Wenceslao Fernández Flórez 1918
28/10/2016

¡Cuál gritan esos malditos!

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¡Cuál gritan esos malditos!

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsQueremos poner un breve comentario a la crisis. […] Habremos de reducirnos a afirmar que nada ha cambiado; que la solución dada a los graves sucesos no es, en nuestro aprecio, otra cosa que insistir en el error y abrir un compás de espera que no tendrá una gran duración. […] Romanones logró acentuar su desprestigio y García Prieto corroboró la idea que todos teníamos formada de su miopía. ¡Vaya con Dios!... Ahora volveremos a encontrárnoslos en el Parlamento, repitiendo análogos tópicos, luchando por las mismas naderías, enzarzados en las mismas estériles discusiones, en el fondo de las cuales no existe otra cosa que un interés particular. A pesar del unánime disgusto de las gentes, a pesar de la desastrosa gestión de este período, es curioso ver cómo ningún hombre de los últimos gobiernos ha quedado inutilizado. Todos ellos caen envueltos en el fracaso y en el ridículo, cuando no maculados por graves acusaciones. No obstante, todos continúan en disponibilidad de volver a hacerse cargo del régimen de España. Es el colmo del cinismo y el colmo de la mansedumbre, que marchan juntos. Conocemos desde hace tiempo la presencia de ánimo del conde de Romanones, ese género especial de presencia de ánimo que recibe vulgarmente la denominación de “frescura”. Y aun conociéndola, no podíamos esperar que llegase al extremo a que llegó en la ocasión presente. […] Al salir de Palacio de evacuar la consulta del rey, Romanones se detuvo a hablar con los periodistas, a los que dijo alguna de esas vulgaridades malintencionadas que tiene siempre en los labios en estas ocasiones. Mientras esto ocurría, un numerosísimo grupo de personas estacionadas frente a Palacio exteriorizaban con gritos y silbidos su profunda antipatía contra el conde. Esto es muy frecuente. El funesto personaje recoge casi diariamente las muestras de repulsión del pueblo, que bien ganadas las tiene. El grupo silbaba y denostaba. […] Al subir al autor recrudeciéronse más las imprecaciones contra Romanones. Entonces el aborrecible político, renqueando para izarse hasta el mullido asiento, comentó: “¡Cuál gritan esos malditos!” Y el auto echó a correr, llevando dentro aquel hombre feliz que acababa de dejar pasar por entre el arco de sus piernas las protestas del pueblo con un desdén olímpico, con el más ofensivo encogimiento de hombros. Ese hombre volverá al poder.

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