BARÇA

Unas elecciones entre la comedia y la tragedia

El Camp Nou vivió un desfile de mascarillas de colores, coches caros y más de un sueño roto

Toni Padilla
4 min
Unes eleccions entre la comèdia i la tragèdia

BarcelonaCamp Nou, nueve y cuarto de la noche. El termómetro baja hasta los dos grados y un grupo de trabajadores esperan impacientes para desmontar la precaria instalación que el Barça ha preparado para los periodistas: dos enchufes y cuatro mesas al aire libre. “Sin pandemia habría una sala entera lista, pero ahora mismo...”, se justifican en el Barça. Y los operarios preguntan de nuevo si pueden terminar el trabajo, porque quieren estar en casa antes de las 10 de la noche. Pero no, los periodistas piden cinco minutos más porque todavía falta el último candidato, Pere Riera, que pasadas las 9, finalmente, sale del Auditori 1899. Riera no quiere decir la cifra de firmas conseguidas: “Somos una candidatura joven que ha trabajado apenas dos meses. No quiero que mañana la prensa use la cifra para criticar a un grupo de socios que ha trabajado con ilusión”, explica. Y ahora sí, después de más de cuatro horas, todos los socios que han tenido la ilusión de ser candidatos acaban de desfilar. Algunos, como Laporta, con un montón de cajas llenas de sueños. El último, Riera, con una modesta caja de cartón. Un buen resumen del Barça, un club plural donde todos los socios pueden tener voz, aunque no todos puedan obtener los avales para ser presidente, claro.

Las elecciones a la presidencia del Barça suelen ser como una gran fiesta, que empieza abierta a todo el mundo y acaba convertida en un club elitista con pocos candidatos. Una fiesta triste, este año, por culpa de la pandemia. Pasando frío, dos jóvenes periodistas se explican las penas. Uno trabajaba para la candidatura de Xavi Vilajoana. El otro, para la de Rousaud. Uno sabe que se ha quedado sin trabajo, puesto que Vilajoana no ha pasado el corte. El otro, en cambio, gana unos días de sueldo. Detrás de cada proyecto electoral se esconden un montón de historias.

La trompeta de Ferran Estrada

De todos los socios que decidieron dar el paso adelante, solo cuatro han pasado el corte... de momento. El equipo de Emili Rousaud sufre, porque si el 10% de sus firmas no son válidas, se quedarán fuera. “No podemos garantizarlo. Algunos socios dan la firma a dos precandidatos para quedar bien, por ejemplo. Tocará sufrir un poco más”. Los otros han quedado fuera de combate, como Vilajoana, que con 1.968 papeletas se va con cara de pocos amigos. “Ha sido una experiencia muy positiva, hemos podido aprender cómo funciona el Barça por dentro. Seguramente repetiremos”, decía Lluís Fernández Alà, que se ha quedado en 1.177 firmas. “Nos hemos equivocado con la estrategia, la gente no entendió eso de ofrecer pizzas y tatuajes, a pesar de que teníamos el proyecto más serio”, explica Jordi Farré, que ha entregado 2.082. Unas papeletas que, tal como hacen Fernández Alà y Riera, destruye. Así es el Barça. Por el Auditori 1899 pueden desfilar proyectos que parecen provenir de planetas diferentes, algunos pensados para mandar y otros pensados para sacar provecho de las elecciones. Que se hable de ti para ocupar un lugar en el famoso entorno, para conocer gente. Algunos piensan en ayudar al Barça, otros en aprovecharse de él.

Justo después de Joan Laporta desfila Ferran Estrada, el barcelonista nacido en Gerb ahora hace 87 años que suele presentarse siempre. Con su barretina y una trompeta que ya no suena tan bien ahora que falta aire para soplarla, espera su turno acompañado de los socios de la Penya Nostra Ensenya que lo han acompañado en esta aventura. Al final, presenta 87 firmas, más que las 11 del 2015. Y después de tocar las notas del himno y de la Santa Espina, se va satisfecho. Él vive el Barça así, participando.

Los sueños de Estrada se cruzan con un desfile de coches caros con miembros de otras candidaturas dentro. Desfila todo el mundo menos Agustí Benedito, muy criticado por su decisión de no aparecer ni decir cuántas firmas ha recogido. Las sospechas de compra de apoyos han aparecido de nuevo en un club que sigue recogiendo firmas con métodos del siglo XIX aunque toque escoger al presidente que lidere la entidad en el siglo XXI. El Barça es así, un club de extremos amado por gente humilde y por personas con los bolsillos llenos. Una entidad que deja fuera de juego a empresarios que, normalmente, suelen salirse con la suya. Más de un precandidato se ha pillado los dedos, rodeado de gente que le reía las gracias y le daba la razón cuando hacía castillos en el aire mientras por detrás parte de su equipo daba por hecho que no pasaría ni el corte. Miles de euros gastados en campañas convertidas en una carrera alocada. “Todo el mundo se imagina dentro y muchas veces se pierde el sentido de la realidad”, explica un trabajador veterano del club, que da por hecho que la pandemia no permitirá votar el 24 de enero. “A ver qué hacemos; lo que necesitamos es que entre alguien a mandar ya, no alargar esta agonía”, añade.

Después de cuatro horas de desfile de mascarillas contra el covid-19 (rojas para Laporta, azul oscuro para Font, blancas para Rousaud y negras para Freixa) y de cajas con firmas y sueños, los trabajadores finalmente descuelgan los enchufes. El Barça ha vivido un nuevo día para recordar, una jornada en la que más de uno ha chocado con la cruda realidad, mientras que otros se preparan para el próximo duelo entre Laporta y Font. Los dos, con buenos equipos, sonríen y cantan pensando en debates y ruedas de prensa. Si la pandemia nos deja, claro.

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