Robin Hood se va al Mercadona

'Salvados' supo ver la rendija donde hurgar pero le faltó consistencia a la hora de morder

Mònica Planas
2 min

El Salvados del domingo de Jordi Évole era insólito: no suele ocurrir que el nombre de una empresa se incluya en el título del programa. El fenómeno Mercadona hacía la prueba del algodón a la primera cadena de supermercados de España, justamente una de las que (al menos aparentemente) tienen un índice de satisfacción de los trabajadores más elevado, según varios estudios. El planteamiento del programa era interesante. Para los espectadores, muchos de ellos habituados a conducir el carro por los pasillos de estos supermercados, poder meter la nariz en las entrañas de este gigante empresarial era goloso. Las audiencias lo demuestran: fue líder de audiencia en Cataluña y en España. De largo, fue el programa más visto del fin de semana de todas las cadenas. El fenómeno Mercadona también lp fue en la televisión.

El programa no consiguió el testimonio del presidente y principal accionista de la empresa, Juan Roig. Con todo, les autorizaron a grabar en los supermercados y se entrevistaron con algunos ejecutivos y trabajadores. El inicio del programa parecía un publirreportaje: explicaciones de las dinámicas de incentivación de trabajadores, exhibición de cómo priorizan al cliente, descubrir la jerga comercial de la empresa y, sobre todo, el testimonio de los trabajadores de rango más bajo explicando su bienestar en la empresa. Pero era de esperar que acabaríamos descubriendo las lacras de Mercadona. Évole demostró que tenía documentación que recogía denuncias de trabajadores y encontró el testimonio de un interproveedor insatisfecho que habló desde el anonimato. En todo momento, el reportaje fue equilibrado en cuanto a versiones a favor y en contra de Mercadona y permitió a la empresa dar su punto de vista. Pero una vez terminado el programa tenías dudas de si el ejercicio televisivo era exitoso. La lectura del Robin Hood periodístico poniéndose al lado de los trabajadores insatisfechos y silenciados en contra del gigante empresarial era la más obvia pero en algunos momentos un poco frágil. El dudas te asaltaban: ¿puede, una empresa con 76.000 trabajadores y 125 interproveedores, satisfacerlos absolutamente a todos y no tener denuncias ni quejas sindicales? No nos quedó claro cuál era el volumen de denuncias que justificaban que Salvados pusiera la lupa sobre la empresa. Se habló de casos concretos pero no se especificó como de global era el problema. El tema era adictivo a nivel televisivo, generaba morbo ver a pequeños trabajadores luchando contra Goliat, pero a veces dudabas de si se estaba poniendo el foco en la anécdota. Salvados sabe cómo satisfacer a su público incondicional y espolearlo ante las injusticias. Con Mercadona supieron ver la rendija donde hurgar pero faltó consistencia a la hora de morder. Y con estos imperios, o te aseguras que clavas los dientes bien fuerte o incluso corres el riesgo de acabar reforzando la marca.

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