DRETS CIVILS

Los buzones para dejar bebés en adopción desde el anonimato llegan a Bruselas

Una ONG recoge a los bebés que las madres depositan y si no vuelven en 24 h los lleva a los servicios sociales

Júlia Manresa Nogueras
4 min
Les bústies per deixar nadons en adopció des de l’anonimat arriben a Brussel·les

BruselasA cuarenta minutos del barrio europeo de Bruselas se encuentra el barrio residencial de Evere. Ahí, como es habitual en Bélgica, cada casa es diferente de la de al lado. Esta es especialmente modesta, solo destaca por una sábana con nudos que cuelga de la ventana de arriba. Las otras dos ventanas, al lado la calle, todavía tienen las persianas bajadas, pero una vez estén disponibles una de ellas se convertirá en un buzón para dejar bebés. Ya lo tienen todo preparado. Como se puede ver en una fotografía de la página web de la ONG Corvia, propietaria de la casa, una de las dos aperturas se ha adaptado: contiene un marcador numérico que, después de introducir un código, abrirá la ventana. Entonces la madre verá una camita al fondo donde podrá dejar al bebé y recoger un sobre de papel. Una vez cerrada, sonará una alarma que avisará a los responsables de la organización para que recojan al bebé.

Es la manera de garantizar el anonimato de una madre que, de otro modo, quizás optaría por abandonar el bebé en la calle. Así lo creen las organizaciones que, como por ejemplo quiere hacer Corvia, hace tiempo que tienen en marcha los conocidas como buzones de bebés, Babyklappen en alemán o boîte à bébés en francés, una iniciativa que en Bélgica empezó la organización Moeders voor Moeders hace ya 20 años en la ciudad flamenca de Amberes, e inspirada en las Babyklappen que ya existían en Alemania, como explica al ARA una de sus responsables, Katrin Beyer. Lo hicieron sin pedir permiso, en una de las ventanas de su sede, y en veinte años han recogido a 18 bebés.

Casos excepcionales

Solo en dos casos Beyer se ha encontrado a madres que se han echado para atrás: “Habían tomado la decisión por pánico”, explica. La organización cuida al bebé durante 24 horas para dar tiempo a la madre. Si no vuelve, lo llevan directamente a los servicios sociales para activar el proceso de adopción. En caso de que la madre vuelva, la acompañan a la policía, con quien tienen un protocolo pactado para que no acabe siendo sancionada por haber abandonado al bebé, cosa que es ilegal. Todo esto está explicado en los sobres que las madres encuentran en el buzón, y ahí también tienen la pieza de un rompecabezas que encaja con la que se vincula al bebé.

En Bélgica, como en España, no es legal el parto anónimo, que permite que una mujer pueda dar a luz y en adopción a su bebé sin tener que revelar su identidad. Sí lo es en Francia o en Austria. En Alemania, donde hay varias ciudades con buzones de bebés, en 2013 se adaptó la legislación para mantener en secreto bajo custodia de una autoridad judicial datos que la madre no quiere revelar. La opción germánica intenta encontrar un equilibrio entre los dos derechos que entran en conflicto en estos casos: el de una madre de dar a luz de manera anónima, y el de una persona a conocer sus orígenes. En España, una sentencia del Tribunal Supremo de 1999 priorizó el segundo derecho y no es posible el parto anónimo. En Francia sí, y por eso se calcula que más de unas cincuenta mujeres belgas cruzan la frontera para dar a luz en el anonimato.

Los derechos de la mujer en Bélgica

De ahí que Corvia se pusiera en contacto con Moeders voor Moeders para hacer lo mismo en Bruselas. “Les recomendé que no se lo dijeran a nadie, que simplemente lo instalaran [el buzón] y pusieran el protocolo en marcha después, porque siempre hay alguien que lo encontrará innecesario. Y esto es lo que pasó”, recalca Beyer. Desde 2017 Corvia intentaba instalar el buzón en la capital belga, y no fue hasta septiembre cuando consiguió el visto bueno de la justicia después de que el caso acabara en los tribunales. La organización terminó la iniciativa en octubre, pero la pandemia de coronavirus y el alud de atención mediática en una ciudad donde la densidad de periodistas solo es comparable con la de Washington, y el periplo judicial, en el que han recibido fuertes críticas, hacen que vayan con pies de plomo.

Que se acabe aceptando la presencia de buzones de bebés gestionadas por particulares en vez de buscar un encaje legal al parto anónimo no es la única contradicción en Bélgica a la hora de proteger los derechos de la mujer. El país acaba de formar un gobierno paritario, con una vice primera ministra transexual. Pero como denuncia Céline Caudron, coordinadora de la asociación Stop Feminicide, “siempre se habla de una Bélgica muy igualitaria pero en ciertos aspectos España está más avanzada”.

En Bélgica no hay recuento oficial de mujeres asesinadas en crímenes machistas, tampoco se habla de violencia machista, sino de violencia conyugal o intrafamiliar. Hasta no hace mucho se podía leer “crimen pasional” en los medios. Stop Feminicides es una de las organizaciones que luchan por los derechos de las belgas. No solo reclaman contar los feminicidios y protocolos de prevención, sino que también quieren reducir los seis días de reflexión obligatorios que una mujer tiene que cumplir desde que notifica que quiere abortar (puede hacerlo hasta las 14 semanas) hasta que se produce la interrupción del embarazo. Según Caudron, estas normas se explican en parte por la hegemonía política de los conservadores flamencos en Bélgica y por la religión. Las dos peticiones, como recuerda Véronique de Baets, portavoz del Instituto para la Igualdad de Bélgica, están sobre la mesa del nuevo gobierno de coalición, para ver cómo se pueden introducir en nueva legislación.

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