¿Examen de septiembre?

Si, como es probable, la desaceleración se intensifica, afectará a las cuentas públicas del Estado

Germà Bel
4 min

El candidato Sánchez suspendió el examen de investidura en la convocatoria de julio, y es probable que vuelva a comparecer en septiembre, como los estudiantes poco aplicados hacían antes, cuando aún no se había implantado la reevaluación prevacacional. Hay que decir, para ser precisos, que el candidato se aplicó tanto en obtener el suspenso que se puede dudar de que realmente quisiera superar la convocatoria. El porqué de esta hipótesis provoca diferentes interpretaciones.

Una primera, muy recurrente en estos casos, es la de la incompatibilidad de caracteres personales, en este caso entre los líderes del PSOE y de Podemos. Por eso algunos pensaban que tras el paso al lado de Pablo Iglesias, renunciando a sus aspiraciones a una vicepresidencia social, el gobierno de coalición sería un hecho. Sin embargo, las conductas durante el simulacro de negociación conducido los días previos al debate de investidura han mostrado claramente ausencia de voluntad de llegar a un acuerdo, al menos por parte de los negociadores del PSOE, entre los que había personas como la vicepresidenta Calvo, con larga experiencia en negociaciones entre partidos.

Antes le había tocado el turno, como escollo para el pacto, a un sospechoso habitual en los pormenores de la 'política de estado': el asunto catalán. Hasta que Podemos llegó a anunciar su disposición a comprometerse por escrito al apoyo a la posición del PSOE sobre Cataluña. De hecho, esto no era necesario para garantizar apoyo al PSOE en caso de que decida adoptar medidas, digamos, contundentes, en política catalana en potenciales escenarios convulsos en Cataluña en los próximos meses. El PSOE sabe que, llegado el caso, no le faltará el apoyo de la derecha española, como a ésta no le faltó el apoyo del PSOE, especialmente después de la televisiva llamada a filas del rey Felipe VI el 3 de octubre de 2017 .

Con la deuda pública cerca del 100% del PIB, el margen para políticas fiscales expansivas será virtualmente inexistente

Será, pues, una cuestión de incompatibilidad programática entre PSOE y Podemos? No a priori, dada la apelación a los valores de izquierda que el PSOE hizo en la campaña electoral. Sin embargo, las cosas pueden ser un poco más complejas en este frente. En materia económica, a diferencia de otros ámbitos, la práctica del PSOE suele quedar lejos -a veces muy lejos- de las posiciones defendidas mientras estaba en la oposición. Sobre todo cuando el panorama económico se complica.

Una complicación económica era una hipótesis muy poco probable entre la moción de censura de junio de 2018 y las elecciones generales subsiguientes, si se hacían a más tardar dentro del 2019. Pero, por el contrario, el escenario de una contracción tiene una probabilidad muy alta dentro de los próximos cuatro años, plazo previsto del mandato del gobierno que sea investido ahora, si lo hay. La economía europea y la española se encuentran en curso de desaceleración. Si las previsiones de crecimiento para el 2019 se han revisado ligeramente al alza, es muy probablemente por el efecto expansivo del déficit público, que evoluciona peor de lo previsto a raíz de medidas aprobadas en actualización de pensiones, gasto en personal público y gasto en las regiones, probablemente acentuado por el ciclo electoral regional. Por lo tanto, la desaceleración será un hecho a lo largo del 2019, y se acentuará más en 2020.

Si, como es probable, la desaceleración se intensifica, acabará afectando las cuentas públicas del Estado, por lo que de manera automática aumentarán los gastos públicos y se reducirán los ingresos (lo que en economía se llama 'estabilizadores automáticos'). Y, aunque la situación no sea tan grave como la de la caída de la economía del 2009 y los años posteriores, las cuentas públicas llegarán a ella partiendo de una situación muy diferente. Si la deuda pública española entró en el 2009 por debajo del 40% del PIB, ahora está muy cerca del 100% del PIB, porcentaje que superará rápidamente en caso de contracción económica.

Así pues, el margen para políticas fiscales expansivas para paliar los problemas sociales y para mantener la actividad económica será virtualmente inexistente. Y, muy probablemente, este es un escenario que Sánchez no quiere afrontar con un gobierno en coalición con Podemos, que podría reventar a la primera de cambio, llegada la situación. De ahí también que se prefiera más un acuerdo con Ciudadanos, acuerdo más resistente a una política económica y social que quedaría trastornada por una contracción económica. Pero la decisión firme del liderazgo de Ciudadanos de disputar la primacía al PP por la derecha española ha hecho imposible este acuerdo, y ha provocado la desbandada de la práctica totalidad del equipo económico del partido.

Este es el contexto en el que se abordará el examen de septiembre para la investidura, si las hay. Y en este contexto, ¿qué papel desempeñan los parlamentarios de los grupos catalanes pro independencia? Probablemente ninguno, como ya pasó en julio. Recibirán el trato de los leprosos mientras no pidan perdón por el 1 de Octubre y renuncien expresamente a perseguir la independencia, por muy democrático que sea su método. En septiembre, más.

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