"Era un sueño que ni nos atrevíamos a tener"

Los RCR celebran el premio con música electrónica mientras atienden a medios de todo el mundo

Josep Pastells
3 min
“Era un somni que ni gosàvem tenir”

OlotLa antigua fundición Barberí de la calle Fontanella de Olot, situada junto al río Fluvià, está llena de gente que baila en la oscuridad al compás de la música electrónica. Son las seis de la tarde y ya hace dos horas que se ha hecho público el premio Pritzker para el estudio RCR, pero si no fuera por el ir y venir de cámaras y periodistas que persiguen los tres galardonados, el ambiente en este estudio de techos altísimos parecería más propio de una fiesta desfasada que de la celebración del galardón que está considerado como el Nobel de la arquitectura. "No hemos tenido tiempo de pensar qué haremos para celebrarlo", asegura Ramon Vilalta, todavía perplejo por el premio, a pesar de que hace ya más de quince días que su mujer, Carme Pigem, recibió la llamada en la que le comunicaban que ellos dos y Rafael Aranda recibirían el prestigioso reconocimiento el 20 de mayo en el Palacio Akasaka de Tokio. "Los tres estábamos trabajando alrededor de nuestra mesa y cuando me sonó el móvil salí un momento. Al regresar y decirles lo que me acababan de comunicar vivimos un momento muy especial", recuerda Pigem. "No nos lo esperábamos y fue muy emocionante", interviene Aranda. "Era un sueño que ni nos atrevíamos a tener", añade. "Ahora toca disfrutar del momento, que es excepcional", dice Vilalta.

Salto a la internacionalización

La presencia en Olot de numerosos medios extranjeros, como The New York Times, Le Monde y el Financial Times, corrobora que los tres fundadores de RCR han hecho un enorme paso adelante en una carrera que, según Pigem, quizás dio el salto a la internacionalización cuando ganaron, en 2006, el concurso para hacer el Museo Pierre Soulages. "No nos presentamos porque pensáramos ir a hacer proyectos fuera, sino porque este pintor francés nos interesaba y vimos que era una oportunidad muy bonita. Pesaron más el espíritu y las ganas que la intención de ser más reconocidos ", insiste Pigem. Desde entonces, las salidas al exterior han sido habituales, como lo demuestran, por ejemplo, el edificio de viviendas que han terminado recientemente en Dubai y la mediateca que dentro de una semana inaugurarán en Gante (Bélgica). "También es fruto de un concurso y estamos muy contentos de cómo ha quedado", explica Aranda.

"Veremos qué pasa después de este reconocimiento, pero no tenemos ninguna intención de que esto nos cambie", apunta Pigem antes de expresar un deseo: "Nos gustaría que este premio nos permitiera trabajar con más calidad, tiempo y dedicación". Lo que es seguro es que a partir de ahora serán más observados que nunca. "Tendremos muchas más miradas sobre nosotros, pero siempre hemos seguido nuestro camino y esperamos seguir haciéndolo", dice Vilalta.

Un revulsivo para el sector

Más allá del impacto del galardón en su trayectoria, desean que también tenga efectos beneficiosos para el conjunto del sector: "El problema reciente ha sido la crisis -añade Vilalta-, pero aquí se ha trabajado a alto nivel y ojalá esto ejerza de revulsivo para dar paso a algo como lo que se produjo en el mundo de la gastronomía española". Después de estudiar los tres en la Escuela Superior de Arquitectura Técnica del Vallès, en Sant Cugat, los profesores se sorprendieron de que quisieran volver a Olot. "Nos dijeron si lo habíamos pensado bien, porque la tradición era establecerse en una gran ciudad como Barcelona e irse a grandes despachos", relata Vilalta. Para los RCR, la capital de la Garrotxa ha sido "un aprendizaje sobre paisaje y naturaleza que se basa en entender los dos conceptos y llevar este conocimiento a cada lugar en el que uno trabaja". "Si vamos al desierto intentamos comprenderlo", explican. Los tres admiten que han elegido un camino muy personal, apartado de las corrientes más trilladas. "Hemos sido muy genuinos y hemos intentado trabajar con sinceridad y honestidad de la manera que nos parecía mejor", reflexiona Pigem. "Nos gusta pensar que intentamos hacer espacios que tengan alma", comenta Aranda.

"Una vez un crítico dijo que somos como un grupo de jazz y nos gusta entenderlo así. Uno empieza y el otro lo retoma; el otro lo coge y el otro lo deja. Llevamos 30 años juntos y podríamos decir que ahora las estrellas se han alineado", explica Aranda mientras continúa sonando la música electrónica. "Es cosa de los trabajadores del despacho, nosotros no tenemos nada que ver -se excusa Pigem-, pero quizás sí que es una muestra de que hacemos las cosas diferente". Afables y cercanos, los tres fundadores de RCR continúan atendiendo a medios en un despacho abarrotado de papeles y planos en las mesas y de libros hasta el techo. Es el mismo espacio en el que años atrás fundieron el Cristo del Tibidabo y las campanas de la catedral de Barcelona.

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