El PP ¿ hacia AP? y Ciudadanos ¿proa a la UCD?

El agotamiento de Rajoy y el fin del proyecto de los populares

Ernesto Ekaizer
4 min
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MadridJosé María Aznar no está solo. Varios son los dirigentes actuales y ex líderes de la vieja Alianza Popular de Manuel Fraga que alumbraron más tarde la idea del centro reformista los que han llegado a una, negada hasta ahora, conclusión: Mariano Rajoy ha llegado al cénit de su agotamiento político y ha arrastrado con él al PP. Rajoy, en su calidad de líder, ha llevado al PP, y a España, a patinar en el filo del precipicio catalán… para caer sobre él. El 23-F desembocó en la victoria por mayoría absoluta del PSOE en las elecciones autonómicas de Andalucía el 23 de mayo de 1982 y en la conquista, cinco meses después, el 28 de octubre, de los 202 escaños, una crónica anunciada de la desintegración de la Unión de Centro Democrático (UCD).

La pregunta sobre si el fiasco de la política de Rajoy ante Cataluña, en todos estos años, y el hundimiento del PP en Cataluña el 21-D puede ser el equivalente de ese 23-F, es pertinente: se trata de un acontecimiento político cuya evolución sería susceptible, si no operan fuerzas en sentido contrario, de acelerar una declinación, ya iniciada con anterioridad, del Partido Popular. A diferencia de lo sucedido en tiempos recientes, una fuerza, Ciudadanos, ha logrado reunir en Cataluña fuerzas suficientes, a expensas especialmente del PP, para proyectar un horizonte de cambio sobre el panorama político español.

Cuando el pasado martes, día 26 de diciembre, Rajoy, con ocasión de la firma son los sindicatos y la pa¡tronal del acuerdo de subida del 4% del salario mínimo, habló de los Pactos de la Moncloa un haz de luz cual potente foco hizo brillar su propia debilidad. Rajoy dijo: “Ayer [25 de diciembre] se cumplieron cuarenta años y dos meses de la firma aquí mismo, a 150 metros escasos, de los Pactos de la Moncloa. Aquel 25 de octubre de 1977 se alcanzó el primero de los grandes acuerdos para la estabilidad económica y el progreso social de nuestra democracia, y queremos seguir recorriendo ese camino de esfuerzo y superación”. Un brindis al sol sin casi fuerzas.

El tiempo es exclusivamente, al menos en estos tres años de legislatura que resta, si se cumplen los plazos, tiempo político. La recuperación económica, sobre la base de la devaluación interna, seguirá su curso, consolidando las tendencias –no mitigando- hacia la desigualdad. El despertar, más tardío, del crecimiento en la zona euro da lugar, tras la desincronización inicial, a una nueva sincronización que prolongará el crecimiento en España. De la veta de la recuperación, aunque lo intenta una y otra vez, con sus 20 millones de ocupados en 2020, Rajoy ya no extrae dividendos. Y precisamente porque el tiempo es y será exclusivamente político, es aquí donde Rajoy y el PP tienen su talón de Aquiles.

En su rueda de prensa de final de curso, el presidente del Gobierno y del PP explicó, por enésima vez, que no ve nada que se pueda cambiar. Aunque eso se pondrá prueba, partidariamente hablando, al menos nos ha transmitido sus deseos. Sin poder territorial, es decir, sin mojar en el control de comunidades autónomas y ayuntamientos, según se ha demostrado primero con el PSOE y más tarde con el PP, es difícil por no decir imposible conquistar el Gobierno central.

Si Ciudadanos aprovecha el impulso de Cataluña para ir a por ese poder territorial –cosa que ha rehuido hasta ahora- en las elecciones de mayo de 2019 y logra asumir el gobierno en regiones importantes, las elecciones generales de 2020 –otra vez, caso de que se cumpla la legislatura- se perfilarán de manera diferente a cómo se han presentado en 2015 y 2016. Si Ciudadanos avanza hacia el modelo de partido liberal con la etiqueta reformista – vamos, la UCD-, el PP de los tres años próximos puede ser desplazado hacia la AP de Fraga, antes del celebre y solemne “viaje al centro”.

Aznar lo está viendo desde mucho antes del 21-D. Y, ahora, él, como el puñado de políticos que han estado en ese barco de finales de los años setenta, ochenta y noventa, lo están viendo: Ciudadanos representa ya un peligro a corto y medio plazo para el PP, el peligro de hacerle volver a AP. Claro: apuntamos que este desenlace se abriría camino de “no operar fuerzas en sentido contrario”, esto es, cambios que contengan la crisis del PP y hagan de contrapeso. Los tres años que vienen, elecciones municipales y autonómicas de 2019 mediante, verán levantarse unos escenarios teatrales interminables: los juicios sobre los más variopintos escándalos de corrupción del PP investigadas a lo largo de al menos los últimos diez años, con la Comunidad de Madrid en el epicentro. Y los juicios acabarán con sentencias de los tribunales.

Rajoy se ha comportado frente a esta corrupción como le explicó al ex diputado popular Jorge Trías Sagnier en julio de 2009, que lo haría, cuando analizaron en el despacho del presidente del PP, sexta planta de Génova 13, la instrucción del caso Gürtel por parte del juez Antonio Pedreira. “Cuando el viento sopla mal, lo único que se puede hacer es esperar a que pase. Como ocurre con los juncos, cuando hay un ciclón o una tempestad. Son capaces de doblarse. Y resisten”, le explicó Rajoy. Era la versión política de la canción Resistiré de Carlos Toro que el Dúo Dinámico popularizó en su segundo álbum, en 1988. Rajoy nunca pudo imaginar que terminaría sentándose como testigo precisamente en el caso Gürtel un 26 de junio de 2017.

Tiene a su lado Rajoy a gente que le instará contra su tendencia a “esperar que pase”. Sin ir más lejos, si le pide consejo, uno de sus padrinos del pasado –José Miguel Romay Beccaría, presidente del Consejo de Estado- que ahora lo es de Alberto Nuñez Feijóo, se los daría. Aunque no es fácil vislumbrar a Rajoy en una hipotética sala de hojas de ruta del Palacio de la Moncloa abocado al diseño de su propia sucesión.

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