Las protestas hacen recular al gobierno de Guatemala

El Congreso para la aprobación de los presupuestos que han enrabiado la población

Asier Vera
3 min
Dos manifestants davant la seu del parlament, en flames.

Ciutat de GuatemalaLa presión de la población de Guatemala ha logrado que el Congreso recule y decida no enviar los Presupuestos de 2021 al Gobierno, pese a que fueron aprobados el 17 de noviembre por una mayoría. En la madrugada de este lunes, el Presidente de la Cámara legislativa Allan Rodríguez anunció esta decisión para “mantener la gobernabilidad y la paz social” no sin antes arremeter contra quienes convocaron la manifestación masiva del pasado sábado “con el objetivo claro de romper el orden constitucional”.

De esta manera, Rodríguez trató de poner fin a una crisis que ha salpicado de lleno al Presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, quien se negó a vetar los Presupuestos, lo que provocó que miles de personas salieran a las calles el sábado a exigir no solo su dimisión, sino también la de los diputados del Congreso. ¿El motivo? Un presupuesto de 99.700 millones de quetzals [unos 12.900 millones de dólares] que según los manifestantes prioriza los intereses particulares de los políticos por encima de los de la población. Por ejemplo, mientras los legisladores destinaban en este presupuesto centenares de millones a partidas como dietas para legisladores o la construcción de un nuevo edificio, reducían el presupuesto destinado a hospitales, educación o a la Procuradoría de Derechos Humanos o el Constitucional.

Explotar de rabia

El sábado estalló su rabia. A diferencia de las manifestaciones masivas que exigieron en 2015 la renuncia del entonces Presidente Otto Pérez Molina, en esta ocasión, muchos manifestantes fueron a las puertas del Congreso, donde unos jóvenes llegaron incluso a quemar las instalaciones de la Cámara

legislativa tras lanzar unas bengalas en su interior. Este extraño suceso está siendo ya

investigado por la propia Fiscalía Contra las Extorsiones al existir la “posibilidad”, según ha

declarado la propia Fiscal General, Consuelo Porras, de que participaran como infiltradas

maras o pandillas en los actos violentos de la manifestación.

Asimismo, la Fiscalía también está investigando los excesos policiales durante la manifestación,

después de que dos jóvenes perdieron su ojo izquierdo a consecuencia de las bombas

lacrimógenas lanzadas por los antimotines, que llegaron incluso a tirarlas en el Parque Central,

epicentro de las protestas. A diferencia de 2015, en esta ocasión la Policía se empleó a fondo

con cargas y detuvo a 43 personas y 30 resultaron heridas. Las Naciones Unidas han pedido que se investigue la represión policial del sábado.

Apagar la llama de la indignación

Con la suspensión del trámite de los Presupuestos, el Congreso busca apagar la llama de la indignación ciudadana que ha puesto entre las cuerdas al propio Presidente del país y ha generado una crisis de Gobierno, después de que el Vicepresidente, Guillermo Castillo, propusiera a Giammattei renunciar juntos al cargo. Tras no lograr que el jefe del Ejecutivo vetara las cuentas públicas, su número dos le lanzó el órdago de dejar el poder “por el bien del país”.

Sin embargo, el jefe del Ejecutivo pretende acabar la legislatura que comenzó solamente hace diez meses y que ya cuenta con un amplio rechazo de la sociedad por su gestión durante la pandemia del coronavirus y las tormentas tropicales Eta e Iota. Pese a lograr que el Congreso le aprobara una partida de 11.000 millones de quetzales (1.294 millones de euros) para luchar contra las consecuencias económicas del coronavirus, muchas familias vulnerables no recibieron ninguna ayuda, mientras que tampoco llegó para las miles de personas que perdieron sus viviendas y cosechas por los dos huracanes.

En este contexto, el Congreso aprobó unas cuentas de madrugada y leyendo de manera

ininteligible las cifras, lo que provocó la ira de una población cansada de la corrupción

endémica y de que no se solucionen los graves problemas que asolan Guatemala, como la

pobreza o extrema pobreza, que afecta a seis de cada diez personas, o la desnutrición crónica,

que sufre uno de cada dos niños menores de cinco años.

Por ello, miles de personas salieron el sábado para expresar su indignación de manera pacífica

con banderas y carteles en los que se leía ‘Ya basta de tanto robo y saqueo’ o ‘Yo no quiero

que me regalen nada. Quiero que dejen de robar’ o "Ya no aguantamos más".

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