¿Cómo encaramos las enfermeras esta segunda oleada?

La dotación del plan de la atención primaria no será suficiente para hacer frente a las necesidades reales

Alba Brugués
3 min
Cua per entrar a fer-se la prova del Covid-19 a un CAP de la Sagrada Familia

Ante de esta segunda oleada, todo el sistema sanitario está más preparado y los profesionales tenemos más conocimiento de cómo se comporta el virus. Pero la atención primaria todavía no tiene la dotación de personal, ni de material ni de espacios necesarios para hacerle frente, si no rebajamos la tensión a la que está sometida desde el inicio de la pandemia. Nos encontramos, además, con una segunda oleada que parece ir bastante deprisa, con un aumento exponencial de los casos positivos. Esto supondrá que la tensión y el cansancio de los profesionales se agravará.

De hecho, las enfermeras de la atención primaria, como el resto de compañeros sanitarios, trabajamos duramente durante la primera oleada. Hay que recordar que la primaria fue el muro de contención con el seguimiento y control del 80% de los casos de covid-19. Actualmente tenemos que añadir, además, toda la gestión de las escuelas, las residencias y la realización de PCR o tests rápidos a los pacientes que tienen síntomas y a aquellos que han estado en contacto con un paciente de covid-19. Y desde el 15 de octubre hay que sumar, también, la vacunación antigripal, que este año está dirigida a nivel comunitario.

Todo esto lo tenemos que hacer sin dejar de atender a la población con enfermedad crónica, situaciones de final de vida, tanto en el centro como en el domicilio, vacunaciones escolares, etc.

Y en este contexto, ahora, estamos cansadas y no somos suficientes. De hecho, tendríamos que ser el doble para empezar a hablar de ratios adecuadas a las necesidades reales que tiene la población. Una enfermera altamente cualificada supone una inversión de 6 años: 4 años en formación de grado y 2 de especialidad. Si ahora no se ponen medidas para aumentar la capacidad en las universidades para incrementar las ratios de enfermeras, que recordamos que son las más bajas de Europa, nunca llegaremos a tener el número adecuado de enfermeras para atender a la población con calidad. Hay que aumentar las plazas para la formación especializada de enfermería familiar y comunitaria.

También necesitamos mejorar los espacios de los CAP y de los centros de urgencia de atención primaria (CUAP). A menudo hablamos de espacios pequeños y que no son adecuados para mantener circuitos diferenciados de pacientes con síntomas covid-19 o no covid-19.

Es cierto que el Departament de Salut ya está adjudicando el presupuesto del Plan de Enfortiment y Transformació de la Atenció Primària; esta es la buena noticia. La mala es que vamos tarde y la dotación no será suficiente para hacer frente a las necesidades reales. La segunda oleada ya la tenemos aquí, y los directivos de los centros de atención primaria todavía no han tenido tiempo de gestionar este presupuesto. Y hay que mirar más allá para que sea una transformación real de la atención primaria.

Por lo tanto, tendremos que seguir ofreciendo lo mejor de nosotras mismas y seguir dando lo mejor de cada cual para cuidar y atender a nuestros pacientes. En esto, las profesionales sanitarias estamos altamente comprometidas. Si no, nos dedicaríamos a otros oficios.

Hay que recordar que esta pandemia ha empeorado la situación de los más frágiles y de las personas en situación de soledad, dificultando el seguimiento de su tratamiento y afectando su estado emocional y anímico. Pero las enfermeras de primaria seguimos atendiéndoles y somos conscientes de la necesidad de incorporar más trabajadoras sociales con quien podamos coordinarnos y ofrecer, desde la atención primaria, las respuestas sociales adecuadas.

En esta segunda oleada tendremos que buscar mecanismos para que los profesionales podamos tener espacios de descanso para no sufrir más estrés del que tenemos día a día. Agendas adaptadas para que no todo se centre en la gestión del covid-19, y que las enfermeras y médicas podamos atender a nuestros pacientes. Esto es necesario tanto para los profesionales como para las personas atendidas.

A pesar del cansancio y la presión, agradecemos el reconocimiento de nuestros pacientes y de la ciudadanía. Pero hace falta también que la administración nos escuche, nos dé las herramientas necesarias para trabajar y desarrollar nuestras competencias, y nos tenga más presentes a la hora de diseñar las políticas de salud.

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