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Si el covid no descansa, las vacunas tampoco pueden hacerlo

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Una infermera preparant la primera dosi de la vacuna contra el coronavirus que es va subministrar avui fa una setmana en una residència de l’Hospitalet.

De las 60.000 dosis de la vacuna anticovid que la farmacéutica Pfizer remitió a Catalunya con un día de retraso sobre el calendario previsto, hasta ahora solo se han puesto 7.744. El ritmo está siendo exasperantemente lento. Empezamos mal. No se previó que se pusieran durante los días festivos -que en plenas fiestas navideñas han sido unos cuantos, claro- y no se ha dispuesto a tiempo de las neveras adecuadas repartidas por el territorio -la vacuna de Pfizer se tiene que conservar a muy bajas temperaturas- debido al bloqueo logístico en el canal de la Mancha. El departamento de Salud también aduce la lentitud en el consentimiento de los pacientes geriátricos para ser vacunados -un motivo que niegan tanto los familiares como las residencias- y la falta de profesionales preparados para vacunar, a pesar de que se dijo que se había formado a 4.000 y a pesar de que, según ha podido comprobar el ARA, los hay que todavía no han recibido ninguna propuesta de actuación. Una vez más, pues, las cosas se habrían podido hacer mejor. Ahora ya no estamos en la fase inicial en la que todo era nuevo y desconocido. Además, a esta combinación de falta de previsión organizativa y de imponderables ajenos se añade el hecho, por otro lado bastante anunciado, de una nueva subida de los índices de propagación del coronavirus, cosa que no hace sino empeorar la eficacia de la campaña de vacunación: con los indicadores epidemiológicos al alza, los expertos consideran que la efectividad de la vacuna se puede reducir a la mitad.

Pero a pesar de que no es ningún consuelo, el caso catalán no es único. En conjunto, los países de la Unión Europea están actuando con la misma lentitud, cosa que no hace prever nada bueno, sobre todo si lo sumamos a los previsibles efectos del plus de socialización durante las fiestas de Navidad, por muy acotada que haya sido. Especialmente grave es el caso de Francia, donde solo unos centenares de personas han sido vacunadas; de hecho, un número inferior a la cantidad de jóvenes que participaron en una rave parecida a la de Llinars del Vallès. Francia es uno de los países con más población reticente a vacunarse: solo un 40% se muestra favorable a ello. Tampoco Alemania puede exhibir unos resultados mucho mejores en los primeros días, y todavía menos Italia. En los Estados Unidos la situación es igualmente decepcionante: Biden heredará un panorama muy complicado. A nivel mundial, quien lidera la vacunación es claramente Israel, donde más de un 10% de la población ya ha sido inmunizada, a pesar de que se está dejando fuera a los palestinos, hecho que, como mínimo desde el punto de vista inmunológico, resulta inexplicable. También el Reino Unido presenta unos buenos registros de vacunación y, además, hoy empieza a administrar la vacuna de Oxford/AstraZeneca, más barata y fácil de distribuir, puesto que no requiere ser conservada a baja temperatura. Esta vacuna es también una esperanza para el resto del mundo.

Sea como sea, después del esfuerzo científico e industrial para producir vacunas en tiempo récord, resulta inexplicable la ineficiencia global a la hora de hacer efectiva la inmunidad de grupo. En Catalunya y por todas partes nos tenemos que poner las pilas si queremos vencer al virus pronto.

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