La representación LGTB+ en la cultura audiovisual de masas

Xavi Arnaiz
6 min
La representació LGTB+ en la cultura audiovisual de masses

Unos años antes de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en EEUU, el entonces vicepresidente Joe Biden dijo en una entrevista televisiva que una sitcom como Will & Grace' había hecho más para educar al público en la aceptación de la homosexualidad que casi cualquier otra cosa. La serie, protagonizada por un hombre gay y una mujer heterosexual compañeros de piso, se emitió entre 1998 y 2006 (aquí se vio en La2 y ahora está disponible en Movistar+), coincidiendo la mayor parte con el mandato de George W . Bush. Y no debe ser casualidad que ahora, en plena era Trump y del auge global de la ultraderecha, con los derechos del colectivo LGTB+ nuevamente amenazados, la serie haya vuelto a la vida con nuevos capítulos adaptados a esta realidad. Hace veinte años la existencia de una 'sitcom' así era una anomalía: 'Friends', 'Frasier' o 'Seinfeld' eran heteronormativas, y una persona tan famosa actualmente como Ellen DeGeneres se acababa de enfrentarse a una respuesta negativa de buena parte de su público cuando decidió salir del armario a la 'sitcom' que entonces protagonizaba. En la televisión, la de allí y la de aquí, la homosexualidad era anecdótica.

¿Los tiempos están cambiando? Políticamente el retroceso parece de los grandes, pero venimos de un verano en el que las redes han clamado sin miedo a favor de la diversidad sexual a través del #MeQueer, y vivimos en un presente en el que el consumo audiovisual de masas (especialmente el que está dirigido a los jóvenes) parece más concienciado, dejando de lado si es fruto de estudios de marketing o no. Que en un concurso como 'Operación Triunfo' se genere un debate en torno a la palabra mariconez -con los enfrentamientos marcados entre una generación y la otra- es un paso adelante en la visibilización de las protestas de un colectivo que hasta no hace mucho no tenía espacio en un programa blanco de la cadena pública. Y también lo es que en muchas de las series actuales (pensemos en 'Merlín', 'La Riera' o en uno de los estrenos más recientes de Netflix, la española 'Élite') se apueste por introducir de manera natural personajes gays. En el caso de 'Élite', que mezcla el drama de instituto con el 'whodunit' criminal, la relación entre Ander y Omar está causando sensación entre el público adolescente. Y es por ello que la representación LGTB+ en el audiovisual de masas se convierte en vehículo indispensable para la normalización, y a la vez un arma poderosísima contra todo tipo de fanatismo.

Si bien es cierto que la representación de lesbianas, gays, transexuales o bisexuales en la cultura pop ha evolucionado en los últimos años (aunque con cifras insuficientes) también lo es que en muchos casos se limita a un público concreto. Es decir, productos sobre la comunidad LGTB+ consumidos sobre todo por los que forman parte. Esto no es negativo -es lógico que los primeros que lo hagan sean aquellos que se sientan más interpelados-, pero sí es sintomático de los prejuicios que todavía tiene el espectador hetero (o, mejor dicho, el hombre hetero ) con según qué contenidos.

Por ejemplo, con una serie como 'Pose', de este rey Midas de la televisión en que se ha convertido Ryan Murphy, uno de los creadores que está haciendo más por la visibilización del colectivo. La serie, ubicada en el Nueva York de los años 80, en el seno de la cultura gay 'underground' y en plena crisis del sida, es un alegato algo subrayado de la lucha LGTB+ y de la necesidad de superar adversidades, pero en otros aspectos es revolucionaria. Primero, porque es una ficción sobre transexuales interpretados por transexuales -un hecho nada banal si tenemos en cuenta la reciente polémica con Scarlett Johansson-; y, segundo, por su contestataria lectura política y las reverberaciones que acaba teniendo en nuestra contemporaneidad. Otro éxito entre el público gay es el del 'reality' de drag queens 'RuPaul: Reinas del Drag', que cuando comenzó hace diez años no lo veía prácticamente nadie y que ahora tiene un importante eco mediático (también aquí: sus concursantes llenan la Razzmatazz cada vez que vienen a Barcelona). Y en Netflix han visto como su renovado 'Queer eye', un programa en el que cinco hombres homosexuales enseñan a la gente a cuidarse, vestirse o cocinar mejor, está triunfando mucho entre los millennial.

¿Se va abriendo, sin embargo, esta representación? El guirigay de Warren Beatty y Faye Dunaway con los sobres en la ceremonia de los Oscar del año pasado no nos debe hacer olvidar el hecho más insólito de la noche: que ganara un film protagonizado por homosexuales (y negras, para acabarlo de rematar), 'Moonlight'.

En cuanto al cine, la presencia LGTB+ también es creciente: el fenómeno de 'Call me by your name', la relevancia política y de movilización de la francesa '120 pulsaciones por minuto', el relato atípico de la transexualidad en 'Tangerine' o el acercamiento (con polémica incluida) al lesbianismo en el seno de la cultura gitana en este pequeño 'sleeper' que ha sido 'Carmen y Lola'. Ejemplos tenemos unos cuantos, pero el alcance sigue siendo limitado; en este caso, a un tipo de cinefilia más o menos concreta. Quizá por ello surgen cada vez más productos con trasfondo LGTB+ que adoptan o reinventan narrativas más comerciales hasta ahora monopolizadas por la heterosexualidad. Un ejemplo claro es el de la película 'Con amor, Simon', que no se aparta de los tópicos de las comedias románticas de instituto pero que precisamente necesita estos tópicos para resultar revolucionaria, poniendo a un joven gay en el centro del relato.

Pasa algo parecido con 'La casa de las flores', una telenovela adaptada a la diversidad sexual (aunque también es cuestionable que Paco León interprete un personaje trans); o con 'American crime story: El asesinato de Gianni Versace', miniserie del creador de 'Pose', que trasladando el protagonismo hacia el asesino del diseñador italiano para trazar toda una reflexión sobre la homofobia. Y aquí también podríamos incluir el 'show' de 'stand up' más comentado de los últimos años, 'Nanette' de Hannah Gadsby, interesante sobre todo por lo que tiene de anticomedia y de espectáculo que se lo cuestiona todo. Si sois fans de 'Gadsby', por cierto, la podéis ver como secundaria en una serie excelente sobre un chico que toma conciencia de su homosexualidad: la australiana 'Please like me'.

Productos claramente comerciales

¿Qué pasa, sin embargo, con las superproducciones y las franquicias más 'mainstream'? Ahora que las mujeres y los negros parece que empiezan a tener un pequeño espacio gracias a las presiones populares (con 'Wonder Woman' y 'Black Panther' respectivamente, dos éxitos rotundos de taquilla), ¿tardaremos demasiado tiempo a ver un superhéroe abiertamente homosexual, por ejemplo, protagonizando un film de la Marvel? De momento sólo tenemos uno de notorio, aunque con dos pequeñas trampas: 'Deadpool' se define como bisexual, pero sólo lo vemos enrollarse con chicas; y sus películas son catalogadas para mayores de edad, a diferencia de un 'Spider-Man' o un 'Iron Man', que buscan un público más familiar. Cabe decir, en todo caso, que en la segunda parte de 'Deadpool' hay al menos dos secundarias inequívocamente lesbianas. Pero con 'Black Panther', sin ir más lejos, varios lectores de los cómics criticaron que obviara la homosexualidad de una de las habitantes de Wakanda, Ayo, interpretada por Florence Kasumba.

Sea como sea, el miedo de la homofobia local o del rechazo más que seguro de mercados importantes como China todavía son losas difíciles de quitar de encima. Quizás esto explica que finalmente se optara por cortar una escena de 'Jurassic World: El reino caído', poniendo de excusa el exceso de metraje, en el que una de las protagonistas declaraba que no tenía citas con hombres. Y en 'Han Solo: Una historia de Star Wars', el personaje de Lando Calrissian interpretado por Donald Glover es pansexual, pero eso lo tenemos que descubrir por otras lares, no porque se nos deje claro durante la película.

Donde sí parece que puede haber algo más de representación es en aquellas producciones comerciales dirigidas a un público adulto. Próximamente, por ejemplo, llegará a los cines uno de los éxitos de la última edición del Festival de Sitges, 'Nación salvaje', en el que una de las cuatro chicas protagonistas es transexual. Y no debemos obviar el papel de una serie de acción tan irregular como 'Sense8', de las hermanas Wachowski, pero avanzadísima en términos de representación. ¿Y en animación infantil? Mientras esperamos a ver si Elsa es lesbiana en la segunda parte de 'Frozen' -no parece que Disney esté muy por estas cosas- hay que conformarse con el inesperado personaje gay de la genial 'El alucinante mundo de Norman' o, más recientemente, con la proposición de matrimonio de Ruby a Sapphire en 'Steven Universe' y el beso en los labios entre la vampiresa Marceline y la Princesa Chicle al último capítulo de 'Adventure time', que esperamos que sirvan de precedentes. Confiamos, pues, en las nuevas generaciones.

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