Muere a los 89 años John le Carré, el forense de la Guerra Fría

Deja un legado de 25 libros y una radiografía excepcional de los peores tics de las élites inglesas

Quim Aranda
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L'escriptor John Le Carré

LondresJohn le Carré, el hombre que descubrió los secretos y la doble moral –o la falta de moral– de los actores de la Guerra Fría, murió el sábado por la noche a los 89 años de una neumonía, mientras era tratado en el Royal Cornwall Hospital, cerca de su retiro de Treffigian, donde vivía desde hacía casi medio siglo, en el oeste de Inglaterra. Su familia –Jane, la mujer con quien estuvo unido las últimas cinco décadas, y sus hijos Nicholas, Timothy, Stephen y Simon– y su agente, Jonny Geller, han informado de su muerte a última hora de este domingo.

Le Carré, pseudónimo de David John Moore Cornwell (Poole, Dorset, 1931), el hombre que trabajó para el servicio de espionaje británico, primero, brevemente, para el MI5 y después para el MI6, y que salió y acabó mostrando las entrañas de esta maquinaria a través de 25 libros, algunos de los cuales obras maestras, es sin duda uno de los gigantes de la literatura inglesa desde la primera mitad de los años sesenta hasta prácticamente la actualidad.

Deja una obra de veinticuatro novelas y un libro de memorias, Volar en círculos. Historias de mi vida, aunque buena parte o casi toda su literatura está impregnada en buena medida de su experiencia, tanto la vital como la profesional, en este caso de la primera parte de su vida, así como de su niñez. Una niñez marcada por el abandono del hogar de su madre y por la difícil vida de su padre, que llegó a ser condenado a prisión por insolvente. "Una niñez difícil es el mejor patrimonio para un escritor", acostumbraba a decir Le Carré. De hecho, la problemática relación con su padre lo marcó toda la vida y condicionó su obra. "Me di cuenta de que no me podía enfrentar a ello, así que de este modo apareció el engaño", uno de los temas centrales o quizás el tema central de su literatura. La traición y la deserción, sin embargo, son otros. Que su madre lo abandonara a los cinco años siempre lo vio como una traición.

Le Carré empezó a trabajar para los servicios secretos de Su Majestad mientras estudiaba alemán en Suiza, en la Universidad de Berna, a finales de los años cuarenta. Sostenía que "conocer otra lengua era conocer el alma del pueblo que la habla", y de bien joven se sintió muy atraído por Alemania. Después de dar clases en la escuela privada de Eton, se incorporó al Servicio de Asuntos Exteriores británico como oficial de inteligencia. Ahí reclutaba y tenía a su cargo a espías que trabajaban detrás del Telón de Acero. Lo hacía, en primer lugar, desde una gris oficina del edificio del MI5 en la calle Curzon, en el centro de Londres, y posteriormente en el despacho de la embajada británica en Bonn.

Llamada para el muerto, de 1961, que escribe mientras todavía trabaja como espía, y, por lo tanto, tiene que firmar con pseudónimo –John le Carré–, supone la primera aparición de su gran personaje, George Smiley, que llegará a la máxima expresión con El topo (1974), novela central del ciclo de Smiley en el Circus –nombre con el que designan los iniciados al servicio de inteligencia, por el lugar donde lo sitúa Le Carré en la ficción.

Mucho antes de la mencionada El topo, la obra que lo catapultó fue El espía que surgió del frío, una historia tejida a la sombra de la construcción del Muro de Berlín, en plena Guerra Fría y en plena confrontación con el bloque soviético. A diferencia de las novelas de Ian Fleming, con James Bond como insignia, los personajes de Le Carré no tienen nada de glamur, son hombres y mujeres –pero sobre todo hombres– grises, que tienen entre manos un trabajo burocrático. Fue su primera radiografía del "gran juego", como también acostumbraba a denominar la relación entre el Este y el Oeste vista a través de los espías.

Le Carré también ha sabido retratar mejor que nadie la pérdida de poder del Reino Unido a lo largo del siglo XX, que culmina con un Brexit sobre el cual siempre fue muy crítico, y de la sociedad inglesa. Explica los entresijos de algunos de los símbolos más preciados de la tradición del país, que él, personalmente, detestaba: las escuelas privadas, el estigma que imponen los diferentes acentos y la sordidez de la división de clases.

El sastre de Panamá, El honorable colegial, El infiltrado, La gente de Smiley, Una pequeña ciudad de Alemania, La chica del tambor, El espía perfecto o El jardinero fiel son otras de sus grandes obras. Esta última, especialmente de actualidad, por la denuncia que hace de las grandes farmacéuticas y la complicidad con la que los gobiernos occidentales se relacionan con ellas.

La Guerra Fría en teoría acabó, pero no la necesidad de denunciar otros aspectos del mismo "gran juego", que ahora quizás tiene otros actores pero probablemente las mismas reglas. Con Le Carré se va un maestro de la literatura y un escritor comprometido con su tiempo y combativo con las injusticias.

El mundo literario anglosajón despide esta mañana a un "gigante literario y un espíritu humanitario", como lo ha descrito Stephen King. Margaret Atwood también lo ha elevado a autor "clave para entender la segunda mitad del siglo XX". Pero quizás el homenaje que ha llamado más la atención ha sido el que ha tuiteado este lunes el jefe del MI6, Richard Moore: "Muy triste al enterarme de las noticias sobre #JohnLeCarre, un gigante de la literatura que dejó su huella en el #MI6 a través de sus evocadoras y brillantes novelas. Acompaño en el sentimiento su familia, amigos y fans. Nuestro pésame desde la #RiverHouse. #R.I.P. #DavidCornwell"

Si durante la Guerra Fría que retrata el autor el Circus era el nombre que los agentes daban a la sede de la central de inteligencia, hoy es la River House. Sin duda, George Smiley se habría sorprendido de que el jefe del MI6, Richard Moore, se identificara en público, ni que fuera para honorar alguien tan extraordinario como John le Carré.

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