RAIMON, 80 ANYS

La música de Raimon explicada a través de 10 canciones

De la voz y la guitarra del principio a la elegante sofisticación de los últimos discos

Xavier Cervantes
7 min
Raimon al Palau d'Esports de Barcelona, el 30 d'octubre de 1975

BarcelonaRaimon es todo lo que ha cantado: la poesía amorosa y la cívica, la lucha, la resistencia, la solidaridad y la decepción. Pero Raimon también es la forma en la que ha cantado, las herramientas que ha utilizado y las decisiones musicales que ha ido tomando a lo largo de más de cinco décadas. No es lo mismo el ímpetu de «Al vent» que la moderación de «A l’estiu quan són les nou», y sin embargo estas dos canciones separadas por 52 años están unidas por un hilo inconfundible: tanto el timbre de la voz como la manera de entender la música. A pesar de que la magnitud de su obra hace imposible cualquier intento reduccionista, aquí intentamos explicar la música de Raimon a través de diez canciones.

«Al vent»

Una voz y una guitarra a chorro, sin contemplaciones

"La guitarra está siempre allí desde que empieza y hasta que termina", explicaba Raimon en 2013, en una entrevista al ARA a raíz de la publicación del disco Raimon 50. Directo. Gran Teatre del Liceu (Sony). De hecho, estaba la guitarra y la voz, como si ninguna de las dos tolerara el silencio de la otra. Esto era «Al vent», un grito a chorro. Además, como dice David Carabén, líder del grupo Mishima, Raimon "coge una guitarra y no la toca arpegiada, sino rascándola". Todo ello hizo que aquel ritmo ternario impactara como una supernova en 1963. Cuando la Nova Cançó apenas estaba aprendiendo a ser francesa, Raimon apareció como un trueno que venía del sur. A pesar de la admiración que sentía por Georges Brassens, en «Al vent» compartía el empeño del blues y la desesperación del canto flamenco.

La grabación de la canción también explica la determinación del cantautor de Xàtiva, tal y como recordaba Enric Gispert, director musical de Edigsa durante los años 60. "Encargamos los arreglos a un músico que interpretó que aquello era un rock. Cuando fuimos todos al estudio de grabación, dimos la entrada a la batería, la guitarra eléctrica, el bajo ... Aquello sonaba realmente explosivo y contundente! Cuando Raimon lo oyó, dijo que no quería grabar (...). Me costó mucho convencerlo para volver a intentarlo. Después la grabamos y todo fue mejor", decía Gispert en el catálogo de la exposición «Raimon. Al vent del món» que se hizo en Arts Santa Mónica en 2012. ¿Qué habría pasado si aquel Raimon de 23 años de edad hubiera tocado «Al vent» con una guitarra eléctrica? Según el trovador Xavier Baró, "con un acompañamiento eléctrico más cercano al rock Raimon habría arrasado". Y deunidó como ha arrasado hasta ahora.

Portada de la revista Vibraciones, de març del 1976, amb Raimon com a protagonista

«Diguem no»

La primera canción de protesta, y contemporánea de Bob Dylan

"Hay gente que piensa y cree que «Al vent» es una canción de protesta. Qué le vamos a hacer..." La primera canción de protesta que se publica en este país es «Diguem no», editada en disco EP en 1963, seis meses después de «Al vent»". Así lo detalla el mismo Raimon en el libro «Tot el que he cantat» (La Magrana, 2017). «Diguem no» aparece el mismo año que «The Freewheelin’ Bob Dylan», el disco de «Blowin' in the wind», «Masters of war» y «A hard rain’s a-gonna fall», tres canciones de protesta comparables a las de Raimon.

Musicalmente, no es posible explicar al autor de «Diguem no» estirando de diferentes hilos. Algunos lo relacionan con Woody Guthrie, Pete Seeger y Bob Dylan, y recuerdan que la música también es fruto de las condiciones materiales. De aquel Raimon tenemos la imagen icónica: un hombre con una guitarra. «En aquella época la guitarra tenía que hacerlo todo, por razones económicas, pero también porque hasta 1977 no podía asegurar nada a los músicos porque sucedía que llegaba a un lugar a tocar y me decían que habían prohibido el concierto -recuerda Raimon- . Durante muchos años éramos Annalisa y yo los que íbamos con los altavoces en el coche. Había toda una serie de condicionantes externos que te hacían hacer las cosas de una manera. Toda la música folk norteamericana, de Woody Guthrie y Pete Seeger, también es así».

«Treballaré el teu cos»

El amor al amor, y también al acompañamiento del contrabajo

"Es a partir de 1977 que en directo ya me permito el lujo de tener el contrabajo [de Enric Ponsa], y después fui colocando más instrumentos", dice Raimon. El contrabajo era el acompañamiento soñado, a la manera de lo que Pierre Nicolas hacía con Georges Brassens y Barbara. «Treballaré el teu cos», incluida en el EP Cançons d’amor (1965), es una pieza amorosa con un instrumento que resalta el erotismo con elegancia.

Con los años, el contrabajo y el clarinete fueron indispensables en los conciertos de Raimon. Intérpretes tan notables como Fernando Serena y Pau Domènech en el directo del Gran Teatre del Liceu de 2012 ataban un diálogo extraordinario precisamente con «Treballaré el teu cos».

«Cançó de la plenitud del matí»

Y con Salvador Espriu se abrió otro universo melódico

En palabras del musicólogo Enrique Gispert, las primeras canciones de Raimon se hacen fuertes en "la austeridad melódica", y es cuando decide cantar la poesía de Salvador Espriu que la ambición le lleva a nuevos territorios melódicos. El Raimon del disco Cançons de la roda del temps (1966) no es el cantautor austero, sino un compositor que autoexige desafíos armónicos y melódicos, incluso en piezas breves como la magnífica «Cançó de la plenitud del matí», "construida sobre acuerdos de un fragmento del Misterio de Elche", tal y como precisa Gispert.

Antoni Ros Marbà, que años después arregló estas canciones, asegura que "la música de Raimon constituye, un todo de una gran solidez". El mismo Espriu le alabó: "En las Cançons de la roda del temps, pienso que Raimon alcanza uno de los momentos más importantes de su carrera. Yo estoy muy contento con la interpretación que da a mis poemas", dijo el poeta.

«18 de maig a la ‘Villa’»

El galope de la guitarra y la voz que sube bien arriba

La canción «18 de maig a la ‘Villa’» tiene una innegable carga política, porque recuerda el concierto en la Universidad Complutense de Madrid de 1968, cuando resonaba el eco de los adoquines que llegaba de Francia. Además, la cantó en el Olympia de París, con lo cual completó el círculo simbólico. Aparte de la letra, «18 de maig a la ‘Villa’» también es relevante musicalmente. La guitarra galopa como lo haría poco después la de Paco Ibáñez con versos de Rafael Alberti (A galopar), y la voz sube como pocas veces. Canciones como esta, «Veles e vents», «Treballaré el teu cos» o «13 de març», canción de los creyentes, donde la voz "sube allá arriba", las pudo seguir cantando ya de mayor gracias a haber dejado de fumar. "Había fumado hasta 1987, y cuando lo dejé gané capacidad de recuperación. Además, pude hacer tranquilamente las notas sostenidas y los agudos que no me atrevía a hacer en los años ochenta", explicaba Raimon.

Raimona la presentació de l'exposició sobre els seus 50 anys de trajectòria que es va fer a Barcelona el 2012

«Veles e vents»

La plenitud clásica, en todos los sentidos

La experimentación con los versos de Espriu fue fundamental para que Raimon afrontara nuevos retos, como musicalizar a Ausiàs March, Jordi de Sant Jordi y Anselm Turmeda. Su viaje a la poesía del siglo XV ha dado resultados esplendorosos. Haciendo "música de la fonética", como dice Antoni Batista, Raimon incorporó también el bagaje clásico, o tal vez el preclásico, de compositores como Vivaldi que tanto le habían fascinado muy joven. Y seguía los pasos de Brassens, que igualmente había viajado al siglo XV para musicar poemas de François Villon. En cualquier caso, aquel viaje poético certificó el inicio de la etapa de madurez de Raimon, clásica en el sentido de equilibrio: «Veles e vents», compuesta en 1969 e incluida en el disco Per destruir aquell qui l’ha desert ( 1970), afrontaba los versos de Ausiàs March como si estuviera creando un lied renacentista, pero en pleno siglo XX. Es una canción de "proporciones impecables" y "la melodía tiene un vuelo delicioso", apuntaba Gispert.

«Com un puny»

Cuando el amor viaja con un poema perfecto

Uno de los momentos más emocionantes de los conciertos de despedida en el Palau de la Música de 2017 fue cuando Raimon cantaba «Com un puny»; según el cantautor Roger Mas, una "maravillosa canción de amor poco valorada fuera del público fiel" de Raimon. «Com un puny», "uno de los poemas más bien resueltos y más perfectos de Raimon", tal y como aseguró Espriu, dialoga con «Veles e vent» también musicalmente; es heredera y lleva más allá la magia del recitativo. Además, demuestra la habilidad armónica de Raimon, y cada pizca del contrabajo es un recordatorio de la inmensidad del amor que comparte con Annalisa Corti. «Com un puny» cerró el disco A Víctor Jara, publicado en 1974.

«Amanda»

La conexión con la canción latinoamericana

Otros cantautores han sido más permeables que Raimon a la canción latinoamericana. Sin embargo, comparte el simbolismo cívico y político, tal y como demostró adaptando al catalán Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara. Además, publicó la versión en 1974, unos meses después de que el cantautor chileno fuera asesinado por los militares a las órdenes del general Pinochet el 16 de septiembre de 1973. La conexión entre Raimon y Víctor Jara se ha encarnado después en otro cantautor de Xàtiva: Feliu Ventura.

«Al meu país la pluja»

La raíz del canto en tiempo de teclados

A diferencia de Ovidi Montllor y otros cantadores del País Valencià como Miquel Gil, Raimon no trabajado tan intensamente con la raíz popular de los cantos de trabajo, o en general con la canción tradicional. Pero sí lo hizo en «Al meu país la pluja», una canción que abre y cierra a cappella y que forma parte de un disco con arreglos de Josep Pons y mucha presencia de los teclados: Entre la nota i el so (1984). Es un Raimon diferente, pero como siempre muy expresivo con la voz.

«A l’estiu quan són les nou»

El traje a medida de los arreglos de Manel Camp

Manel Camp ha sido uno de los música de confianza de Raimon. Suyos son los arreglos orquestales y la dirección musical del disco Quan l’aigua es queixa (1979), elegantes y espejados en tradiciones estadounidenses. Camp también participó en Cançons de mai (1997), con juegos jazzísticos y mediterráneos y piezas memorables como «Soliloqui solipsista». Y repitió en Rellotge d’emocions (2011), el último disco con composiciones nuevas de Raimon. Aquel álbum abría con «A l’estiu quan són les nou», otra declaración de amor: "Tu i jo hem volgut sempre ser-ne dos" ("Tú y yo hemos querido siempre ser dos"). Es un Raimon enamorado y alegre, que canta porque se siente afortunado. Canta transmitiendo toda una vida musical, dominando el tempo y cambiando el tono para atacar la estrofa definitiva como si fuera la cosa más sencilla del mundo. Este es uno de los legados de Raimon: saber poner la voz en su lugar y evitar malgastar la emoción con exhibicionismos y fuegos artificiales.

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