NOVA NORMALITAT

Las elecciones durante el Covid costarán ocho millones más a la Generalitat

El Govern empieza a pensar en cómo adaptarse a los efectos de la pandemia en los comicios

Quim Bertomeu
5 min
Un dels col·legis electorals de la Corunya durant les eleccions gallegues del 12 de juliol.

Barcelona“Si es seguro ir a la playa, tan seguro o más es ir a votar”. La frase es del lehendakari, Íñigo Urkullu, para justificar que en Euskadi y en Galicia se hicieran elecciones en plena pandemia. La realidad, sin embargo, demostró ser mucho más compleja que aquellas palabras. Vascos y gallegos tuvieron rebrotes y polémicas en plena campaña y acabaron prohibiendo el voto a los contagiados y exigiendo que no fueran a votar los que tenían síntomas. ¿Es una vulneración de derechos? La pregunta es más pertinente que nunca en Catalunya, donde, si nada cambia, en pocos meses los ciudadanos volverán a las urnas y votarán por primera vez en tiempos de covid.

Nuevas necesidades

Las elecciones en tiempos de pandemia harán subir la factura

Ejecutar las ideas en este caso vale dinero. En un primer estudio, la Generalitat ha calculado que las próximas elecciones le podrían costar 8 millones de euros más, que se tendrán que sumar a los 23 que ya tenía previsto que valdrían -10 en subvenciones a los partidos y 13 en organización-, 31 en total. Lo explica en conversación con el ARA el director general de Participación Ciudadana y Procesos Electorales del Govern, Ismael Peña-López. De estos ocho millones añadidos, calcula que al menos tres serán para poner mascarillas a disposición de los ciudadanos para cuando vayan a votar. También podría costar unos 700.000 euros ampliar el número de mesas y, por lo tanto, las dietas que cobrarán los ciudadanos a los cuales se los toque formar parte de ellas y a los funcionarios que aquel día trabajen. Se tendrá que reservar un millón, calcula, para imprevistos y también se tendrá que adquirir gel hidroalcohólico y bandejas para que los ciudadanos dejen su DNI y no haya ningún contacto físico. Además, prevé urnas móviles para traer a casa de los contagiados o la promoción del voto por correo. “Es una cuestión de planificación y presupuesto. Hay que estar dispuesto a poner dinero para que las personas voten”, expone. Asegura que le pareció “fatal” que se prohibiera el voto de los contagiados en las elecciones vascas y gallegas y garantiza que la Generalitat ya está “trabajando” para que aquí no pase.

El voto de los contagiados

El núcleo de la polémica es si se garantiza el sufragio de todo el mundo

El artículo 3.2 de la ley de régimen electoral general establece que “toda persona podrá ejercer su derecho al sufragio activo, consciente, libre y voluntariamente” y que lo tendrá que hacer con “los medios de apoyo que requiera”. Para el politólogo Pablo Simón que esto no se cumpliera ni en Galicia ni en Euskadi fue “inaceptable”. Todavía más que pasara con el aval de la Junta Electoral Central (JEC). “La Junta tendría que preocuparse menos de las pancartas y dedicarse a lo que le toca, que es garantizar el sufragio de todo el mundo”, reflexiona.

Él formula una batería de propuestas para hacer posible el voto sin excepciones y con garantías sanitarias. Por ejemplo, ampliar el horario de los colegios para evitar aglomeraciones -pasar del clásico de 9 a 20 horas a uno de 8 a 22 horas- y establecer franjas horarias específicas para las “personas de riesgo”. Además, propone ampliar el margen para votar por correo hasta el mismo día de las elecciones, diseñar un sistema de urnas móviles para traer a casa de los contagiados y que la administración envíe a casa de todo el mundo las papeletas de todos los partidos para así traer el voto preparado y estar el mínimo tiempo posible al colegio electoral. “Hay mecanismos infinitos, sólo se necesita un poco de voluntad”, resuelve.

La participación baja

Galicia y Euskadi registraron récords negativos

En las primeras elecciones con covid en el Estado, Euskadi registró la participación más baja de su historia con un 52,8%, nueve puntos por debajo del 2016, mientras que en Galicia cayó cinco puntos respecto a las anteriores. Pablo Simón relativiza que el culpable sea el virus. Dice que hasta que no haya encuestas postelectorals sobre la cuestión será difícil conocer el impacto real. Su argumento es que tanto en Euskadi como Galicia se dan dos efectos desmovilizadores. Hay una “baja polarización” de la sociedad en el tema nacional y pocas expectativas de “cambio político”, puesto que se percibía como casi segura la continuidad de Urkullu y Feijóo. Cuando la impresión es que el “pescado está vendido” hay menos gente que vota, dice. En los últimos años el escenario catalán ha sido el opuesto. La polarización ha estado más presente que nunca y se han batido récords de participación: 75% en las catalanas del 2015 y 79% en 2017.

El voto electrónico

Seria un buen remedio, pero la ley está encallada en el Parlament

Uno de los elementos que evitaría cábalas y tribulaciones sobre como votar en tiempos de pandemia es la puesta en práctica del voto electrónico. La ley electoral española no lo prevé y la ley catalana que sí que lo hace no está en vigor y lleva años encallada al Parlamento. Los últimos presupuestos de la Generalitat incluían una partida de medio millón de euros para empezar a hacer pruebas piloto. Peña López sostiene que, si por el motivo que fuera -como por ejemplo los rebrotes- los comicios catalanes no fueran hasta la primavera del año que viene, “se estaría a tiempo” de aprobarla. Aun así, la cuestión electoral es sensible y no sería descartable que el gobierno español quisiera impugnar la ley.

Los conejitos de Indias que ya han votado

A pesar de todas las incertidumbres que hay a la hora de hacer unas elecciones, Catalunya tiene la ventaja que ya ha habido varios países y regiones de todo el mundo que le han hecho de conejitos de Indias. No sólo Galicia y Euskadi. Es el caso del land alemán de Baviera, donde a finales de marzo se hizo la segunda vuelta de las municipales y se votó exclusivamente por correo, la situación más extrema. En cambio, también en marzo, Francia suspendió sus comicios locales y los aplazó a finales de junio, cuando la participación cayó un 20 por ciento. En Corea del Sur pasó el fenómeno contrario. Se votó en abril y fueron las elecciones legislativas más concurridas desde el 1992. En este país asiático se abrieron los colegios desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde y se reservó una franja especial para que votaran los confinados. En Macedonia del Norte, donde se votó la semana pasada en un clima de preocupación por un posible rebrote, se habilitó un día específico para que votaran los contagiados. La combinación de urnas y covid empieza a ser objeto de estudio en todo el mundo. La Organización de los Estados Americanos (OEA) ya ha elaborado la Guía para organizar elecciones en tiempos de pandemia.

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