¿Qué no se entiende de la no-violencia?

La dinámica de jóvenes violentos encapuchados contra 'brimos' ya sabemos cómo acabará: mal

Ignasi Aragay
3 min

Estoy preocupado, cada vez más. Los disturbios no cesan y oscurecen la protesta contra la sentencia del procés. La violencia siempre acaba convirtiéndose en un fin en sí misma. Es un desastre. Y me inquieta que muchos no lo vean así. Esta semana he escuchado a gente que justificaba los disturbios: la quema de contenedores, los choques con la policía y los actos vandálicos de diferente grado por parte de grupos minoritarios de manifestantes. Algunas de las personas que me lo dicen me consta que son pacíficas y pacifistas, y que han sido todos estos años, y aún están, en primera línea en las movilizaciones cívicas a favor del derecho a decidir. Me lo dicen jóvenes, pero también adultos. Dicen que la provocación viene de la policía y se muestran indignados especialmente con los Mossos. También distinguen entre violencia sobre personas y destrozo de mobiliario urbano y bienes privados. Creen, en todo caso, que unas cuantas noches de llamas y desorden no irán mal porque, y esta es la frase preferida, "no es pot anar amb el lliri a la mà" (no hay que pecar de ingenuo).

Por un lado atribuyen los actos vandálicos a una minoría que no representa al independentismo, y por otro, en cambio, minimizan estas acciones descontroladas de calle con argumentos del tipo: tarde o temprano tenía que pasar, los jóvenes se tienen que desahogar, con una sentencia así qué querías...

Todo ello me parece peligroso y desenfocado. Intentaré explicarme. Sobre qué es y qué no es violencia, es bastante sencillo. En efecto, hay muchos tipos de violencia. La definición canónica habla de una actuación de fuerza -física o psicológica- sobre personas, pero el concepto se ha ido ampliando por ejemplo a la naturaleza -también está viva-. Más genéricamente, el término violencia se utiliza para referirse a disturbios callejeros y ahí se mezcla un poco todo: enfrentamientos contra la policía o entre grupos ideológicos radicales y destrucción de contenedores, escaparates, farolas, etc. Hay, pues, una cierta confusión conceptual. Pero, en cambio, no hay ninguno si hablamos de pacifismo y no-violencia, que es exactamente lo contrario de todo esto. De todo. Es resistencia pasiva, es no usar nunca la fuerza física contra nadie ni contra nada. Y precisamente adquiere todo su sentido en contextos de tensión y crispación. Responde a una radicalidad de fondo desde una moderación en las formas, una coherencia nada fácil de practicar. Por desgracia, esta semana la no-violencia y el pacifismo de la mayoría han quedado manchados por la agresividad de una minoría. Es necesario que lo rechacemos rotundamente. Sin ambigüedades. No vale decir que "la policía es peor". Los Mossos son un cuerpo armado que, como tal, tiende a la violencia. Si, además, se pasa de la raya, toca denunciarlo. Pero no usarlo como excusa para justificar una respuesta vandálica. Como tampoco son excusa los brutales ataques de la ultraderecha.

Siempre cuesta dilucidar qué va primero, si el huevo o la gallina. En todo caso, cuando la protesta se instala en una dinámica de jóvenes violentos encapuchados contra brimos, ya sabemos cómo acabará, aquí y en todas partes. Mal. En cambio, con la no-violencia y el pacifismo, con los que saben estar en pie de paz, los cuerpos policiales lo tienen complicado: basta recordar el 1-O. Aquella violencia gratuita de la Policía Nacional y la Guardia Civil contra ciudadanos indefensos se volvió en contra del Estado.

Quería titular este artículo "La gloria efímera del contenedor en llamas". Hoy quema aquí y mañana en París con los chalecos amarillos, o donde sea. La audiencia mundial ya lo da por normal. Es muy vistoso pero impacta poco. Y mal: no genera simpatías sino rechazo. Nada comparable con la Vía Catalana o las millonarias e impolutas manifestaciones de los 11-S. El camino sigue siendo la no-violencia, el civismo, el pacifismo, la democracia, los votos. No hay otro. Ninguno. Todo el mundo se lo debe meter en la cabeza.

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