BARÇA

La Masia está enferma

El Barça prevé cambios después de situaciones alarmantes en una institución fundamental

Xavi Torres
12 min
La Masia està malalta

BarcelonaEn la junta directiva del pasado 11 de febrero, Xavier Vilajoana fue designado directivo responsable de La Masia. Hasta entonces, su responsable y máximo ejecutivo del área de deportes profesionales, Albert Soler, no tenía ningún dirigente que fiscalizara su trabajo. Poco después, el 1 de marzo, el Barça contrató a Xavi Martín como director del área Masia, el nuevo espacio creado para tratar de acabar con la crisis existente. Martín, que ya había estado en el club como responsable de comunicación durante gran parte de la era Rosell, volvía con un segundo cargo, el de adjunto del área de fútbol. El detalle no es menor. ¿Si Bartomeu y su junta no se cansan de trasladar al socio las bonanzas del trabajo en La Masia, por qué el Barça crea una nueva área, hace dos nombramientos de golpe, cambia la estructura ejecutiva, sustituye a Albert Soler y minimiza la labor del histórico director, Carles Folguera, hasta el punto de plantearse el adiós al cargo después de 17 años? ¿Qué pasa en La Masia?

El 20 de octubre de 1979 el FC Barcelona inauguró la vieja Masia de Can Planes como residencia de los jóvenes jugadores que vivían lejos de la Ciudad Condal. Su capacidad inicial fue justo para 12 futbolistas. Las necesidades deportivas llevaron al Barça a habilitar espacios en la zona del gol norte del Camp Nou para acoger a 48 residentes más. Finalmente, el 20 de octubre de 2011 se presentó en sociedad la nueva Masia - Centro de Formación Oriol Tort, ahora con capacidad para 83 deportistas. Durante este tiempo, la dedicación de los diferentes directores y trabajadores de La Masia y, también, de los coordinadores y entrenadores del fútbol base, consiguieron posicionar la residencia en un escenario de prestigio que terminaba decantando, en caso de duda, la opinión de muchos padres que recibían varias ofertas para sus hijos, por descontado, también del Real Madrid.

Toda la experiencia acumulada durante años culminó en el proyecto Masia 360, un acompañamiento al deportista desde el primer día que llega al club. Una excelente idea que Bartomeu encargó a Albert Soler y a Javier Sobrino, jefe del área de estrategia y conocimiento. Nos situamos en la temporada 2016-2017.

La presentació del programa Masia 360

La intención era ordenar y dar contenido de una manera más profesionalizada a las labores que toda la vida se habían hecho en La Masia casi de forma voluntaria. Sin olvidar que los niños y los chicos se desplazaban a Barcelona para una cuestión deportiva, el proyecto debía poner en valor todo lo que se genera en el día a día más allá del terreno de juego, es decir, cuestiones emocionales, psicológicas y académicas. Además, la intención del Barça era ampliar la formación integral con aspectos más colectivos y de club, como dar a conocer su historia, identidad y valores solidarios. El abanico se ampliaba con el reciclaje continuado de los técnicos de la casa. Un proyecto maravilloso.

Sin embargo, como pasa siempre, el éxito de las ideas y los proyectos dependen de las personas. Albert Soler, hombre de confianza de Bartomeu, fue el encargado de escogerlas, empezando por el director. Aunque en el primer esquema aparecía la figura de Pere Gratacós, exentrenador del Barça B, acabó nombrando a Carles Folguera, director de la residencia y de todos sus programas desde 2002. El nombramiento no cayó nada bien en el área de fútbol formativo, dirigida entonces por Pep Segura. Su apuesta era, claro, Gratacós, una figura más propicia para culminar sus intenciones de tener el control absoluto de La Masia.

El segundo enfrentamiento entre el área de fútbol de Segura y La Masia se produjo pocos meses después de la inauguración del proyecto. Sergio Vallecillo fue nombrado director de la residencia. Vallecillo había entrado en el club de la mano del directivo Pau Vilanova, de quien era colaborador en su empresa de interiorismo PV+ Disseny. Hizo de ayudante en los equipos infantiles y pronto conectó con Pep Segura. Las buenas relaciones lo hicieron director de la residencia pero enseguida entró en conflicto con Folguera. Tanto, que duró cuatro meses. Lo sustituyó Juanjo Luque. Segura reubicó a Vallecillo en su área. Las decisiones de Folguera desesperaron a Segura y las relaciones personales se rompieron. ¿Se puede entender un buen funcionamiento sin una buena relación entre el área de fútbol y La Masia?

La crisis de los programas

El proyecto puso en marcha un excelente programa de atención integral al deportista dirigido por Ana Merayo, extutora de la antigua Masia. Hablamos de cuatro áreas de apoyo para todos los jugadores de la base de las cinco secciones profesionales: la atención tutorial, la psicológica, la educación emocional y la académica. El Barça encargó en el año 2005 a la empresa Eduvic (cooperativa de iniciativa social con más de 20 años de experiencia) el trabajo de la tutorial.

Ahora mismo hay 17 tutores –con una ratio de uno por cada 15 jugadores residentes, y de uno por cada 35-40 no residentes– que realizan un seguimiento en todos los ámbitos de la vida (académicos, familiares, vocacionales, emocionales...) para detectar problemas y encontrar soluciones. Cada semana se reúnen con el director de la residencia, Juanjo Luque, para fijar objetivos.

El programa, sin embargo, en el caso del fútbol, no ha funcionado. A Pep Segura tampoco le ha convencido. Considera que los jugadores ya están lo suficientemente ocupados para tener que dedicar parte de su tiempo a atender a especialistas en ámbitos no estrictamente futbolísticos.

Se critica cierta burocratización de las prácticas y, en muchos momentos, poco apoyo durante los fines de semana, justamente cuando tiene lugar la actividad deportiva. Aunque el programa continúa vigente, el grado de confianza entre las partes se ha roto. Los entrenadores, siguiendo la línea de su jefe, no creen necesaria esta tutoría. Y hay jugadores cadetes –14-15 años, la última etapa del programa pero la más importante por todo lo que conlleva la adolescencia– que responden lo que los tutores quieren escuchar para acabar lo antes posible el test al que son sometidos. ¿Qué sentido tiene la práctica si el proceso está viciado? En este sentido, Pep Segura considera que este trabajo de tutoría no lo debería hacer personal externo al área de fútbol que él controla, sino los segundos entrenadores de cada equipo. Los especialistas pedagógicos discrepan.

Hay que decir que las secciones de baloncesto, balonmano, fútbol sala y hockey están más satisfechas porque, a diferencia del caso que nos ocupa, sus responsables ponen más interés. En cualquier caso, Eduvic ha supuesto, este año, un gasto de 900.000 € al club.

Una xerrada amb jugadors de la Masia

A nivel psicológico, hay dos tipos de atención: la que dan dos profesionales desde el ámbito psicosocial y la que dan dos psicólogos deportivos. Una vez más, disparidad de criterios entre las partes. Según La Masia, cada año se atienden 40-50 casos (secuelas por enfermedades graves de familiares, separaciones de los padres, problemas económicos...), mientras que desde el área deportiva se confía en el trabajo de los propios entrenadores.

En cuanto al tercer programa, el de educación emocional, La Masia contrató la empresa La Granja, con sede en Santa Maria de Palautordera, y compartió gastos con la Fundación del club (50.000 € + 50.000 €, por año) para desarrollar este programa, que ha resultado ser un fracaso. El fútbol no completó ni la primera temporada y el resto de las secciones ya lo han abandonado.

El cuarto programa es el académico, dirigido por Anna Amelibia. El gran núcleo de chicos estudian en el colegio Lleó XIII, pero el club tiene una amplia oferta. Por ejemplo, para competir con otros clubs como el Real Madrid o el Baskonia, chicos extranjeros que fichan para jugar a baloncesto estudian en escuelas internacionales como el Colegio Europa, de Sant Cugat del Vallès, o la Escola Ágora, de Sant Esteve Sesrovires. Hay bachilleratos y ciclos formativos de grado medio y superior que se cursan en el centro Stucom, y formación profesional en el centro Sant Francesc. En edad universitaria, el Barça beca a cada jugador hasta 3.000 €. Pues bien, también en esto hay diferencia de opiniones entre los responsables educativos y deportivos. Aunque el reclamo es el fútbol, el compromiso del club con las familias es hacer compatible el deporte con el estudio. “He suspendido, incluso, recreo”, aseguraba un jugador residente. No ha habido consecuencias. Se hace la vista gorda ante los futuros cracks.

En el proyecto Masia 360 encontramos, además, programas tan acertados como 'Entrenar para ser profesional', para jóvenes deportistas, o el 'Servicio de orientación en la retirada del deportista profesional', para los veteranos. Respecto a este último, no se ha hecho nada. Del primero, La Masia se siente bastante orgullosa.

La directiva i els responsables de la Masia, fa quatre anys

Aunque el área de fútbol, como ya hemos dicho, prescinde del programa, esta temporada se han organizado tres grupos con casi 90 deportistas –femeninos y masculinos– con el objetivo de prepararlos para el futuro inmediato más allá de la pelota. Se trata de un curso –10 sesiones presenciales más prácticas online– para tener conocimientos en marketing deportivo, técnicas para hablar en público, redes sociales, finanzas elementales y emprendeduría. Si cualquiera de los asistentes quiere preparar su campus de verano, por ejemplo, aprenderá todo lo que necesita. Riqui Puig, por poner un ejemplo, ha sido uno de los alumnos de este curso que ha sobrevivido con muchas dificultades.

La residencia: despachos con ducha

La residencia dio un gran paso adelante con la inauguración de la nueva residencia en el año 2011. Sorprende que en el Centro de Formación Oriol Tort –en recuerdo de quien fue coordinador del fútbol base del Barça y una de las alma mater de la vieja Masia, que murió de cáncer en 1999– no haya ni una fotografía suya en todo el edificio. Un edificio de cinco plantas para alojar a 83 deportistas y con espacios para ofrecer los mejores servicios a la cantera y, también, a los primeros equipos de las cinco secciones profesionales. Se trataba de encontrar la comodidad en casa para ahorrarse las concentraciones en los hoteles. La realidad, sin embargo, es bien diferente. Las habitaciones de la planta alta se han convertido en despachos con ducha. Cuando Pep Segura fue nombrado mánager general, en julio de 2017, organizó el espacio de despachos de la Ciudad Deportiva solo para el fútbol. Por lo tanto, el responsable de las secciones, Albert Soler, y todos los secretarios técnicos más el personal administrativo y otros trabajadores del club ocuparon esta planta de La Masia. En cuanto a la inferior, más despachos para tutores, psicólogos y para la responsable del área del servicio de atención integral al deportista, Ana Merayo. Ya no hay gimnasio y la zona de aguas, claro, no funciona. Los equipos profesionales, pues, siguen concentrándose en hoteles. ¿Gasto evitable?

Xerrada de l'atleta Núria Picas a La Masia

El exceso de personal ha ido sacando espacio a los chicos y a los servicios. En la planta baja, sirva de ejemplo, una sala audiovisual también ha acabado convertida en despachos. Normal. Solo en esta planta deben trabajar el jefe del área, Xavi Martín; el director del proyecto, Carles Folguera; el director de la residencia, Juanjo Luque; el responsable de pisos, Luis Santos; el responsable de proyectos y estrategias, Miquel Ferrer; el jefe de mantenimiento y cocina, Andrey Xephkin; el responsable de compras y servicios, Xavier Armengol, y los responsables de programas varios, Xavier Llorens, Ricard Muñoz y Anna Amelibia. Y también personal administrativo y algunos educadores.

74 residentes

En la actualidad hay 74 plazas ocupadas en La Masia: 48 por el fútbol, 14 por el baloncesto, 5 por el balonmano, 4 por el fútbol sala y 3 por el hockey patines. El sentido común nos lleva a pensar que todos estos deportistas son auténticos elegidos, jugadores que marcan la diferencia en su edad y que están llamados a ser profesionales. Por eso se marchan de su casa prematuramente y, por eso, el Barça hace una inversión mayúscula en ellos. La realidad, sin embargo, no es esta. Aunque parezca mentira, en La Masia hay suplentes y jugadores cedidos, es decir, hay niños o chicos deportivamente prescindibles. ¿Cómo es posible?

Es cierto que hay casos en los que la mente supera al cuerpo y en los que el propio bloqueo detiene la progresión de muchos aspirantes. Pasa, ha pasado y seguirá pasando. Pero una cosa es esto, asumible desde el club, y otra las cuotas de plazas por secciones que condicionan la selección. Cuotas, sí, en torno al 65% para el fútbol, el 20% para el baloncesto, el 6% para el balonmano, el 5% para el fútbol sala y el 4% para el hockey. Por lo tanto, por ejemplo, si un año el fútbol no llena sus camas y el baloncesto aprovecha la circunstancia para traer jugadores para su sección, el fútbol perdería estas plazas hasta que los chicos en cuestión abandonaran La Masia. ¿Solución? Ocupar camas y cumplir con la cuota. Fichar a jugadores aunque su talento no supere el que tienen los que ya hay en la cantera. Deshacer el camino no supone ningún problema para el área técnica. Quizás sí para el deportista y su familia. No es casualidad que en este espacio no haya ni una sola palabra en torno a las residentes femeninas. El hecho es que no hay ninguna. De ningún deporte.

También este año se ha constatado que la calidad de la comida de La Masia no llega a los mínimos exigibles. Cuando el club abandonó la vieja residencia externalizó el servicio de la cocina. De lo que pasa ahora, nadie culpa a los responsables del servicio, Fernando Redondo y Josefina Brazales. La empresa escogida fue Sodexo, que también trabaja en el catering del primer equipo, por cierto, sin ninguna queja –más bien todo lo contrario–. Es evidente que lo que el Barça paga para satisfacer a sus estrellas no se acerca a la inversión que hace en la nutrición de las jóvenes promesas. La situación no es aceptable. Detectado el problema y aprovechando que el contrato con Sodexo expira este verano, el Barça podría abrir a concurso la concesión de la licencia de este espacio tan trascendente.

Una visita de nens de la Masia al Museu del Barça

Hay que tener en cuenta que para el servicio de comedor La Masia no solo atiende a los deportistas residentes, sino también a todos aquellos que viven en pisos –deportistas que superan los 18 años–. El gallego Luis Santos Silva, un hombre que entró en el club de la mano de Xavi Pascual para trabajar en la sección de balonmano, es el encargado de la gestión de los cinco pisos que controla el club. Viven allí seis jugadores de balonmano y tres de baloncesto, hockey y fútbol sala. La política con respecto a los futbolistas ha cambiado. Ya no hay pisos pagados para ellos. El Barça decidió subirles el sueldo directamente para que destinen este aumento a la residencia que quieran. Todos ellos, con casa propia o del club, tienen derecho a hacer sus comidas en La Masia.

La residencia reúne a adolescentes en un escenario extraordinariamente competitivo. Lejos de los padres, el papel de La Masia es fundamental para ordenar su vida. Esta temporada un jugador amenazó a otro en medio del comedor, pero ante su calidad futbolística un miembro destacado del área de fútbol justificó la actuación con un terrorífico “son cosas de niños”. Hace algunos años se vivió una situación similar cuando un chico brasileño amenazó a otro con un cuchillo. Entonces el jugador fue expulsado. Ahora, no.

El escenario de competición vital entre los adolescentes pone en cuestión la idoneidad del modelo de La Masia. O el del Centro Nacional de Fútbol de Clairefontaine, en Francia. O el de tantas otras residencias. Otros clubs trabajan con familias colaboradoras que atienden a los jóvenes elegidos como si fueran hijos suyos. En estos casos, se valora la relación personal y el control disciplinario más humano y más natural.

Finalmente, el proyecto Masia 360 tiene tres objetivos más: la formación de los entrenadores, dar a conocer a los nuevos jugadores la historia del club y trabajar los valores. Para liderar los programas, Albert Soler –recordamos, la persona a quien Bartomeu encargó la organización del proyecto en el año 2016– fue añadiendo a la causa entrenadores sin trabajo; algunos, sustituidos por él mismo como máximo responsable de las secciones profesionales. Con un sombrero destituía a un entrenador y con otro, el de jefe de La Masia, lo nombraba responsables de un área sin atender a sus capacidades ni al estado anímico y motivacional para afrontar el nuevo trabajo.

El área de formación de formadores fue encargada a Pere Gratacós, ex fútbol, y a Marc Carmona, ex fútbol sala. Durante dos temporadas y media se han hecho cursos de formación en prevención de situaciones de riesgo y alguno sobre análisis de datos. Nada de reciclaje para los técnicos. Sorprendentemente, ninguna relación con el área de metodología. El extécnico de hockey, Ricard Muñoz, y el ex del fútbol femenino, Xavi Llorens, han sido los escogidos para el programa de identidad. El trabajo se ha reducido a un acompañamiento a los nuevos jugadores y sus familias al Museo, sin pensar en la ayuda que podría dar la asociación de exjugadores.

Finalmente, los valores aparecen en el programa Masia Solidaria, ahora liderado por Anna Amelibia, pero que la pasada temporada obtuvo un gran éxito con Antoni Comas, ahora jubilado. Con el apoyo de la Fundación, todos los jugadores y jugadoras de la cantera participaron en las actividades de intercambio con entidades, como la Fundación Guttmann.

Bartomeu, a la Masia

Conclusiones

Josep Maria Bartomeu está preocupado. Conoce perfectamente la situación y está preocupado. ¿Cómo es posible que el área de fútbol y La Masia no se entiendan? ¿Y que la comida no sea la idónea para un deportista? ¿Y que la selección no sea en función del talento? Todo el mundo habla de La Masia pero pocos aficionados conocen la realidad. Además, se echan de menos las aportaciones de los futbolistas del primer equipo. Quedan lejos las charlas de Iniesta o de Sergi Roberto...

Y no es el único frente abierto. Una denuncia de una trabajadora de la Masia contra Carles Folguera acabó con la investigación del anterior compliance officer, Sabine Pacquer, y el correspondiente informe para la Junta Directiva. Sigue sobre la mesa. Aunque los argumentos de la denunciante generan debate entre las partes –no es objeto de este trabajo periodístico saber quién té razón– el ejemplo sirve para poder explicar el ambiente extremadamente enrarecido que se vive en La Masia. Folguera es víctima de sus 17 años en el cargo.

Por responsabilidad, por el recuerdo de toda la gente que se ha dejado la piel, pero sobre todo por el futuro, el Barça debe recuperar La Masia. No se trata solo de invertir cada año alrededor de 4,5 millones de euros en el proyecto sino de garantizar la excelencia a base de rigor, capacidad y profesionalidad. Es evidente que Bartomeu tomará decisiones este verano. De momento, Xavier Vilajoana y Xavi Martín han asumido el liderazgo de la recuperación de las esencias. De ellos se esperan resultados positivos. Ahora que en octubre La Masia cumplirá 40 años, el Barça hará bien en lucirla en toda su dimensión. Ahora está enferma. Y el club no se lo puede permitir.

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