¿Quedamos para andar? El ocio se reinventa con la pandemia

Las restricciones y la disminución de oferta lúdica hacen que muchos hayan redescubierto el placer de pasear

Thaïs Gutiérrez
4 min
Joves caminant per Barcelona

BarcelonaJaume, barcelonés de 43 años, acostumbraba a quedar con los amigos para ver los partidos del Barça siempre en el mismo bar, en el Eixample de Barcelona. Lo aprovechaban para comer un bocadillo, ponerse al día, compartir penas y alegrías y ver el fútbol. Pero con la llegada de la pandemia y el confinamiento las citas quedaron anuladas y por diferentes motivos no ha sido hasta octubre cuando se han propuesto retomar esa rutina. El problema es que les ha coincidido con el cierre de bares y restaurantes. Por eso, cansados de no verse y no encontrar un momento para ellos, han decidido quedar para andar. "Al principio nos pareció extraño, pero después de pensarlo nos dimos cuenta de que no tiene nada de extraño, lo que queremos es vernos y charlar un rato, si no lo podemos hacer en un bar lo haremos paseando. Los partidos del Barça eran una excusa para vernos", explica.

Lo mismo está haciendo Anna, de 39 años, que añora quedar con alguna amiga para cenar, puesto que con dos hijos pequeños era uno de los pocos momentos que tenía para ella. Para no renunciar a esta faceta de su vida social, ahora queda para andar por Gràcia, a veces descubriendo nuevos itinerarios por Vallcarca o el Parc Güell, u otros por callejones hasta llegar al centro de la ciudad. "No es lo mismo que ir a cenar, pero a mí me va muy bien, es relajante, hablas mucho, descubres algunas zonas desconocidas y, además, hacemos un poco de ejercicio", dice.

"Es evidente que las quedadas para pasear son una demostración más de la capacidad de adaptación de los seres humanos a las situaciones nuevas", explica Francesc Núñez, profesor de los estudios de arte y humanidades de la UOC. "En este momento y debido a las restricciones por la pandemia, se nos están cerrando muchas posibilidades de relacionarnos socialmente y, por lo tanto, buscamos alternativas. No estamos descubriendo nada nuevo, pasear es una opción que hemos tenido siempre, pero nunca había sido mayoritaria y mucho menos en la ciudad, donde, de hecho, mucha gente no la tenía en cuenta nunca", explica.

Para este experto queda claro que "los seres humanos tenemos una gran capacidad de resiliencia, de encontrar salidas imaginativas que nos permitan escaparnos de situaciones difíciles o estresantes, como es la actual, cosa que es muy positiva", y por eso ve con muy buenos ojos que "ahora haya más gente que quede para andar y hablar, porque es una manera de seguir manteniendo una cierta actividad social, que es una de las cosas que más nos cuesta reducir".

Para Oliver Martínez, psicólogo deportivo y fundador del Màster de Psicologia de l'Esport del Col·legi de Psicòlegs de Catalunya, "andar y hablar tiene consecuencias positivas porque las personas nos sentimos más realizadas cuando estamos en movimiento". Él apunta que "cualquier ejercicio físico hace que el cerebro esté en funcionamiento y esto es bueno. Y si, además, va acompañado de un hecho que nos acerca a la socialización como es hablar, todavía mejor. Es una combinación muy positiva para la salud física y mental".

Martínez apunta que la socialización es un aspecto muy importante para los seres humanos y más en un contexto de incertidumbre y restricciones como el actual. Por eso destaca que "cuando te sacan de tu escenario normal lo que haces es buscar cosas que te transporten tanto como sea posible a las rutinas perdidas, y la socialización es una de ellas, porque las personas necesitamos comunicarnos con otras y buscamos maneras seguras de hacerlo, como puede ser caminando y hablando".

Además, explica, para las personas introvertidas esta actividad tiene una ventaja, y es que elimina el hecho de tener que mirar a los ojos, que para muchos es un problema. "Hay mucha gente que se siente insegura con la comunicación frente a frente y con la obligación de mirar a los ojos del otro y, por lo tanto, una conversación paseando los hará estar mucho más relajados, incluso hará que la comunicación fluya más, que no haya momentos de tensión y se pueda hablar mejor", apunta.

Reuniones, también andando

La pandemia también ha conllevado cambios laborales. Ya sabemos que en muchas empresas se ha impuesto el teletrabajo, pero en lugares donde todavía se trabaja presencialmente hay quien está optando por hacer las reuniones al aire libre, en patios o espacios abiertos –si tienen– o caminando. "Hacer reuniones de grupo andando, en movimiento, puede ser muy bueno para el trabajo porque sacas a la gente de un contexto formal y los pasas a otro más informal, y eso hace que surja otro tipo de comunicación que puede dar lugar a buenas ideas y a acelerar proyectos", dice Martínez.

En la misma línea, Francesc Núñez apunta que antes de la pandemia ya había empresas –a pesar de que pocas– que habían empezado a hacer este tipo de reuniones porque son más rápidas y se va más al grano. "Ahora estamos viendo que más gente se está sumando a hacerlo así porque tiene ventajas. Hacer una reunión de pie, andando, quiere decir que será un encuentro mucho más rápido y productivo, la gente es más resolutiva porque todo el mundo quiere ir al grano, la comunicación es más fluida y más directa y nadie está ahí para perder el tiempo", apunta Núñez, que dice que una vez superemos la pandemia quizás habrá empresas que integrarán estos hábitos porque habrán visto sus ventajas.

Novedades editoriales

Y mientras la gente empieza a quedar para andar y hablar, las editoriales parece que han detectado este interés y están presentando novedades que abordan las bondades de pasear. Geoplaneta acaba de presentar el libro Millones de pasos. Caminar y contar, de la periodista de viajes Carolina Reymúndez, que es todo un homenaje al hecho de andar y de pasarlo bien mientras lo hacemos. Se explican desde grandes trekkings en todo el mundo hasta las ventajas de andar por la ciudad, y se recuerdan las figuras de grandes caminadores de la historia.

Y la editorial Ned Ediciones ha reeditado una de las grandes obras sobre el tema, el clásico del filósofo norteamericano Henry David Thoreau El arte de andar. En este libro el autor no solo invita al ejercicio físico como práctica necesaria para tener una relación sana y equilibrada entre la mente y el cuerpo, sino que apunta que este "arte de andar" tiene que ir asociado a un cambio en nuestra concepción de la vida. Unas reflexiones que desde la editorial han valorado como "muy necesarias en el contexto actual de la pandemia".

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