Sin piedad

Rivera apuesta por tragarse al PP y abreviar la legislatura

Ernesto Ekaizer
2 min
Arrimadas, aquest dilluns, a la seu de Ciutadans

MadridEl líder de Ciudadanos, Albert Rivera lo dijo la noche electoral con todas las letras: "No nos gusta este gobierno pero la buena noticia es que pronto vamos a gobernar". No con Pedro Sánchez. No.

En otros términos, todavía no hay gobierno, los partidos se preparan sin tregua para las elecciones municipales, autonómicas (donde tocan) y europeas del 26 de mayo y Rivera, sin solución de continuidad, ya da por hecho que Pedro Sánchez ha sido investido presidente de un gobierno de izquierdas y ha empezado a combatirlo como hizo en los debates televisivos.

Sin piedad.

Ciudadanos, por tanto, trasladará el ambiente del Parlament al Palacio de las Cortes de Madrid.

Ayer, Inés Arrimadas culpó a Sánchez en una entrevista con Josep Cuní, en la SER, del subidón del voto de los partidos independentistas catalanes, especialmente ERC. Explicó que su política de diálogo y de tolerancia con TV3 y con la actividad del soberanismo era la fuente de ese crecimiento. No se le ocurrió decir, por ejemplo, que los catalanes se habían movilizado contra el fantasma de Vox, partido gracias al cual PP y Ciudadanos disfrutan del gobierno de la Junta de Andalucía en el Palacio de San Telmo.

O reconocer, por ejemplo, que Ciudadanos se había desinflado como un globo si se comparan los 1,1 millones de votos obtenidos el 21 de diciembre de 2017 en las autonómicas y los 475.000 en las generales del domingo 28 de abril. Si el partido de Rivera y Arrimadas es el dique de contención del independentismo, ¿porqué una parte mucho más importante de los que le votaron el 21-12-2017 no volvieron a hacerlo el 28-A?

Rivera tiene trazada su hoja de ruta. Primero, tragarse -en pugna con Santiago Abascal- los restos del PP. Y una vez formado el nuevo gobierno, después del 26-M, empezar lo que podríamos llamar el rally de Rivera. Se trata de ¿cuatro años? No.

Es la apuesta por una legislatura corta. Los eslabones son la sentencia de los ERE, escándalo de corrupción del PSOE en Andalucía, en el mes de junio o julio, sobre la cual Rivera ya ha adelantado la dimisión de Sánchez; la sentencia del Tribunal Supremo en el juicio del Procés en septiembre o primeros de octubre; la agitación preventiva del tema de los indultos de los dirigentes por condenar; la reacción de las instituciones y partidos catalanes ante la sentencia; la posterior reemisión de la euroorden para pedir la extradición de Carles Puigdemont y los otros dirigentes en el exterior.

Y, más cerca, en la campaña electoral del 26-M, la agitación y aspavientos sobre la presentación de Puigdemont a las elecciones europeas, que ayer fue bloqueada por la Junta Electoral.

Cuando los electores comienzan a respirar, pues, por haberse librado del fantasma de un avance mucho más espectacular de Vox -aunque no deja de ser importante- lo que descubrirán es una campaña sin piedad.

La crispación seguirá allí.

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