El análisis de Antoni Bassas: 'Vacunas, la 'rave' de Llinars y la autoexigencia en Catalunya'

Podemos explicarlo diciendo que el nivel de la clase política ha bajado mucho, pero la clase política sale de la sociedad y es un reflejo de sus valores

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Hoy he oído que a partir de ahora se vacunará del covid-19 en Catalunya todos los días y me he preguntado por qué no se decidió hacerlo antes. Hablamos de una carrera a contrarreloj para tener la vacuna, una contrarreloj de vida o muerte, ¿y resulta que cuando tenemos la vacuna no vacunamos todos los días?

Hem tenido un problema de neveras adecuadas para mantener la temperatura de la vacuna, de consentimientos en las residencias, de personal, de calendario porque el viernes era de Fin de Año.

En esta primera semana de campaña desde que se puso la primera inyección a aquella señora de L'Hospitalet, Josefa Pérez, se ha vacunado a 7.744 personas de las 60.000 previstas. ¿Cómo es posible que, entre el repertorio de razones, esté que había festivos por el medio?

Catalunya no es el único país del mundo donde se han empezado demasiado lento a vacunar.

En la clasificación destaca la vecina Francia, que solo ha vacunado a 352 personas, un 0,000 de esos tan largos de la población. Uno no se lo explica. Si algo se sabía que estaba a punto de llegar era la vacuna. Esperemos lo mejor a partir de ahora, también en Catalunya, donde el departamento de Salud ha anunciado cambios en la estrategia. Si en algún momento la vacuna puede hacer la diferencia, es ahora: ayudaría definitivamente a frenar la tercera oleada o la oleada que venga a partir de ahora, a solo horas de decretar nuevas restricciones para que el virus no se vuelva a esparcir más y proteger así los hospitales.

Que el proceso de vacunación funcione depende de nuestro Govern. Del mismo modo que la respuesta policial a la fiesta rave de Llinars del Vallès de estos días, en la que ha quedado claro que la imagen internacional de nuestro país (pasa lo mismo en las Islas Baleares o al País Valenciano) se asocia a la impunidad a la hora de divertirse de cualquier manera, en parte por nuestra posición en el mapa, por una economía basada en el turismo y por un sentido de la libertad mal entendido que castiga especialmente el uso de la autoridad que los poderes públicos están obligados a ejercer.

Catalunya no ocuparía el lugar que ocupa en España y la Unión Europea si no fuera por la capacidad de trabajar con responsabilidad que nos es consustancial, o al menos lo era hasta ahora. Podemos explicarlo diciendo que el nivel de la clase política ha bajado mucho, pero la clase política sale de la sociedad y es un reflejo de sus valores. La autoexigencia, como su nombre indica, depende de hasta dónde la sociedad esté dispuesta trabajar y a brillar.

Por ejemplo, alguien en Catalunya ha hecho bien su trabajo estos días.

Medio centenar de personalidades han subscrito un manifiesto de Òmnium Civil Rights Europe, la delegación de la entidad en Bruselas, en el cual se pide la amnistía para los represaliados por España en el marco del proceso soberanista. Lo firman, entre otros, Dilma Rousseff, Gerry Adams, Yoko Ono y Ai Weiwei. También hay cuatro premios Nobel de la paz: Shirin Ebadi, Adolfo Pérez Esquivel, Jody Williams y Mairead Corrigan, activista por la paz en Irlanda del Norte. Y la escritora austríaca Elfriede Jelinek, premio Nobel de literatura. Los 50 firmantes lamentan la judicialización del conflicto político y concluyen que esta vía, lejos de resolverlo, lo agrava: “Ha comportado una represión creciente y ninguna solución”, sentencian en el texto. Los firmantes hacen un llamamiento al “diálogo sin condiciones” de las partes “que permita a la ciudadanía de Catalunya decidir su futuro político".

A la gente de Òmnium autoexigente, nuestro reconocimiento.

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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