Cinco años después del Acuerdo de París, el desastre climático está más cerca

Las tecnologías bajas en carbono aumentan más de lo que se esperaba pero las emisiones no se reducen

Sònia Sánchez
4 min
L’Acord de París conjura el món sencer a lluitar per salvar el planeta

BarcelonaCuando Laurent Fabius, el ministro de Asuntos Extranjeros de François Hollande, certificó la aprobación del Acuerdo de París (mañana hará cinco años), el auditorio donde se reunían representantes de 197 gobiernos del mundo, en la capital francesa, estalló en aplausos y abrazos. Incluso hubo lágrimas de emoción. Una alegría directamente proporcional al sufrimiento que había supuesto parir aquel documento de 25 páginas, en el que se ponía por fin de acuerdo el mundo entero en el objetivo compartido de luchar contra la emergencia climática.

Evitar que el calentamiento mundial supere los 2 ºC y, si es posible, 1,5 ºC, es la meta principal del pacto, que han firmado 195 estados y ratificado 189, y que entró en vigor el 4 de noviembre del 2016, después de que se lograra el número necesario de estados firmantes y de porcentaje de emisiones que representan. Este objetivo cuantificado en grados Celsius y el compromiso de lograr "la neutralidad climática" a mediados de este siglo son los pilares del acuerdo que marcan el camino hacia el fin de los combustibles fósiles, para intentar salvar el planeta de unos efectos climáticos devastadores. Aún así, el proceso se dejaba a la merced de la buena voluntad de los estados, que cada cinco años tienen que presentar sus planes de reducción de emisiones, con la única condición de que tienen que ser más ambiciosos que los que habían presentado la última vez.

Justo este 2020, cinco años después, muchos gobiernos tenían que actualizar a la alza sus objetivos de reducción de emisiones (conocidos como NDC) y presentarlos en una cumbre climática mundial –la COP26 en Glasgow– que ha quedado pospuesta hasta noviembre del 2021 debido a la pandemia. El covid-19 ha atrasado un año la asunción de compromisos, pero también ha propiciado una bajada histórica de las emisiones que habría que aprovechar, tal y como pide el mundo científico. La ONU confirmaba esta misma semana que en 2020 las emisiones de gases del efecto invernadero se reducirán un 7% respecto al año pasado, una buena noticia si no fuera por las altas probabilidades que sea solo anecdótica.

"El mundo no se encamina hacia evitar un cambio climático peligroso e irreversible", alerta el informe The Paris Effect, que evalúa la situación un lustro después del Acuerdo de París y que ha recibido el apoyo de algunos de los protagonistas de aquella jornada histórica de hace cinco años, como el de la entonces secretaria de la ONU por el cambio climático, Christiana Figueres. "El mundo se acelera en la dirección equivocada", insistía también este viernes la activista climática Greta Thunberg en un vídeo colgado en las redes sociales.

Aún así, el vaso no está del todo medio vacío. De hecho, el informe The Paris Effect señala muchas tendencias positivas que dan motivos para la esperanza. "Desde París, el progreso hacia soluciones y mercados bajos en carbono es mucho más grande del que muchos piensan", afirma el informe, según el cual este 2020 hay soluciones bajas en carbono competitivas en sectores que representan el 25% de las emisiones globales, un porcentaje que subirá hasta el 75% en 2030.

El informe destaca que si sumamos todos los gobiernos, regiones y ciudades que se han comprometido formalmente a reducir las emisiones a cero en los próximos años representan, conjuntamente, el 50% del PIB mundial. "La energía solar y eólica son las formas más baratas de nueva generación de energía en países que representan el 70% del PIB mundial", y "la industria de las proteínas alternativas (para sustituir una alimentación basada en los animales, que genera muchos gases de efecto invernadero) ha subido un 29% en los últimos dos años", dice el informe, que asegura que muchos sectores económicos ya se están reinventando: en el mundo ya hay 66 barcos piloto de cero emisiones y 200 aviones eléctricos en desarrollo, por ejemplo.

Pero en estos cinco años, desde la firma histórica del Acuerdo de París, no todos los pasos han sido positivos: los Estados Unidos, segundo emisor mundial de CO2 solo por detrás de China, se retiraron del Acuerdo de París y bajo el mandato de Donald Trump han potenciado las industrias fósiles. Por eso las ONG climáticas reclaman al presidente electo Joe Biden que la primera cosa que haga cuando asuma el cargo el 20 de enero próximo sea volver a apuntar al país en el pacto climático mundial. El cambio de gobierno en los EE.UU. y el acuerdo logrado este viernes en la Unión Europea para recortar el 55% las emisiones en 2030 son dos elementos que suponen un nuevo balón de oxígeno en el Acuerdo de París. China, el primer emisor mundial, anunció hace algunos meses que quería llegar a la neutralidad climática en 2060, otra buena noticia a pesar de que todavía no se ha puesto oficialmente sobre papel.

"La crisis climática solo ha empeorado desde que se firmó el Acuerdo de París en 2015: el 2020 puede ser el más cálido nunca registrado y las compañías de combustibles fósiles todavía planifican extracciones de petróleo y gas. Así como muchos representantes políticos se arrastran en la acción climática, nuestro movimiento no ha hecho sino aumentar la lucha", asegura May Boeve, directora de la plataforma 350.org.

Y es que otro cambio respecto al momentum que vivió la lucha climática hace cinco años ha sido el estallido de un movimiento social cada vez más fuerte para reclamar a los gobiernos que cumplan los acuerdos firmados. El movimiento inspirado por Thunberg ha movilizado a las nuevas generaciones como nunca se ha visto antes,a pesar del paréntesis de la pandemia. Y no es el único: cada vez más gente se une a la batalla climática, cosa que ha estimulado a los partidos ecologistas en muchos países del mundo. Si hace cinco años los gobiernos del mundo hicieron un pequeño paso en la buena dirección, quizás a partir de ahora serán los ciudadanos los que espolearán el cambio radical que pide el planeta.

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