ELS EFECTES DEL COVID-19

Hacerse mayor en tiempos de pandemia: todavía más difícil

Los expertos alertan del aislamiento y las renuncias de los jóvenes en un momento crucial para su desarrollo

Thaïs Gutiérrez
7 min
01. Dues joves a la terrassa d’un bar al costat del Mercat de Collblanc, a l’Hospitalet de Llobregat, el juliol passat.  02. Alumnes fent un examen a la Universitat Autònoma de Barcelona.

Barcelona“Los jóvenes son ahora mismo un colectivo profundamente desencantado”. Lo dice Natàlia Cantó, socióloga y profesora de la UOC, que apunta que “han sufrido mucho los efectos de la pandemia y ahora ven venir una gran crisis económica que hace que muchos de los que están estudiando se pregunten si eso les servirá para el futuro, y que los que ya están trabajando piensen que se encontrarán condiciones muy precarias. Todo esto tiene un fuerte impacto en su bienestar emocional”, explica.

Dentro del gran colectivo de jóvenes ella cree que es importante diferenciar entre los que están en etapa de escolarización obligatoria (los que todavía cursan la ESO, “que como mínimo todavía tienen la puerta abierta a una cierta normalidad porque van a la escuela y eso quiere decir reencontrarse con amigos y profesores”) y los que ya no están en esta etapa porque trabajan o cursan estudios superiores. “Los del mundo laboral es probable que estén sufriendo como trabajadores jóvenes, mal pagados y precarios; y los que se siguen formando lo hacen aislados ante un ordenador, en casa, con unos profesores que no estaban nada preparados para la formación online y que están colapsados porque su modelo es presencial y, por lo tanto, hacen unas clases online que no motivan y no funcionan. El panorama es bastante desolador”.

En la misma línea se expresa Dolors Líria, psicóloga y miembro de la junta de gobierno del Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya (COPC), que apunta que la salud mental de los jóvenes está sufriendo las consecuencias de esta crisis. “Todo lo que está pasando tiene un gran impacto emocional en ellos: provoca angustia, preocupación, decepción... Y es normal que esto se pueda traducir en más nerviosismo, irritabilidad, rabia e incluso conflictos con familiares o amigos. Son los síntomas que estamos viendo más en la consulta y han aumentado desde el inicio de la pandemia”, explica. Líria cree que una de las claves para entender el malestar de los jóvenes es “la acumulación de renuncias”. “Esto tiene un gran impacto emocional, puesto que hace muchos meses que están renunciando a todo aquello que es natural a su edad: salir, experimentar, conocer, socializarse... Todo esto ahora no se puede hacer y es una pérdida que viven muy intensamente, y con la incertidumbre de que no saben cuándo se acabará. Todo ello provoca apatía y tristeza en muchos jóvenes”.

Una etapa vital

Natàlia Cantó destaca que “la juventud es vital” para explicar la importancia de esta etapa tan especial. “Se espera de ellos que construyan un proyecto de vida y esto se hace relacionalmente, con los otros. Hay vínculos que se tejen en la juventud que hacen posibles las personas que serán después. Y ahora no lo pueden hacer y no lo estamos teniendo en cuenta. Ahora mismo todo aquello que posibilita el tránsito a la vida adulta está bloqueado, no pueden dar los pasos necesarios para construir su futuro y por eso hace falta que tengamos más empatía con ellos”, pide.

Además, recuerda que durante muchos años “les hemos vendido la moto de lo que era ser joven, una etapa muy intensa y muy especial, expansiva, pero cuando han llegado les hemos dicho que ahora yo no será así”. “Esto tiene unas consecuencias emocionales muy fuertes”, alerta, y hace la comparación entre un adulto y un joven: “Si a una persona de 40 años le pides que ponga sus necesidades sociales en la nevera durante unos años pues mira, sabe mal, es difícil, pero no pasa nada. Pero con un joven sí pasa y es que puede producir un aislamiento muy fuerte y muy duro de gestionar”, destaca.

Jóvenes en situaciones vulnerables

Cantó pone énfasis también en la salud mental de los jóvenes en situaciones más vulnerables. “La pandemia lo que ha hecho es acentuar las desigualdades, hacerlas más grandes, y esto tiene un gran impacto emocional en muchos jóvenes. Coincide con este análisis Núria Fuentes, profesora y catedrática de la UB y coordinadora del grupo de investigación en intervenciones sociales en la infancia y la juventud. “Ya éramos uno de los países con una situación de pobreza infantil y juvenil más elevada, y ahora con la pandemia este riesgo ha aumentado. Y esto es un gran problema también para la salud mental de estos jóvenes, puesto que lleva a situaciones muy complicadas y se reducen sus oportunidades presentes y de futuro”, dice. “Tener una juventud en un contexto de precariedad, como les está pasando a muchos chicos y chicas de este país, incrementa su vulnerabilidad emocional”, resume. Y pone como ejemplo la brecha digital. “La educación no presencial nos ha traído un problema de acceso a los contenidos, a las plataformas y a los recursos que ofrecen las escuelas y ha dejado a muchos jóvenes excluidos, no solo en la parte teórica de los aprendizajes sino también en el acompañamiento, a menudo emocional, y que ahora no reciben”.

¿Culpables de la segunda oleada?

Uno de los grandes problemas que han tenido los jóvenes en esta segunda oleada de covid-19 es que se los ha culpabilizado del aumento de casos por sus supuestos malos comportamientos. “No creo que hayan sido los únicos culpables de la segunda oleada”, dice Fuentes. “Ha habido mucha gente que se ha saltado las normas, pero a ellos se los ha señalado mucho, como colectivo, cuando en realidad han sido solo algunos los que lo han hecho mal”.

Esta profesora apunta que lo que tendríamos que hacer “como adultos” es “ponernos en su lugar, entender las necesidades que tienen y preguntarnos y preguntarlos qué necesitan”. “Creo que se los hemos preguntado poco, y estaría bien hacerlo para intentar encontrar maneras seguras para que puedan hacer algunas de las cosas que necesitan, sobre todo relacionarse. Tendríamos que haber contado más con ellos y darles un papel más activo”.

Dolors Líria también dice que la criminalización que han sufrido “no es justa” y cree que lo que estaría bien es “hacer un reconocimiento a todos los jóvenes que sí lo hacen bien, que siguen las recomendaciones, tienen criterio propio, se cuidan y cuidan, que son muchos”.

Todos los expertos coinciden en que quizás puede salir algo bueno de la situación actual, y por eso les preguntamos qué sacarán los jóvenes de esta etapa. Núria Fuentes apunta que es muy probable que les sirva “para poner en orden sus valores” y “para aprender a vivir en un mundo muy incierto donde tienen que desarrollar la capacidad de adaptabilidad y de creatividad, así como de gestionar incertidumbres. Todas estas capacidades las están empezando a sacar y esto les irá muy bien”.

Dolors Líria cree que el aprendizaje que puedan sacar de estos meses de pandemia y todas las renuncias y adaptaciones que han hecho “les quedará de por vida”. “Tendrán por siempre jamás la conciencia de que han sido capaces de hacer frente a una adversidad muy grande y cuando se encuentren en otros momentos difíciles podrán mirar atrás y encontrar herramientas útiles para gestionarlos”.

Natàlia Cantó va algo más allá y destaca que los jóvenes de hoy en día son los niños que sufrieron la crisis del 2008 y, por lo tanto, han vivido situaciones complicadas desde muy pequeños. “Esto quiere decir que seguramente serán una generación que dará muy pocas cosas por descontadas y podría pasar que nos encontráramos con dos reacciones extremas. Por un lado los que cuando sean mayores intentarán vivir la vida siguiendo un carpe diem extremo, con la voluntad de vivir el momento porque saben que no controlan nada y no saben qué pasará mañana. Pero, por el otro, también podríamos encontrarnos con que hagan lo contrario precisamente porque saben que no controlan lo que pasará, y por eso hay que estar muy prevenidos”.

Cantó apunta que es una generación de jóvenes que “han visto cómo se rompían cosas con las cuales contaban, y esto deja marcas”.

Aumentan las consultas psicológicas

A pesar de que no hay cifras oficiales del aumento de atención psicológica a los jóvenes, los profesionales de la salud mental sí explican que han visto un crecimiento. Roger Ballescà, psicólogo en el Hospital Sagrado Corazón de Martorell y vicesecretario de la junta de gobierno del COPC, dice que habido “un aumento de la demanda tanto en los servicios públicos como en los privados”, pero destaca que se ha visto amortiguada por dos motivos importantes: “En cuanto a los servicios públicos, porque la gran mayoría de los casos de salud mental juvenil vienen derivados de los ambulatorios y ahora mismo están y han estado colapsados, de forma que es difícil que puedan atender todas las patologías, especialmente las de salud mental”. Y en el caso de la consulta privada, Ballescà apunta que, a pesar de que sí se ha vivido un aumento de la demanda, seguramente es más bajo del real, puesto que “este aumento se ha frenado por los problemas económicos de muchas familias, porque en situaciones de crisis mucha gente no se puede pagar los tratamientos psicológicos”.

Empezar la universidad en tiempos de covid

Uno de los momentos más especiales en la vida de los jóvenes estudiantes es la entrada en la universidad. Un mundo nuevo no solo de conocimiento sino de relaciones y descubrimientos que en muchos casos te acompañan el resto de la vida. “Pero los jóvenes que han empezado este año la universidad se han quedado sin la parte social que implica y que para ellos es muy importante”, destaca Natàlia Cantó, socióloga y profesora de la UOC.

“La universidad también es hacer nuevos amigos, relacionarte con los profesores, ir a la biblioteca, trabajar en grupo, pasar ratos en la cafetería, enamorarte, ir a las fiestas universitarias... Y ahora esto no lo pueden hacer y la única manera que tienen para relacionarse con los compañeros es online, cosa que los hace sentir profundamente aislados”, alerta.

“Es evidente que tenemos que luchar contra la pandemia pero estamos invisibilizando todas las consecuencias a nivel de salud mental de la manera en que lo estamos gestionando. Si las tiendas y los metros están abiertos, ¿por qué no pueden estar abiertas las universidades?”, pregunta esta experta, que cree que “a los ojos de los jóvenes hay muchas decisiones que parecen incomprensibles y que les lanzan el mensaje de que no se los tiene en cuenta, como pasó durante el confinamiento”.

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