RIP rebelión

Xavier Melero da la estocada final a la teoría de la rebelión postmoderna montada por los fiscales

Ernesto Ekaizer
4 min
Què és la llei de Godwin i que té a veure amb el judici del Procés?

MadridSí. Requiescat in pace el delito de rebelión.

El abogado Xavier Meleromartilló con firmeza, sin violencia verbal, no carente de ironía, el clavo final en el ataúd de lo que llamó la teoría de rebelión posmoderna, pegada con cola por la Fiscalía del Supremo y el instructor Pablo Llarena, quienes fueron, a su vez, respaldados, oportunamente, por la Sala de Recursos, durante la pretendida investigación exprés -en realidad, los atestados del teniente coronel de la guardia civil Daniel Baena enlazados en sesudos autos judiciales- del referéndum del 1-O.

Y lo hizo con la prueba que el 14 de febrero de 2019, y días posteriores, quebró el castillo de naipes de los fiscales: la declaración del mayor Josep Lluís Trapero, un testimonio seguido por los que prestaron los comisarios de los Mossos d’Esquadra, en especial el de Ferrán López, “el hombre del 155”, el número dos de Trapero nombrado por el ministro del Interior Juan Ignacio Zoido como el nuevo jefe de los Mossos horas después de intervenir la Comunidad Autónoma de Cataluña el 27 de octubre de 2017.

Pocas veces se da una coincidencia tan excepcional en un juicio oral. Y es que Xavier Melero, el abogado que representa a Joaquín Forn, el hombre que trataba con los Mossos, es un avezado creyente en el derecho penal, y que el presidente del tribunal de enjuiciamiento, Manuel Marchena, advirtió la importancia del interrogatorio a Trapero aquel 14 de febrero y usó por primera y última vez en las sesiones el artículo 708 de la ley de Enjuiciamiento Criminal para hacer preguntas al mayor al finalizar el turno de preguntas de las defensas. El cruce entre Melero y Marchena abonó durante aquella jornada la tierra para enterrar el delito de rebelión. La de ayer fue el oficio del funeral propiamente con las palabras precisas de Melero.

La Fiscalía -como pusieron boca arriba Andreu Van den Eynde y Jordi Pina-no se ha limitado a acusar, lo que es su deber. Han hecho trampas procesales. Los fiscales han sido muy valientes con los acusados y con sus defensas. Pero no lo fueron con el instructor Llarena, quien los ninguneó una y otra vez, ya sea rechazando la incorporación de Trapero, Jové y Salvadó a la causa del Supremo sin explicación razonable alguna, o sobre las euroórdenes.

Pero hubo una trampa más relevante. Y es que la Fiscalía del Supremo conocía del 18 de diciembre de 2017 por la Fiscalía de la Audiencia Nacional que, al menos prima facie, la teoría de Llarena y de la juez Lamela, a saber que la rebelión/sedición se apoyaba sobre la existencia de 17.000 hombres armados, los Mossos, estaba averiada. Porque las reuniones del 26 y 28 de septiembre en el Palau de la Generalitat constaban en un escrito de la letrada de Olga Tubau y ya en su declaración del 23 de febrero de 2018 ante la juez Lamela Trapero explicó su contenido al tiempo que reveló la orden que había dado de un plan para detener a Carles Puigdemont y miembros de su Govern.

Estos datos ya suponían un quiebro del andamiaje de dos jueces y fiscales. Pero como dice aquel adagio que ahora le prestan los periodistas a fiscales y jueces –“no permitas que la realidad te estropee una buena noticia”, las Fiscalías de la Audiencia Nacional y del Supremo, y los jueces, la ignoraron. Bueno, no. El fiscal Pedro Rubira, tras escucharla, las consideró de gravedad. Pidió una fianza de 50.000 euros para que siguiera en libertad y dijo:

-Además hoy ha habido un dato relevante, nos hemos enterado de la reunión que hubo entre miembros de los Mossos patrocinada por el declarante con respecto al señor Carlos Puigdemont. Si el investigado hubiera cooperado más activamente entendemos que hubiera evitado mucho trabajo a la Administración de Justicia de haber encauzado el procedimiento.

¿Sostenella y no enmendalla?

Peor. Fue el final de la bancarrota de la rebelión inicialmente concebida y el comienzo de la nueva construcción: la violencia inversa. Es decir: endosar los hechos violentos a las masasque fueron engañadas por los dirigentes de la Generalitat. La rebelión postmoderna, Melero dixit.

Por esta razón, la Fiscalía no pidió la declaración de Trapero ni la de los comisarios. ¿Para qué? ¿Para que ilustrar al tribunal de las reuniones del 26 y 28 de septiembre? No, gracias.

Pero he aquí que cuando Ferrán López declaró que los comisarios advirtieron sobre posible tensión o hechos violentos el 1-O y que Puigdemont replicó “si hay violencia declarare la independencia”, la Fiscalía vio la luz: ¡Eureka! Puigdemont había pronunciado la palabra “violencia”. Esto permitió en su escrito de conclusión final tergiversar la reunión y afirmar que los Mossos recibieron ordenes para permitir el referéndum y simular un dispositivo para faclitarlo.

Pero que los Mossos mencionaran los posibles hechos violentos fue un McGuffin hitchcokiano usado por los fiscales para distraer la atención. Lo importante: que los Mossos no podían ser el instrumento del Govern, que la teoría de la rebelión se venía literalmente abajo.

Una cosa ya es segura desde aquellos días de la respuesta de Trapero a preguntas de Marchena: la rebelión no estuvo ni se le espera. Y si es así, tampoco se puede hacer una faena de aliño con tentativas ni conspiraciones, que también exigen la existencia de una violencia planificada.

Esto es lo que hay.

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