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La Comisión Europea se reivindica con las vacunas

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Ursula Von der Leyen col·locant-se la mascareta contra el coronavirus, en el seu primer discurs sobre l'estat de la Unió al Parlament Europeu de Brussel·les

BarcelonaLa Comisión Europea ha aprobado este miércoles el contrato para la compra anticipada de 300 millones de unidades de la vacuna de Pfizer-Biontech, que tiene un 90% de efectividad según los primeros estudios preliminares y ha desatado una oleada de optimismo económico. En España, que ya ha superado la barrera de los 40.000 muertos, se espera contar con 10 millones de unidades ya a principios del año que viene para empezar a vacunar a los sectores más vulnerables de la población y a los profesionales sanitarios.

Es el cuarto acuerdo de estas características que cierra la Comisión, que está aprovechando la crisis sanitaria provocada por la pandemia para mostrar cuáles son las ventajas de la actuación conjunta de los 27 cuando se trata de proveerse de material sanitario. Antes de este acuerdo, Bruselas ya se había asegurado 1.100 millones de vacunas de los diferentes ensayos que están experimentando varias farmacéuticas. De alguna manera, la pandemia pone de relieve las ventajas de formar parte de un ente supraestatal como la UE, puesto que tiene más poder de negociación con las multinacionales farmacéuticas.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que es médico de formación, quiere ir todavía más allá y ha vuelto a insistir en la necesidad que el ejecutivo europeo tenga más poder en el ámbito sanitario. Así, por ejemplo, defiende que Bruselas pueda declarar el estado de emergencia sanitaria a nivel europeo y que las agencias comunitarias como el Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA) tengan más peso en la toma de decisiones.

Tiene toda la lógica que sea la UE la que coordine ciertas políticas, como por ejemplo la llegada de viajeros extracomunitarios desde países con mucha incidencia del virus. Otras decisiones, como por ejemplo los cierres perimetrales o los confinamientos parciales, se tienen que tomar a nivel más local. Lo que no se puede repetir es el caos que se produjo durante la primera oleada, cuando los diferentes estados cerraron sus fronteras sin encomendarse a nadie y haciendo saltar una vez más por los aires el tratado de Schengen. Lo que se haga tiene que ser acordado y coordinado.

La UE tiene que tener una política común, incluso unos indicadores comunes, y un órgano de coordinación supranacional que solo puede ser la Comisión Europea. Von der Leyen tiene que aprovechar la situación para demostrar a la ciudadanía que las instituciones europeas pueden ser útiles en momentos de crisis como los que estamos viviendo, ya sea comprando vacunas, distribuyendo ayudas o controlando los flujos de viajeros. Los estados miembros tienen que dar un paso más en la transferencia de soberanía hacia la Comisión en políticas de coordinación sanitaria de un espacio que afecta los 500 millones de europeos.

La Unión Europea se juega el futuro en esta crisis sanitaria y económica. Si consigue demostrar la eficacia de las instituciones comunes, Von der Leyen habrá dado un paso de gigante. El siguiente será que los estados desbloqueen el acuerdo para el gran plan de reconstrucción de la economía europea, dotado con 750.000 millones de euros, que ahora mismo está pendiente de Hungría.

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