China sostiene que 60.000 personas han recibido la vacuna sin efectos adversos

El 71,5% de la población mundial se pondría una vacuna si su Estado se lo recomendara, según una encuesta

Quim Aranda
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Un moment de la conferència de premsa, celebrada aquest dimarts a Pequín, sobre l'estat de la cursa per les vacunes a la Xina

LONDRESMás de 60.000 voluntarios habrían recibido alguna de las cuatro candidatas chinas a vacuna contra el coronavirus "sin presentar efectos adversos significativos", ha afirmado hoy un alto funcionario del ministerio de Ciencia y Tecnología del país asiático. En una conferencia de prensa celebrada en Pekín este martes, dedicada a analizar el avance de los diferentes prototipos, el subdirector del departamento de Desarrollo Social del mismo ministerio, Tian Baoguo, ha asegurado que ya hay 13 vacunas desarrolladas parcialmente o totalmente en fase III.

"Los efectos adversos son comunes y normales en una candidata. De las 60.000 personas que han recibido la vacuna, algunas han presentado efectos leves, como abultamiento de la zona de vacunación o fiebre, pero no se han registrado efectos secundarios graves", ha indicado. No hay, sin embargo, constancia de que alguna de las habituales revistas científicas de prestigio mundial que analizan y evalúan los datos de los estudios haya recibido la información de referencia para hacer un control de análisis de estas candidatas a vacunas.

El proceso, en todo caso, no es compañero de la prisa. En este sentido, la investigación del prototipo de la Universidad de Oxford y AstraZeneca se ha interrumpido dos veces –primero antes del verano y después a principios de septiembre– en los ensayos de la fase III y, de hecho, todavía no los ha retomado en los Estados Unidos, a pesar de que sí lo ha hecho en el Reino Unido, Brasil y Suráfrica. La semana pasada Johnson and Johnson paró también el estudio en fase III de su prototipo, sin que hasta ahora se haya informado de la reanudación. En los tres casos, la parada fue causada por enfermedades graves.

En la misma conferencia de prensa, el presidente de la empresa estatal Grupo Nacional de Biotecnología de la China (CNBG, parte del gigante farmacéutico Sinopharm), Liu Jingzhen, ha afirmado que la compañía está preparada para la producción en masa de la vacuna una vez acaben las pruebas, y que tiene capacidad para fabricar más de 1.000 millones de dosis el próximo año.

Por su parte, el director del Centro de Desarrollo de Ciencia y Tecnología de la Comisión Nacional de Sanidad, Zheng Zhongwei, ha indicado, aun así, que las vacunas que el país administra desde julio para casos especiales y bajo una autorización ad hoc –entre otros, sanitarios, miembros de las fuerzas armadas y funcionarios del Estado que trabajan en el extranjero– tampoco han mostrado efectos adversos, y que "su uso ha seguido un proceso científico riguroso aprobado por las autoridades".

China aspira a convertirse en el primer país del mundo en producir una vacuna a gran escala contra el covid-19 y cuenta para lo cual con media docena de países en vías de desarrollo –entre los cuales varios latinoamericanos– que participan en la fase final de ensayos clínicos de los varios proyectos.

Ofrecimiento a los estudiantes

Otra de las estrategias que está siguiendo China para llegar antes que nadie a la vacuna es ofrecer a los estudiantes que hacen cursos en el extranjero la posibilidad de inyectarse uno de los prototipos, en este caso los que desarrolla la compañía China National Biotec Group, que a estas alturas estudia dos.

Inyectar una vacuna a una persona que se traslada fuera del lugar donde la recibe, sin embargo, es una apuesta de alto riesgo. Entre otras razones, porque cualquier estudio que cumpla los parámetros de seguridad y rigor que piden los reguladores internacionales, desde la Agencia Europea de Medicamentos hasta la Food and Drug Administration norteamericana, tiene que mantener bajo control a todos los voluntarios para detectar cualquier posible efecto adverso u otro tipo de incidencias.

Dispuestos a vacunarseLa mayoría de la población mundial se pondría la vacuna contra el covid-19 si su gobierno o su empresa se lo recomendaran, según los resultados de una encuesta global publicada este martes, en medio de posibles crecientes preocupaciones sobre la desconfianza pública de los prototipos que se están desarrollando.

Según el sondeo, realizado en junio entre más de 13.000 personas de 19 países, aproximadamente el 71,5% de los participantes dijeron que con mucha o alguna probabilidad se la pondrían. La encuesta ha sido supervisada por el Vaccine Confidence Project (VCP), un programa de vigilancia mundial sobre la confianza en las vacunas financiado por la Comisión Europea y diferentes empresas farmacéuticas, entre otros organismos y compañías privadas. Todos los encuestados, independientemente de su nacionalidad, dijeron que serían menos propensos a aceptar la vacuna si los empresarios se lo exigieran. En este caso, solo el 64% de los consultados lo aceptarían.

La muestra también ha puesto de manifiesto las diferencias regionales en las respuestas, hecho que apunta a la gran polarización en las actitudes sobre el tema. Mientras que el 90 por ciento de los participantes en China dijeron que se la pondrían, en Rusia la tasa es inferior al 55 por ciento. Estos dos países son los que ya han aprobado, para uso de emergencia, diferentes vacunas, a pesar de la carencia de estudios contrastados por la comunidad científica internacional relativos a la seguridad y la eficacia.

En Francia, la tasa de respuesta positiva es del 58,89%, en comparación con el 75,4% de los Estados Unidos y el 71,48% de la Gran Bretaña.

Según la Organización Mundial de la Salud, al menos el 60-70% de la población tendría que tener inmunidad para romper la cadena de transmisión. Los encuestados tenían 18 años o más y pertenecían a 19 países de entre los 35 primeros países afectados por la pandemia en términos de casos por millón de población.

Los resultados probablemente suscitarán el debate sobre cómo superar los problemas de seguridad pública, sobre todo en los países occidentales, y sobre la frenética velocidad del trabajo para desarrollar vacunas, que puede dificultar los esfuerzos para controlar la pandemia y reactivar la recuperación mundial.

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