Es Satty y la guerra interna

La pugna entre cuerpos de seguridad puede haber hecho aflorar los vínculos del CNI con el imán

Ernesto Ekaizer
3 min
Abdelbaki Es Satty i la guerra interna entre les policies

MadridLa capacidad del imán Abdelbaki Es Satty para despistar al radar de los servicios de seguridad de España es digno de estudio en las escuelas policiales de todo el mundo.

No solo había salido ileso, desde 2005, de las operaciones antiyihadistas, sino que su nombre, que aparece y desaparece como un Guadiana, rara vez concita, en los informes de Policía y Guardia Civil, una preocupación especial. Todos los comentarios restan siempre importancia a los indicios existentes.

Sin embargo, esos elementos indiciarios, sobre todo en los años posteriores a la masacre del 11 de marzo de 2004, hubieran hecho, normalmente, sonar las alarmas.

Vinculado al tráfico de estupefacientes, con amistades y contactos en el yihadismo, Es Satty reproducía algunos rasgos de la banda de Jamal Ahmidan, El Chino, el narcotraficante que tuvo un papel estelar en el atentado de Madrid.

El 11-M fue posible, entre otras razones, por las grandes deficiencias de la coordinación entre la Policía, la Guardia Civil y el CNI. Con sus propios servicios de información, estos cuerpos rivalizan en lugar de cooperar. Compartir datos, algo que puede parecer elemental, no es lo suyo.

El 17-A en Barcelona y Cambrils volvió a aflorar los fallos en la coordinación. En el 11-M no hubo policía autonómica en medio. En Barcelona y Cambrils sí: los Mossos d’Esquadra.

A la falta de trabajo común ya tradicional entre Policía, Guardia Civil y CNI se unió, también, la falta de socialización de datos con la policía autonómica.

La decisión de mantener a la Guardia Civil alejada de la explosión de Alcanar cuando con su experiencia podía haber valorado con mayor eficacia lo que había ocurrido y aportar tiempo para prevenir los atentados fue uno de los grandes fallo de partida, habida cuenta de que la explosión imprevista precipitó la acción a la desesperada del 17-A.

Parecía haber, empero, una diferencia en la conducta de las fuerzas de seguridad en relación al 17-A: la relación Mossos-CNI, según varias fuentes consultadas, sí había funcionado.

Pero si, como admite ahora el CNI, había existido una relación entre este servicio de inteligencia y Es Satty entre 2010 y 2014, ¿cómo es posible que no se lo informara a los Mossos? Los Mossos fueron requerido de manera informal meses antes del atentado por el ayuntamiento belga de Vilvoorde y la respuesta es que, una vez más, Es Satty estaba básicamente limpio.

Ahora bien, ¿por qué ahora? ¿por qué el fantasma de Es Satty y su relación con el CNI aflora en este preciso momento?

No es fácil calibrarlo. Pero hay un hecho que merece atención. Ya hace varios años que la Policía atraviesa una guerra interior entre facciones rivales.

Y entre ellas y el actual director del CNI, el general Félix Sanz Roldán.

A mediados de esta semana, el pasado miércoles, se ordenó en el juzgado central de instrucción número 6 de la Audiencia Nacional el desprecintado de todos los objetos intervenidos en la entrada y registro ordenados por la jueza Carmen Lamela en el despacho del comisario jubilado José Manuel Pepe Villarejo tras su detención. Y entre esos objetos está su ordenador.

Villarejo y Sanz Roldán mantienen una guerra sin cuartel. ¿Es mera coincidencia que aflorase precisamente esta semana la información de los vínculos pasados entre Es Satty y el CNI, y, sobre todo, que el organismo de inteligencia se precipitase a confirmar, una práctica excepcional, quizá con el objetivo de “matar” el recorrido de la noticia?

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