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Vacuna libre

Fernando Trias De Bes
2 min

El ministro Salvador Illa ha comunicado que la decisión de vacunarse será libre, la administración no la hará obligatoria. La semana pasada abordé la cuestión desde la perspectiva colectiva. Ahora quiero aproximarme a ella desde la individual.

El Foro Económico Mundial publicó una encuesta sobre la posición de los ciudadanos ante esta decisión. Casi veinte mil entrevistas en un total de 27 países dieron una apabullante victoria al sí. Un 74% de la población se pondrá la vacuna libremente cuando esté disponible. Incluso en los países más reticentes, como por ejemplo Rusia, Polonia, Hungría o Francia, el deseo es favorable entre el 54% y el 60% de la población. En China, Brasil o Australia casi el 90%. En nuestro país, un 72% de los encuestados se vacunarán libremente.

Hay que coger un poco de perspectiva sobre la seguridad de las vacunas. La viruela, por ejemplo, responsable de más de trescientos millones de muertes en el siglo XX, está casi erradicada. Igual que la poliomielitis, la varicela o el meningococo, que han conseguido reducciones del 98% y 87%, respectivamente. Los efectos adversos de las vacunas siempre están ahí. Pero, de momento, de las dos más avanzadas, han sido mínimos, en consonancia con otras vacunas.

¿Vacunarse tiene un riesgo? Claro. Como subirse a un avión. Pero, como siempre me dice mi amigo, escritor y psicólogo Tomàs Navarro, hay que distinguir entre probabilidad y posibilidad. La posibilidad de sufrir fiebre o algún efecto adverso con cualquier vacuna es del 100%. Pero la probabilidad es del 1%. La misma probabilidad de morir, en caso de coger el covid. Tenemos que confiar en la medicina, la investigación y la farmacología. Las vacunas han salvado millones de vidas. Los movimientos contrarios a las vacunas no pueden ignorar los hechos estadísticos. La reducción de muertes en el mundo gracias a las enfermedades evitadas con vacunación de población es un hecho indiscutible. Empíricamente, desde un punto de vista de probabilidades y riesgos, no tiene sentido dudar ni un solo minuto.

La estrategia de esperar a ver si realmente son seguras es absurda. Cuando lleguen a la población ya se habrá hecho esta prueba. Decenas de miles de personas ya la habrán probado.

Yo lo tengo claro.

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