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Por Navidad, responsabilidad individual

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Encesa dels llums de Nadal a Barcelona

BarcelonaPoco a poco los ciudadanos vamos conociendo qué restricciones habrá para celebrar una Navidad que necesariamente será de mínimos a causa de la pandemia. Finalmente, los grupos familiares tendrán que ser de un máximo de 10 personas con niños incluidos y en Nochebuena, Nochevieja y la noche de Reyes el toque de queda se alargará hasta la una y media de la madrugada. En cuanto a la movilidad, todavía no hay nada decidido en Catalunya (dependerá de las fases de la desescalada), a pesar de que para el ámbito estatal ayer se aprobó en el Consejo Interterritorial que solo se podrá viajar de una comunidad autónoma a otra si es para asistir a un encuentro familiar. Esto significa, por ejemplo, que no se podrá viajar para hacer turismo o actividades de ocio. Como recomendación, se pide que no se junten más de dos burbujas de convivencia en cada encuentro.

Las autoridades sanitarias buscan un difícil equilibrio entre controlar la evolución del coronavirus y mantener una mínima actividad económica y social en unas fechas tan destacadas. Pero las dudas son tantas que no se ha conseguido todavía una comunicación efectiva de cuáles son los parámetros que se siguen para decidir las restricciones. La política de globo sonda y las filtraciones también han acabado de desorientar una ciudadanía que tiene que hacer un sudoku para saber qué restricciones están en vigor en cada momento. Tampoco ayuda lanzar mensajes en el sentido de dibujar la Navidad como un periodo excepcional al margen de la situación epidemiológica.

Desde este punto de vista, lo que corresponde es reclamar máxima transparencia y coherencia. Es evidente que las fiestas de Navidad son especialmente inoportunas en la lucha contra la pandemia porque apenas se está saliendo de una segunda oleada y algunos indicadores ya han empezado a subir menos de dos semanas después de autorizar la apertura de bares y restaurantes. La tasa de contagio, que hace 15 días estaba en 0,77, se ha situado ya en el 0,89, a una sola centésima del límite que fijó la Generalitat como mínimo para poder cambiar de fase de desescalada. Del mismo modo, el riesgo de rebrote ha repuntado de 205 a 210, apuntando a una tendencia que si no se para a tiempo puede acabar siendo muy peligrosa. Si esto ha pasado en un periodo de normalidad, imaginen qué puede pasar durante unos días en los que la población se desplaza de forma masiva para participar en encuentros familiares y cuando el frío no permite celebrarlas al aire libre.

Países como Italia o Francia ya han aprobado medidas más restrictivas, y otros como Alemania o Bélgica las están estudiando. Todos los expertos apuntan, pues, que la Navidad puede ser una especie de bomba epidemiológica. Por lo tanto, habrá que extremar las precauciones. Y como por suerte no vivimos en un sistema dictatorial como el chino ni en la utopía autoritaria de George Orwell, al final todo dependerá de las decisiones individuales de cada cual. Esta será la Navidad más atípica, pero entre todos nos tendríamos que conjurar para que no se convierta en la antesala de una tercera oleada tanto o más devastadora que las dos primeras.

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