'Trumbo' y la inquisición... universal
La película 'Trumbo' describe la caza de brujas iniciada en Hollywood en 1947. El tribunal de inquisición, llamado Comité de Actividades Antiestadounidenses, envió a la cárcel por “desacato al Congreso” a Dalton Trumbo (1905-1976), guionista y novelista, miembro del grupo los 'Diez de Hollywood', afiliados al Partido Comunista y defensores de los sindicatos en la industria cinematográfica. 'Trumbo', uno de los escritores mejor pagados en Hollywood, entró junto con decenas de guionistas en la lista negra hasta 1960, aunque varios de sus guiones, entre ellos dos que obtuvieron el Óscar, fueron firmados por otra persona o con seudónimo.
El actor Bryan Cranston (famoso por su actuación 'Breaking Bad') en el papel de Trumbo es excelente, como no lo es menos Helen Mirren en el otro gran personaje de esta historia, el de Hedda Hopper, la ex actriz reconvertida en periodista de cotilleos que protagoniza la campaña contra los guionistas, actores, directores y productores 'antiamericanos'.
El director Jay Roach sazona la película con breves pantallazos de material de la época, donde se puede ver a los actores Ronald Reagan y Robert Taylor, al entonces miembro de la Cámara de Representantes Richard Nixon y al senador Joseph McCarthy.
El enfrentamiento que recrea el film entre el escritor y el derechista John Wayne a propósito de la primera enmienda -la libertad de expresión como principio sagrado- es uno de los momentos memorables de Trumbo. Una escena que ocurrió tal cual, según han asegurado las hermanas Trumbo y otras fuentes de la época durante el rodaje de la película.
En el desarrollo de la acción de Trumbo es difícil escapar a la sensación de parábola. Esta consiste no en el tradicional relato figurado del que se derivan pistas sobre un tema que no es explícito. Más bien pasa lo contrario. Es una parábola en el sentido casi literal: comparación o semejanza.
Y esta semejanza está en las nuevas formas de macarthismo que vivimos en la rabiosa actualidad, en Estados Unidos y más precisamente en países como España. Es como si la Guerra Fría de la época de finales de los cuarenta, los cincuenta y los sesenta haya vuelto por sus fueros.
En EE.UU es la cruzada contra aquellos que han denunciado la guerra de Irak en 2003, el Patriot Act, la mentira de las armas de destrucción masiva y la tortura en Abu Ghraib y Guantánamo, acusándoles de apoyar a Osama Bin Laden.
En España es la cruzada contra Podemos por ser una amenaza, en recientes palabras de Esperanza Aguirre, para la “democracia representantiva”. La ex presidenta de la Comunidad de Madrid y actual portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid es, en cierto modo, una Hedda Hooper de nuestro tiempo.
O también la demonización de aquellos que, como ha ocurrido con un juez, han admitido haber tenido casos de sospecha fuerte de tortura a los que los tribunales no han dado respuesta como corresponde a un Estado de Derecho. O la criminalización del soberanismo catalán, 'fabricando' cuentas bancarias en Suiza a quien no las ha tenido ni las tiene, entre otras 'operaciones basura'.
Trumbo va sobre la inquisición contra las libertades civiles, un estado de la sociedad que pese a haberlo vaticinado hasta habría asombrado al propio escritor británico George Orwell.
En la parábola que va desde aquellos años a la actualidad está el papel de los medios de comunicación. Helen Mirren borda una Hedda Hooper formidable. Bryan Cranston, al explicar su idea de Trumbo y de Hopper, ha señalado: “Hoy hay manipulación como la había en los tiempos de Hedda. Ella podía crear o destrozar carreras. Y en relación a las campañas de prensa… Si dices algo con suficiente constancia la gente, aunque no sea cierto, empieza a creerlo y se impone la percepción de la verdad. Y muchas veces es más importante la percepción de la verdad en oposición a lo que es verdad…”
