Miquel Puig

C's: propuestas insuficientes

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TREBALLADORS A L'ATUR, FAMÍLIES EN CRISI
 Tot i que durant els últims dos mesos l'atur s'ha reduït per la contractació temporal de l'estiu, les cues de gent davant les oficines de Treball són una imatge cada cop més freqüent. El govern espanyol va anunciar ahir que els aturats sense prestació d'atur rebran, a partir d'ara, 450 euros si tenen almenys dos familiars al seu càrrec.

BarcelonaAyer los Sres. Garicano y Roldán, candidatos de Ciudadanos, respondían a un artículo mío del pasado sábado, y lo hacían repasando las principales medidas que proponen para mejorar el funcionamiento del mercado laboral. Estas propuestas no son desacertadas, y, de hecho, mi artículo concluía que “Garicano y Ciudadanos proponen cosas que son positivas, pero que no van a la raíz del problema, y el problema es gravísimo”. Me refería a la baja productividad de la economía española, a la que ahora volveré.

Tenemos otro problema, obviamente, que son unas tasas elevadísimas de desempleo para las que ni Garicano ni Ciudadanos tampoco proponen solución. La mayor parte del paro español proviene del colapso del sector de la construcción, que una política estúpidamente desreguladora había permitido que se dedicara durante una década a construir las viviendas que se tenían que construir como mínimo en dos. En los países más ordenados, el sector de la construcción ocupa, a lo largo de los ciclos económicos, entre un 6% y un 7% de la fuerza laboral. En España se permitió que llegara al 13% y ahora ha caído al 5%. El grueso del paro que sufrimos proviene de la destrucción de estos puestos de trabajo (casi dos millones directos y otros tantos indirectos), unos puestos de trabajo que no se hubieran tenido que crear jamás y que fueron ocupados por inmigrantes y por jóvenes provenientes de un abandono escolar que, de otro modo, tampoco se hubiera producido. Sólo un programa que revitalizara la construcción podría ser eficaz para reabsorber una parte de este paro. Viviendas nuevas faltan pocas, y, por tanto, lo que hace falta es facilitar su construcción y, sobre todo, poner en marcha un potente programa de rehabilitación de viviendas que concentre toda la capacidad financiera del Estado, actualmente dispersa en diversos sectores (por ejemplo, el automóvil, mucho menos eficaz porque una parte importante de los recursos se destina a subvencionar la compra de vehículos de importación).

Volvemos al problema de la productividad, que en España evoluciona de una manera alarmante. Entre 1995 y 2007, en la época en la que se decía que “España va bien”, la producción por trabajador aumentó en todos los países al norte de los Pirineos entre un 14% y un 37%. En España bajó. La razón no fue otra que la creación masiva de puestos de trabajo de baja productividad. Sólo la destrucción de una parte de estos puestos de trabajo durante la crisis ha hecho que la productividad sea ahora un poco superior a la de 1995. A pesar de esta destrucción, el hecho es que en estos últimos veinte años, comparando los puestos de trabajo de 2014 con los de 1995, España ha creado proporcionalmente entre tres y cuatro veces más puestos de trabajo de baja productividad que cualquier país al norte de los Pirineos.

El problema no es que los españoles se formen poco (tenemos una de las tasas de graduación universitaria más altas del planeta) sino que demasiados empresarios se conforman con trabajadores poco formados, que en su gran mayoría tienen que encontrar fuera de las fronteras. ¿Por qué tantos empresarios se conforman con trabajadores poco formados? Los economistas sabemos que baja productividad es sinónimo de baja remuneración. Los empresarios se conforman con trabajadores poco formados (y poco productivos) porque les pueden pagar poco.

Las propuestas de Ciudadanos son positivas pero no van a la raíz del problema, que es que en España es legal pagar muy poco la hora de trabajo. En ningún país al norte de los Pirineos, sea anglosajón, francófono, germano o nórdico, tal cosa es posible. Me refiero a salarios que, en términos de poder de compra o de porcentaje respecto al PIB per cápita, no sean como mínimo un 50% superiores al salario mínimo interprofesional español.

Las propuestas de Ciudadanos están destinadas a reducir lo que los economistas denominamos paro friccional y a complementar los salarios bajos a base de subvenciones. Se trata de objetivos que aplaudo, pero que no se proponen sacarnos de la fatal dinámica que estamos siguiendo.

Ahora bien, Garicano y Roldán terminan su artículo afirmando: “Pero nuestra prioridad principal es cambiar radicalmente un modelo educativo anclado en la edad industrial [...]. Impulsaremos un pacto educativo que saque la educación del fútbol político y la convierta en una materia consensuada”. Ciudadanos, pues, como han hecho sistemáticamente el PSOE y el PP, nos propone una nueva reforma de la educación. Sería la octava en un periodo en el que los países al norte de los Pirineos habrán hecho una o ninguna. Pero el caso es que en Cataluña la educación ya es una materia consensuada (la Ley de Educación de 2009 fue votada por CiU, PSC, ERC e ICV-EUiA), y Ciudadanos no pretende sino romper este consenso. Y con él el consenso lingüístico. En materia laboral, lo que propone Ciudadanos es bueno pero muy insuficiente; en materia educativa es una barbaridad.

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