Manuel Vázquez Montalbán 1992
21/05/2017

Medido y bien medido

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Medido y bien medido

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsLa ceremonia de presentación de los Juegos Olímpicos de Barcelona fue un prodigio de cálculo de estrategias patrióticas. Por una parte había que satisfacer el sentimiento nacionalista catalán, por otra no vejar el complejo de hegemonía histórica del nacionalismo estatal español y, finalmente, prevenir la reacción de insatisfechos ultras, de una y otra tendencia. Se trataba de salir de la ceremonia inaugural con la figura del Rey sin mancha de silbidos y abucheos. No es que Juan Carlos sea una figura impopular en Cataluña y la familia real ha conseguido, como los buenos árbitros de fútbol, pasar inadvertida, a diferencia de otras familias reales tan cansadas de serlo como las democracias europeas instauradas en 1945. Pero el Rey es el símbolo del Estado español y en tiempos de Croacias, Eslovenias, Eslovaquias, Lituanias, el nacionalismo catalán añade a sus razones históricas el importante factor de “imaginario” posible. Si es posible imaginar la independencia de Ucrania, ¿por qué no la de Cataluña? Que se imagine no quiere decir que se desee, o al menos que se desee tan vehementemente como para provocar un conflicto social grave. Un estatuto que permita la reafirmación de la propia identidad, la relativización de la dependencia a unas señas de identidad españolas y el reconocimiento periódico de que Cataluña es la punta de lanza de la modernización de España, dejaría suficientemente contento al personal durante una temporada histórica y más aún si el Barcelona Fútbol Club continúa ganando la Liga, la Copa de Europa y adquiriendo el papel de ejército desarmado simbólico de la catalanidad. Todas estas corroboraciones estuvieron presentes en el acto inaugural. Los Reyes entraron en el palco presidencial no a los acordes del himno nacional español, sino del himno “Els segadors”, el más duro de los himnos nacionalistas catalanes, utilizado desde las luchas contra Castilla en el siglo XVII… […] Era imposible silbar a un Rey que se presenta respaldado por el himno más querido y, en el pasado, prohibido. A continuación, el catalán figuró como lengua oficial al lado del español, el francés y el inglés, bien fuera en las alocuciones de Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, o en las del alcalde de la ciudad, el socialista Pasqual Maragall. Tan sorprendente era para los que tenemos memoria histórica ver al señor Samaranch, de tan reconocido pasado franquista, asumiendo su propia lengua vencida en la Guerra Civil, como valores democráticos contra los que el franquismo hizo cuestión de vida e Historia. […]

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