Griezmann alza la voz para reclamar su lugar (5-2)

El francés lidera la goleada contra el Betis acompañado de jóvenes de La Masia

Toni Padilla
4 min
Antoine Griezmann, celebrant el seu segon gol contra el Betis

BarcelonaLa cabeza de Antoine Griezmann piensa muy rápido. El francés imagina escenarios, escribe guiones. Si hace un año decidió anunciar que no vendría al Barça con un pequeño cortometraje que provocó que fuera abucheado por la afición azulgrana cuando jugó con el Atlético, unos meses más tarde ya tenía pensado como pediría perdón cuando llegaran los primeros goles en el Camp Nou. Y lo preparó. Al inicio de la segunda parte, envió el balón al fondo de la red con un disparo precioso y terminó a un banderín de córner, donde un trabajador le dio un montón de confeti, azul y grana, que Griezmann lanzó el cielo barcelonés como si fuera una estrella de la NBA. Sin Messi, Suárez y Dembélé, el Barça sabía que podía hacerse daño, si perdía con el Betis. Pero Griezmann aprovechó estas bajas para ocupar el centro del escenario, donde iluminado por todos los focos alzó la voz recordando que ha llegado para triunfar. Y que quizás no hay que fichar a Neymar.

Un segundo tiempo delicioso sirvió para olvidar el gris de Bilbao y para hacer reír a Messi, que lo miraba todo rodeado de sus hijos desde la grada. El Betis se convirtió en el chivo expiatorio de un Barça que insinuó durante la primera parte todo lo que hizo en la segunda, cuando el equipo de Valverde dejó grogui los andaluces con tres goles en 12 minutos, que premiaron el buen juego de un Barça que por momentos parecía ser un equipo diferente de aquel derrotado en San Mamés. Griezmann, jugando de falso nueve, utilizó el partido para acabar de convencer a los pocos barcelonistas que aún renegaban de él, pero lo hizo rodeado por un grupo de jóvenes con mucho para reivindicar. Carlos Pérez, con su primer gol en el Camp Nou, convirtió cada carrera que hacía con la pelota atada al pie en una defensa de La Masía. Rafinha dio continuidad a las buenas sensaciones que ya tuvo en Bilbao y, por detrás, Sergi Roberto y De Jong tuvieron el control del encuentro en todo momento el día que Rakitic lo miraba desde fuera. El croata, que ya lleva dos partidos en el banquillo, afronta la última semana del mercado de fichajes con la sensación incómoda de saber que más de uno, en el club, estaría encantado de venderlo a la Juve. Y, de hecho, sin Rakitic el centro del campo funcionó. Sergi Roberto dio asistencias de gol, De Jong se sintió más acompañado que en Bilbao y por detrás, Sergio Busquets, que falló en el gol del Betis, se centró para recuperar su mejor nivel de juego.

En el Barça, todo tiende a magnificarse. Perder por primera vez desde los años 60 las dos primeras jornadas de Liga habría provocado un pequeño incendio en un club donde siempre se exige jugar bien, además de ganar. Y a pesar de que Nabil Fekir, un jugador delicioso que mantuvo vivo casi solo al Betis en ataque, hizo el 0-1 en el primer ataque de los sevillanos, el Barça casi nunca se desconcentró, con un juego alegre en ataque con el que el balón volvió a rodar rápido por el césped del Camp Nou. Griezmann, convertido en una tortura capaz de aparecer por donde quería. El francés por momentos estaba en la zona donde suele estar Luis Suárez, pero acto seguido aparecía en las zonas donde Messi siempre reina. Sin ellos, Griezmann se convirtió en la clave de bóveda sobre la que bailaba el resto del equipo, con un montón de permutas de posición que convirtieron el partido en una pequeña pesadilla para los béticos. Justo antes del descanso, cuando el 0-1 amenazaba en convertir esta próxima semana en un viacrucis para la directiva, Sergi Roberto pisó fuerte en medio del campo, donde quiere seguir jugando, y Griezmann empató estrenándose como goleador. Pero no celebró el gol, consciente de que tendría tiempo para dar la vuelta al marcador.

Dicho y hecho. Griezmann tardó poco en hacer el 2-1, uno de esos goles en que el talento individual decide, porque sólo él vio la trayectoria de su disparo desde fuera del área, dando inicio a la fiesta de un Barça en el que Valverde, más valiente esta temporada en su toma de decisiones, acertó del todo. El catalán Carlos Pérez marcó el tercero, premio a su buen partido formando tridente con Griezmann y Rafinha, Alba se inventó el cuarto tras una jugada de Busquets, y Vidal, que había entrado en la segunda parte, hizo el quinto. Todo era tan bonito, tan perfecto, que Valverde entendió que era el momento de convertir al joven de Guinea Bissau Ansu Fati en el segundo debutante más joven en la Liga del Barça. Fati abrazó a Pérez, y en los pocos minutos que estuvo en el terreno de juego, este chico de 16 años casi marcó su primer gol bajo la mirada de su familia. Una familia que dejó su tierra persiguiendo una vida más digna, sin imaginar que Albert Puig los visitaría en su casa, en Sevilla, para llevar a su hijo a un Camp Nou donde todo es posible cuando se confía en los jóvenes. La filosofía que ha hecho grande un club que, para dar continuidad a la fiesta, hoy inaugurará la estatua de un Johan Cruyff -que seguro que habría disfrutado con este partido.

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