Dibuixos animats

Roser Capdevila: "Dejé de dibujar y todo lo que escribía era triste"

La madre de 'Las Tres Melllizas' se lanza a la aventura de hacer revivir la serie en la televisión

Núria Juanico Llumà
8 min
Roser Capdevila a l'estudi de casa seva

BarcelonaEn casa de Roser Capdevila (Barcelona, 1939) hay una estantería alta y estrecha que guarda 52 libretas de tapa dura. La número 53 descansa sobre la mesa de su estudio, abierta y con dos hojas en blanco. La ilustradora, conocida sobre todo por Las tres mellizas, la coge y busca algunas páginas atrás. Fugazmente sacan la cabeza de entre las páginas fotografías familiares, recortes del ARA, escritos en su peculiar letra ligada y muchísimos dibujos que, para numerosas generaciones, son una conexión directa con la niñez. "Es mi diario, cada día escribo y dibujo algo", explica Capdevila, que tiene ante los ojos a Donald Trump con la sombra del demonio, a Quim Torra abatido saliendo de la Generalitat y la historia de Sant Onofre. "Si no me ha pasado mucha cosa durante el día, comento las noticias", añade Capdevila antes de pararse en la última entrada, la del 12 de octubre. En la página de la derecha, un general enfadado tira de la cabra de la legión, y en la de la izquierda, una mujer descansa en un sofá con un lechero en la cabeza. "Esta soy yo -señala Capdevila, con una sonrisa pícara-. Cuando estoy de mala leche me dibujo con un lechero".

Más allá de los pensamientos y las anécdotas que atesoran, las libretas son un símbolo luminoso del presente de una de las ilustradoras más importantes de Catalunya. Capdevila empezó los diarios dos décadas atrás, pero hace tres años dejó de dibujar porque no ve bien. Ahora ha vuelto cargada de entusiasmo y de ilusión. Y no solo eso: también se ha lanzado a la aventura de crear una nueva serie de Las tres mellizas con Brutal Media, que busca socios para sacarla adelante.

El último capítulo de Las tres mellizas

La gente de la productora Brutal Media quería continuar Las tres mellizas y nos vinieron a encontrar. Contactaron con mis hijas, después los conocí yo. No sé cómo acabará, todo esto, pero de momento hemos recibido mucha comprensión por parte de ellos. Yo exigiré mucho, y mis hijas también. No queremos que se nos escape de las manos. Todo está muy verde, todavía. Ahora ha salido la nota de prensa, pero hay algunos errores. Me supo muy mal que en algunos lugares se dijera que las niñas serán adolescentes. Eso no es verdad, las niñas serán iguales. Los dibujos animados no tienen edad. Fíjate, por ejemplo, en Mafalda, Tintín, el Pato Donald. Siempre son iguales.

Pero sí cambiará un poco la imagen de Las tres mellizas

Los dibujos animados son dibujos muy manipulados. Con las gemelas hicimos 104 episodios de media hora. En aquel momento era la serie más larga producida en Europa. Los dibujos los tocaron muchos animadores. No solo en Cromosoma, donde en algún momento éramos 200, sino que había estudios en China, en Rumanía, en Lisboa, en Cuba, en Madrid. Era muy difícil de corregir, aunque una vez animados los visionábamos. A pesar de todo, las niñas se fueron volviendo bajitas, cortas de piernas, pequeñas. Ahora lo que hemos hecho es estirarlas un poco, pero no os fiéis del dibujo que ha salido porque ahí se ven demasiado delgadas, parecen anoréxicas, y este es un tema que se tiene que controlar mucho. Ahora estamos rehaciendo los modelos de todos los personajes que saldrán en la serie.

¿Qué papel jugará usted en todo ello?

Directora artística. Vaya por Dios, ¡¡qué nombre!! [Ríe]. Supervisaré los dibujos. Puedo decir que todavía veo lo bastante como para ver si algo me gusta o no. Eso es importante. Las gemelas tienen una riqueza muy grande de historias, y cada una requiere unos fondos diferentes. Siempre hemos tratado de respetar mucho el entorno de cada historia. Romeo y Julieta en Italia, Amadeus en Viena, Gaudí en Barcelona…

Una de las particularidades de la serie es el vínculo con los cuentos clásicos a partir de la Bruja Aburrida, que en cada capítulo manda a las gemelas a una historia diferente. ¿Los estamos perdiendo?

Los cuentos clásicos no se pierden. Han sobrevivido a través de la historia de la humanidad. Eran fábulas que se explicaban en los mercados, en las ferias de los pueblos de todo el mundo. Los cuentistas iban explicando las historias, y de cada una hay muchas versiones. Eran muy moralistas y muy machistas. Ahora dices, ¡madre mía! Pero después Andersen, Perrault, cogieron y las escribieron. Son los que han dejado las historias escritas.

En Las tres Las tres mellizas

Sí, pero, por ejemplo, yo creía que el Patufet era una historia de aquí. Me invitaron a Japón, a visitar escuelas, y pensé: "¿Qué haré yo con los niños japoneses?" Compré barretinas en el Corte Inglés y les expliqué el cuento del Patufet. Ahí tienen una sensibilidad musical increíble. La maestra enseguida se puso a tocar el Patim, patam, patum en el piano. Y después me dice: "Oye, este cuento nosotros también lo tenemos". La única diferencia es que Patufet lleva la barretina lila. Pero se lo come el buey, el padre y la madre lo buscan… Todo igual. Vi que estos cuentos han llegado a todas partes.

La serie es bastante fiel a los cuentos, pero alguna vez los cambiasteis para no cruzar ciertas líneas rojas. Pienso en el final de Romeo y Julieta

Romeo y Julieta no se morían, se dormían. La base de Las tres mellizas es que los niños se diviertan de una manera sana. Y si queda algún efecto pedagógico mejor, que cuando sean mayores digan: “¡Romeo y Julieta! ¡Por supuesto! Me acuerdo”. Pero a un niño no se le puede decir que un cuento acaba con dos muertos.

Hacer una nueva serie ahora es posible porque en 2017 recuperó los derechos de Las tres mellizas

No quería ir a juicio, pero mis hijas me dijeron que no podía ser. Yo en la empresa no era ni accionista ni nada, solo una creativa que hacía los dibujos. Entonces lo sacamos adelante. Lo pasé muy mal, pero al final menos mal que lo hicimos. Así quedó claro que yo no era la socia de la empresa y ahora tengo los derechos.

La serie y los libros se exportaron a todo el mundo. ¿Esto ha convertido a Las tres mellizas

Siempre he hecho que desde casa de las mellizas se viera el Tibidabo, a veces la Sagrada Familia. Cuando hay una vista de la ciudad adivinas que es Barcelona. Si van por la montaña se ve Montserrat al fondo, o la torre de Collserola. Recuerdo un editor que me dijo: "Cuando hagas cuentos para niños, haz una caseta pero que no se vea que es una masía con un pajar al lado. Haz una granja más bien centroeuropea". No le hice caso. Hice masías con moscas, con todo lo que toca. Y los libros los compraron incluso en Canadá. En Toronto, el editor me dijo que precisamente le gustaba el ambiente mediterráneo. Los niños tienen que saber la variedad que hay en el mundo. No se puede hacer todo centroeuropeo. Hay que situar cada historia en el lugar concreto donde pasa. Y tienes que sentirte cerca de lo que es tuyo.

'Las tres mellizas' se emitieron en la época de oro del Club Super3. ¿Cómo ve ahora el panorama televisivo?

Todas las televisiones han bajado mucho, en todo el mundo. Ahora lo importante son las plataformas y las redes. Lo veo con mis nietos: la televisión no la miran nada. Todo el día van con sus tablets y sus móviles. Tienen sus series, los contactos con los amigos, juegan con el teléfono. Los padres son los que tienen que controlar un poco lo que dan a sus niños. Tienen que saber escoger.

Roser Capdevila a casa seva

¿Qué miran sus nietos en la televisión?

El mayor tiene 25 años y el otro tiene 21. Todo lo miran en inglés, nada en catalán. En casa hablan en catalán, pero a la hora de la verdad se comunican en inglés. Es curioso, eso. Un poco hemos sido nosotros los que los hemos llevado hacia aquí. Hemos hecho de todo para mandarlos a Inglaterra en verano, que hicieran cursillos de inglés, cosas así. Como ellos, casi todas las familias.

¿Cómo definiría la situación actual del catalán?

Considero que estamos bien, yo he publicado más de 400 libros en catalán. A partir de aquí se han publicado después en muchos lugares del mundo, pero siempre se han hecho primero en catalán. Incluso con los textos de mis libros japoneses, que yo escribía en catalán, los editores iban al departamento de catalán de la Universidad de Tokyo y ahí se los traducían al japonés. He luchado mucho por el catalán.

En junio hubo un poco de ruido a raíz de unas declaraciones de la ex consellera

Miro muy poco la televisión. El otro día miré eso de Merlí. Sale una catedrática que habla en castellano. Me parece bien, porque nuestra sociedad es así. Hay profesores castellanos. Hay alumnos que vienen de Salamanca y hablan en castellano. No queramos hacerlo todo en catalán, porque no es nuestra realidad cotidiana. Hoy viene a comer un amigo que se llama Felipe y es andaluz. Todos los miércoles viene a casa. No hay manera de que diga una palabra en catalán, pero no porque no quiera. Él va a las manifestaciones del Procés, me llama y me pregunta: “¿De qué color me tengo que poner la camiseta?”. Hace 60 años que está aquí, pero no puede hablar en catalán. Lo intenta, pero es que no se le entiende. Cuesta mucho juzgar a la gente solo por el hecho de hablar en castellano. Tengo una vecina, Milagros, que es encantadora, la persona más servicial de la escalera, ayuda a todo el mundo. De vez en cuando habla en catalán, pero mal, y se le escapa hablar en castellano. Y yo le digo: "Tranquila, Milagros, que yo lo entiendo". No podemos ser tan intransigentes. Lo encuentro cerrado y no me gusta.

¿Cómo ve el país?

Fatal, fatal, fatal. Mira esto que está pasando en Madrid con Ayuso. Esta mujer qué se ha creído, es una descarada. Juegan con las vidas y les da igual.

¿Está desencantada con la política?

Mucho, y aquí en Catalunya, con los nuestros, también. Me han decepcionado mucho. Solo quiero que salgan los presos y ya está, que no me agobien más. Estos últimos años han sido tremendos. Entre una cosa y la otra, y ahora solo faltaba la pandemia. Qué años, madre mía.

¿Y el futuro?

Me preocupa mucho por los nietos y por las hijas. Su generación, la vuestra, sois los que tenéis que levantar el mundo, que va cuesta abajo. Cuando oigo que hay nuevas medidas y prohibiciones por la pandemia pienso: "Madre mía, pero ¿qué es esto? Qué difícil todo".

De momento tiene trabajo los próximos meses, con una serie por supervisar.

A mi edad no pienso cansarme. Yo con mis conciertos y con mis diarios ya tendría suficiente. Pero a veces pienso: "Mira, también está bien". Es añadir algo más positivo a mi vida, a mi vejez. Todavía sirvo para algo. Ahora voy cada semana al Hospital Clínic, me están llevando la vista muy bien. Me pinchan el ojo y me hacen de todo, porque hice un trombo, tengo glaucoma, la retina seca, cataratas. Y solo veo con el malo. Lo quiero aprovechar mientras vea un poco.

Han sido tres años sin dibujar por culpa de la vista. Ahora ha vuelto.

Sí, dejé de dibujar y todo lo que escribía era triste. Hacía una letra horrorosa, era muy aburrido. Ahora estoy contenta de haber vuelto.

¿Cómo le gustaría que se recordaran Las tres mellizas

Como las recuerda toda la gente que me encuentro por la calle y que no conozco. Con esta ilusión con la que ellos recuerdan cuando las miraban, de pequeños. O como aquellos que me dicen que se entusiasmaron por la arquitectura con el episodio de Gaudí, y que ahora son arquitectos, por ejemplo. Me escribió una chica de Alcalá de Henares explicándome que había estudiado bellas artes a raíz de haber visto el episodio de Velázquez. Y después hay padres que ahora se lo hacen mirar a sus hijos. Eso es lo que a mí me satisface. Que vaya corriendo.

stats