado radical para los más enganchados. Para ellos, un camino del medio sería los cada vez más populares programas de desintoxicación digital que -otra paradoja más- es posible encontrar a través de una extensa telaraña de webs.

El lujoso hotel Westin de Dublín tiene un paquete que se llama, precisamente, digital-detox. Y desde Califonia -cuna de la invasión @- y a través de la web Digital Detox (digitaldetox.org), ofrecen la versión 2.0 o 3.0, del tradicional mensaje de vacaciones: "Desconectar para hacer una nueva conexión". ¿Qué proponen? Una estancia en un rancho en el norte del estado para hacer senderismo, yoga, meditación, arte, manualidades, deglutir productos orgánicos, vivir la existencia hippie... Todo sin aparatos electrónicos, claro. A los afortunados se les promete una oportunidad de volver a la niñez con "canciones a la luz de una hoguera en lugar de vídeos de YouTube y juegos de mesa en lugar de los Angry Birds", tal como anuncian.

"¿Es la solución a la sobredosis de @ que nos rodea?" No -dice la socióloga Mauthner-. ¿Qué sentido tienen unas minivacaciones digitales si, cuando vuelves a casa, tienes que enfrentarte a 200 correos electrónicos? "En resumen, o tomamos una decisión radical -y aquí la web de Unnebäck y Dahlbo puede ser un primer paso- o "esconder la cabeza bajo la arena -como remacha Mauthner- no nos servirá de nada". Empezar en 2017 desde 0, sin pasado digital, no resulta, pues, un reto fácil: parece revestido de la piel de las utopías.

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