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La errática comunicación de la desescalada

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Una terrassa buida al centre de Girona

BarcelonaComo es comprensible, algunos sectores económicos en particular y los ciudadanos en general están muy pendientes de la evolución de las restricciones impuestas para luchar contra la pandemia. Para muchos, es una situación casi de vida o muerte, porque sus negocios dependen directamente. Otros simplemente quieren saber si podrán visitar a sus familiares por Navidad. El caso es que, ante una información tan sensible, el Govern tendría que cuidar mucho la manera como la comunica. Y lamentablemente no es lo que se ha podido constatar en las últimas horas.

A primera hora de la mañana trascendió un plan de Salud que prevé una desescalada en cuatro fases que acabaría más allá de Navidad, y que empezaría el próximo lunes permitiendo la apertura de la restauración en horario de mañana y mediodía con un aforo máximo del 30%, tanto en interior (si está muy ventilado) como exterior. Desde el Govern corrieron a precisar que se trataba de un borrador que puede ser sometido a cambios de aquí al jueves, cuando se prevé que se apruebe en el marco del Procicat.

La filtración causó un malestar muy lógico en el sector más directamente afectado, la restauración, pero también en los del comercio, la cultura o los gimnasios, porque el plan no se había discutido con ellos, ni siquiera se les había comunicado previamente. El más contundente a la hora de expresar su indignación fue el subdirector de Protección Civil, Sergio Delgado, que lo calificó en un tuit de "falta de respeto por los técnicos y el trabajo que hacemos desde hace meses; por los ciudadanos, que merecen tener certezas y no rumores; por las actividades económicas afectadas por esta enorme crisis, y por las instituciones que nos representan".

Delgado, que no acostumbra a hacer críticas públicas, ponía el dedo a la llaga. Se puede entender la dificultad de gestión de una pandemia de estas características, pero esto no justifica que se genere confusión y se creen falsas expectativas en la ciudadanía y los sectores económicos que lo están pasando peor. Las medidas se tienen que comunicar cuando ya han sido aprobadas, no cuando están en fase de debate, y siempre después de negociarlas con los sectores y, sobre todo, internamente dentro del Govern. No puede ser que Empresa negocie por su parte con la restauración y la hostelería al margen de Salud. El ejecutivo tiene que tener una sola voz de cara al público y las decisiones se asumen colectivamente. Así es como funcionaría un gobierno que diera certezas a los ciudadanos.

En este contexto, también es inadmisible comunicar la remodelación de la cúpula de una consejería pasadas las 10 de la noche, como pasó el lunes con Trabajo, Asuntos Sociales y Familias, y que 24 horas después el titular del departamento no haya ofrecido las explicaciones que considere. Hay que saber qué ha fallado y por qué se ha cambiado a unos responsables y no otros, y quien puede hacerlo mejor es el mismo consejero.

Tal como demuestra la experiencia de la primera oleada, el ritmo de la desescalada será clave para mantener bajo control la pandemia. Todos nos jugamos demasiado para que errores de comunicación siembren el desconcierto en una ciudadanía a quien se están pidiendo unos grandes sacrificios.

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