Una crisis que deja cicatrices en el Camp Nou

Malestar y desconfianza de Bartomeu por las filtraciones interesadas sobre el futuro de Valverde

Martí Molina / Toni Padilla
4 min
Josep Maria Bartomeu i Ernesto Valverde el dia en què el Barça va presentar el tècnic.

BarcelonaHabía una época en la que en el Barça todo el mundo iba a una. Ya había algunas discrepancias internas, pero la buena racha del primer equipo de fútbol lo tapaba casi todo. La pelota entraba, los títulos iban cayendo y las pequeñas crisis del día a día se solucionaban con más o menos facilidad. Pero las últimas semanas han sido un calvario. Desde la eliminación de la Champions, los debates internos han evidenciado el desgaste de la junta directiva y de Josep Maria Bartomeu, que afronta con debilidad los dos últimos años de su mandato, más expuesto que nunca a los resultados del primer equipo de fútbol.

La decisión de mantener a Ernesto Valverde en el cargo no ha sido nada fácil, por más que se intente enviar el mensaje de que el Txingurri nunca llegó a correr peligro. Ciertamente, Bartomeu defendió desde el primer día que Valverde tenía que seguir siendo el entrenador, pero lo hizo en un ambiente hostil, rodeado de compañeros de directiva y de algunos asesores que le aconsejaban que hiciera el relevo en el banquillo. Un alud de mensajes, críticas y advertencias recordándole que si no hay cambio de entrenador y la próxima temporada el equipo tiene un juego irregular, los socios no pedirán explicaciones a los que están sobre el césped, sino a los que están en el palco. La situación es similar a la que se vivió hace un año después del desastre de Roma. Sin embargo, esta vez, la derrota en la Copa no ha podido ayudar a tranquilizar el ambiente. Más bien todo lo contrario.

Cuando accedió al cargo, Bartomeu ya sabía que en la junta había diferentes sensibilidades futbolísticas sobre cuál tenía que ser el modelo de juego del Barça. Para evitar el debate, delegó estas decisiones a la secretaría deportiva y aisló a la junta directiva. Hasta ahora las decisiones finales habían generado cierto consenso. Pero con Valverde la directiva está dividida y quiere que su voz se escuche. Y Bartomeu se ha opuesto a ello, haciendo más caso a los ejecutivos que a sus compañeros de junta. Parte de la directiva no ha compartido el cambio de rumbo de Bartomeu de dar más poder a los ejecutivos a sueldo del club, no sólo en el área deportiva, tal como el presidente cree que hay que gestionar el club, para parecerse a otras grandes entidades deportivas y poder fichar a profesionales cualificados en áreas clave.

La cuerda se está rompiendo y Bartomeu empieza a desconfiar de este entorno que no ha jugado limpio con las filtraciones sobre Valverde. El presidente cree que es incomprensible que algunos pudieran hablar en nombre del club sobre la destitución cuando la decisión no estaba tomada. El martes por la mañana, cuando RAC1 informó de que Valverde estaba cesado, el presidente estaba en las oficinas. Rápidamente los portavoces del club se encargaron de desmentir la noticia. Incluso, como adelantaba Mundo Deportivo, llegaron a elaborar un comunicado con la decisión de que Valverde seguiría un año más. Pero Bartomeu desconfió por la filtración y acabó optando por comunicarlo él mismo a los medios, de forma individual, para que le hicieran caso y demostrando liderazgo, en vez de utilizar los canales oficiales del club. El miércoles, en la comida de directivas, el presidente trató de averiguar quién le había movido la silla. De momento, por cierto, no está prevista una rueda de prensa del presidente para valorar la temporada.

Fuentes próximas a Bartomeu reconocen que empieza a notar el desgaste. Pero estas mismas fuentes insisten en que no hará las maletas antes de tiempo y que no se prevé un avance electoral, previsto para el 2021. El hecho de que quede abierta la carpeta del caso Neymar, por el que podría enfrentarse a penas de prisión, hace que Bartomeu se niegue a dar un paso al lado hasta tener resuelto el tema. Eso podría ser la próxima temporada, o podría alargarse un año más. Por otra parte, la junta todavía no tiene definido el relevo de Bartomeu —él no se puede volver a presentar—, que seguramente saldrá de una persona externa a la directiva actual, ya que el directivo que más se ha interesado, Jordi Cardoner, no genera suficiente consenso entre sus compañeros. El presidenciable, pues, probablemente entraría en la junta unos meses antes de las elecciones para liderar un proyecto continuista, con el apoyo explícito del presidente y que evitaría pagar el aval multimillonario, que puede rondar los 150 millones.

Quedan dos años. Para algunos puede ser demasiado, pero para la junta es muy poco. Ese también es uno de los motivos para seguir con la gestión actual de la plantilla en vez de hacer un cambio radical. Además de Valverde, algunos directivos también le pedían que relevara a Pep Segura, el mánager deportivo. Segura, sin embargo, puede estar tranquilo como mínimo hasta el 30 de junio, ya que el área económica lo presiona para que venda a jugadores por valor de unos 70 millones antes de esa fecha para cuadrar los números del ejercicio económico. En caso contrario, el Barça podría cerrar el ejercicio con números rojos. Si el área deportiva preocupa, la económica también, con el Espai Barça avanzando poco a poco y con la necesidad de vender a jugadores. Esta temporada se presupuestaron 131 millones en ventas de futbolistas. Era la primera vez que el Barça presupuestaba operaciones todavía por realizar. Un nuevo quebradero de cabeza para Bartomeu.

El presidente seguirá siendo presidente, pero el caso Valverde y la planificación del futuro dejan unas cicatrices en el palco del Camp Nou que serán difíciles de borrar.

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