Josep Ramoneda

Cabe en un tuit

3 min
Els candidats dels partits estatals el 26-J: Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias i Albert Rivera.

1. GRIS. No sé si es una consecuencia de la cultura digital, del temor cerval de los políticos a los miedos de los ciudadanos o de la impotencia de unos dirigentes que saben que tienen el poder muy limitado, pero lo que dijeron cada uno de los cuatro candidatos de los principales partidos españoles en el debate del lunes cabe en un tuit.

Mariano Rajoy: "Gobernar no es fácil, sólo tengo una idea: crear dos millones de puestos de trabajo en dos años. ¿Cómo? Siguiendo como hasta ahora". Pedro Sánchez: "Las reformas ya estarían en curso si me hubieran votado la investidura. Pero los extremos lo impidieron. No quieren el cambio". Albert Rivera: "Sanidad, educación y subsidios tienen que estar en un solo paquete de ámbito nacional. Adiós autonomías. Rajoy es un estorbo para el gobierno de derechas". Pablo Iglesias: "Sólo hay dos opciones: el gobierno del PP y el gobierno de izquierdas. Pedro, no te confundas de enemigo: es Rajoy y no nosotros".

No me ha hecho falta ni agotar los 140 caracteres. Fue un aburrimiento, una auténtica invitación a la abstención. La partida estaba marcada desde el principio. Quedaba claramente visualizado que había dos rivales y dos complementos. Y los outsiders, PSOE y Ciudadanos, hermanados por el fallido pacto de la anterior legislatura, reforzaron esta idea atacando todo el rato a Rajoy con una mano y a Iglesias con la otra.

Sánchez se refería a ellos como los dos extremos, como si aún no hubiera entendido la lección de la anterior legislatura: el centro no suma. Rajoy e Iglesias sólo tenían un objetivo: no acabar dañados. Rajoy es buen orador, pero el lunes incluso se atascaba al hablar: el llamado minuto de oro lo hizo catastrófico. El paso de la presidencia en funciones a la campaña no le ha sentado bien: tenía mala cara. A Pablo Iglesias, cuanto más se modera, más le suben la espalda y los hombros y más se le baja la cabeza. Las ganas de no asustar a los indecisos le hacen perder fuerza, como si se hubiera cortado la cola. Sánchez convierte en plano todo lo que toca. Habla bien pero no se le oye. En medio de tanta contención, Rivera se hizo notar: buscó, con los ataques a Rajoy, allanar el camino para hacer el papel de marca blanca de la derecha, que es el que le corresponde.

2. DOS OPCIONES. Iglesias tiene razón. Sólo hay dos posibilidades: gobierno del PP (con o sin Ciudadanos y con abstención socialista) o gobierno de izquierdas. Ciudadanos trabaja para que, en el primer caso, sea sin Rajoy. La imagen que da el presidente en funciones es de un veterano que ha estado en todas las salsas, decidido a hacer lo que sea, incluso a llevar al precipicio a su partido, para conservar el poder. Los que conocen las interioridades aseguran sin embargo que es enorme la fractura interna entre los autodenominados políticos, comandados por Margallo, y el grupo de Sáenz de Santamaría y sus aplicados abogados del estado. El PP no llega preparado a un cambio profundo de la sociedad.

Y esto es un mal crónico de los grandes partidos provocado por la estructura hiperjerárquica que tienen. No hay candidatos, sólo hay sucesores escogidos a dedo. Y Rajoy ni siquiera ha señalado heredero.

Sánchez cada vez está más cerca de la puerta de salida. Si Podemos le adelanta, tendrá que irse casa. Y si salva el segundo puesto, o gobierna con Podemos (si le dejan) o también se tendrá que ir a casa. Lo que parece claro es que el día después de las elecciones el PSOE tendrá que decidir entre el riesgo del cambio con la izquierda y la inmolación en la vieja cultura del bipartidismo facilitando un gobierno del PP. Tampoco esta vez será fácil formar gobierno. PP y PSOE no anticiparon los cambios de este país y ahora parece que tampoco son capaces de adaptarse a ellos. Y sólo pueden aspirar a vivir del miedo de la gente. Con miedo se pueden salvar los muebles pero no hacer avanzar a un país. Tras culpar a Iglesias de que no se hubiera podido formar gobierno, Sánchez terminó señalando el referéndum catalán como causa del desacuerdo. En caso de desesperación, "todo por la patria".

stats