LA PIZARRA DEL MUNDIAL

Una clasificación envenenada

España accede a los primeros octavos de la historia pero tiembla con el cruce (0-0)

Natalia Arroyo
3 min
Irene Parades disputant una pilota en l’empat contra la Xina.

Entrenadora I / PeriodistaEl 0-0 se celebraba en los dos banquillos. España estaba de fiesta por haberse clasificado por primera vez en la historia para los octavos de final de un Mundial y China sonreía porque las carambolas le permitirán esquivar a los Estados Unidos. Esta será, muy probablemente, la suerte de la roja después del empate este lunes en Le Havre, aunque habrá que esperar al jueves para ver si las norteamericanas no pierden contra Suecia y confirman que acaban primeras en el Grupo F. Un triunfo nórdico dibujaría un cruce a priori más asequible, pero que hoy por hoy nadie se espera. Cualquier otro resultado que no sea una victoria sueca llevará a España ante los Estados Unidos, que se han mostrado implacables en las dos primeras jornadas en Francia. Es cierto que la actual campeona sólo se ha enfrentado a Tailandia y Chile, pero el balance de 17 goles a favor y 0 en contra, y habiendo lucido casi dos onces diferentes, intimida. Hace temblar.

Era la parte negativa de la alegría de este lunes en el Stade Océane. Las jugadoras se contenían sobre el césped, conscientes de lo que viene en la siguiente ronda. Atendieron a las aficionadas que pedían fotografías con cara seria, firmaron unos cuantos autógrafos con profesionalidad y saludaron a los familiares desplazados con una sonrisa de circunstancias. El presidente de la RFEF, Luis Rubiales, las felicitó después del partido, pero la emoción en general era relativa.

Durante el partido dio la sensación de que todo el mundo aceptaba las quinielas para ser terceras de grupo. A España le iban bien pocas combinaciones, porque todo lo que no fuera perder la dejaba como segunda, y más con la goleada de Alemania en paralelo ante Sudáfrica. Nada dibujaba un escenario que esquivara al gran fantasma y menos con el tono bajo que tenía el partido. China jugaba su juego, expectante y reactiva, y a España se la veía sin ideas en su intento de llevar la iniciativa. Nadie especulaba, aparentemente, pero a todo le faltaba más mala intención. Los contraataques chinos eran inofensivos, mucho más imprecisos que el primer día contra Alemana. Quien mejor jugó fue la portera Peng, que hizo tres grandes intervenciones en chutes de Guijarro y remate de Jenni Hermoso, y permitió salvar un punto. Con cuatro, China tiene garantizada la clasificación, pase lo que pase con el resto de partidos.

El hito de superar la fase de grupos oculta la falta de puntería de España, que lleva dos goles de penalti de los tres marcados. Si no se acierta con la tecla, parece difícil que se pueda hacer cosquillas a las próximas rivales. Ciertamente, el once de Jorge Vilda tenía voluntad de resolver la falta de gol con Nahikari en punta, Jenni de enlace y Mariona y Lucía en las bandas. Pero el bloqueo era general. La salida de pelota no era limpia y sólo las diagonales largas ofrecían una solución para encarar la portería. Sin embargo, todo demasiado directo. En el descanso entró Falcón a la izquierda y Guijarro avanzó líneas. El equipo se entregó más, pero continuaba faltándole profundidad en las laterales.

En directo desde el estadio —CaixaBank invitó a diferentes periodistas al partido—, la sensación de impotencia era más evidente que al mirar el enfrentamiento por televisión. El griterío descompasado de los aficionados no hace más que añadir histeria a cada ataque. Y el equipo necesita más calma, pero al mismo tiempo menos calma. Suena a contradicción. Como que pasar a octavos parezca más mala noticia que buena.

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